Los lectores más modernos quizá desconozcan qué fuera aquello del Instituto Nacional de Industria (INI). Como recordatorio, señalo que fue un invento del denostado régimen de Franco, que se encargaba de determinar las subvenciones a las empresas, regular su ubicación y asesorarlas sobre innovaciones, gestión de personal, comercialización de productos, formación, etc. En definitiva, fue un coach institucional de la democracia orgánica, que anduvo a caballo sobre el paternalismo típico y las servidumbres políticas.
El INI provocó la emigración hacia los “polos de desarrollo” de los españoles con vocación de “charnegos” y “maketos” que, en la segunda generación, han secundado todas las leyes de la anomia, bien en las filas de ETA, bien en los diferentes postulados del “procés”, mientras una parte de España iba vaciándose. Este fenómeno se escapó de las previsiones de Fernández Ordoñez, Paco, que fue presidente del INI, durante su etapa de socialista in pectore. ¡Lástima!.
En las últimas primarias del PSOE, Patxi López, nacido Francisco Javier, Bachiller Superior con estudios de Ingeniería…, contrincante de Pedro Sánchez y Susana Díaz, propuso rescatar al INI del desván de la memoria. Hoy, tras la Ley de Memoria Democrática, le resultará arriesgado insistir en su propuesta, primero porque supondría el reconocimiento de algo que pudo ser bueno al menos intencionalmente, y segundo por el hándicap del carácter “nacional”. ¿De qué nación tendría que hablar Patxi, como portavoz recién estrenado?. ¿Tal vez, del Reino de España?, ¿del federal, o del confederal?. ¿O quizás, de la nación de naciones?
En aquel debate, Patxi le preguntó al que ahora es su jefe: “Pedro, ¿tú sabes qué es una nación?, humillándolo inmisericordemente. Porque la pregunta es adecuada para un alumno de enseñanza primaria, o de secundaria; pero, resulta bochornosa formulándola a un candidato a la Secretaría General del PSOE y, por ende, aspirante a la Presidencia de Gobierno.
Lo más asombroso fue la reacción del interpelado: lenta, desvaída e incierta. Sólo dijo algo referente a sentimientos, que son volátiles y fugaces y corren a la velocidad con que los iones de sodio, sinapsis tras sinapsis, estimulan la amígdala, el hipotálamo y el tálamo hasta provocar la descarga de las suprarrenales. Fragmentos de segundo, un fulgor, una intuición bergsoniana, puro movimiento.
Según el candidato a estadista, una Nación consiste en lo que ocurre entre las neuronas durante fragmentos de segundo, más raudo que el proceso que precedió a su improvisación para responder. El doctor Sánchez confundió el ser de la realidad con un proceso neurofisiológico y elevó éste a categoría ontológica parmenídea. Fusión de Heráclito y Parménides, como la cuadratura del círculo. Fuera de la persona que siente, no queda nada. Tal respuesta es el epifenómeno de un vacío, la nada específica que albergaba su cerebro sobre el tema planteado, porque sentir es un fluido, no crea esencias. Con estas armas, ahora va a por todas; como si quedara algo.
En aquella ocasión, don Patxi, preparado como magistral de la basílica de Begoña, pinchó una bolsa que estaba hueca; allí no había un nido de ideas, ni un depósito de saberes rancios, ni imaginación sublime capaz de improvisar con rapidez, ni siquiera raciocinio capaz de distinguir entre el ser y el sentir, la realidad y las reacciones que ella suscita. El INI de esta nación-sentimiento sería pura entelequia.
Los dos compañeros y la compañera de partido estuvieron de acuerdo para agrandar las atribuciones del Estado, ese Leviatán al servicio de la Nación; es decir, una fiera amaestrada por un sentimiento (¡!), que, no obstante, sigue dispuesta a esquilmar a los ciudadanos, más aún, para crear más funcionarios, que no produzcan otra cosa que burocracia, pero dependan del Estado. Estas cargas no entran en el INI, don Patxi. Ellos sólo son adictos a la paga providencial y socorrista del Estado, aunque no mueva el PIB, genere pobreza y ayude a incrementar la deuda pública.
El doctor y sus colegas hablaban entonces de subir los impuestos a los ricos. No iban a ser menos que Podemos. Luego, los tres pedían la confianza de sus otros compañeros y compañeras de partido para seguir exprimiendo al ciudadano, robarle su alegría, su libertad y su motivación, hasta convertirlo en hormiguita laboriosa, dispuesta a pagar tasas, impuestos directos e indirectos, rentas supuestas y multas, por doquier y sin rechistar.
Aunque el doctor Sánchez no reinstaure el INI, a don Patxi no le va mal. Ya ha sido lehendakari de su País Vasco con los votos del PP y presidente del Congreso de los Diputados. Ahora, como portavoz del PSOE, tiene derecho a usar otro coche oficial de los 18 que la Sra. Batet acaba de comprar, que son más caros (¿ostentosos?) que el usado por el presidente de la República Francesa. Será que eso de subir los impuestos a los ricos da mucho juego, aunque no exista el INI, ni falta que hace, porque con un simple bachiller superior se puede llegar muy lejos, ya que no hay mejor recomendación que ir ligero de equipaje.