VAYA la que se lío ayer tarde [03/02/2022], festividad de san Blas, patrón de los otorrinolaringólogos, los especialistas de la garganta, nariz y oído. A algunos de nuestros representantes en el Congreso, le falló éste, y eso que hubo quien se acordó de la garganta; sin embargo, estaban más pendientes del “¿Qué hay de lo mío?” Total, hicieron oídos sordos al asunto principal. Y, de no haber sido por el despiste telemático de un diputado, la cosa hubiese acabado como el rosario de la aurora. (Se usa para referirse a un hecho o suceso que sabemos o presentimos que va a acabar mal.) Se acordaría el hombre de Miguel Delibes, igual porque estos días se han echado unos y otros al campo a descubrir cuanto no se aprecia desde los despachos, y, les vendría a las mentes aquel pensamiento: “un sí, es no es”. Se haría la picha un lío (con perdón). Se trabucaría con la pregunta y la respuesta. Y ya se lío. Luego ya preguntaría por teléfono a algún amigo de bancada: “¿Había que derogar o convalidar?”
A partir de ahí, el esperpento. La oposición celebrándolo (faltó el champán, pero iba a ser ya muy descarado); la bancada azul, preguntándose uno a otros: “¿Qué celebran?”. Se extrañaban, sabiendo que se trataba de una medida consensuada entre patronal y sindicatos, beneficiando a empresarios y trabajadores. Desconocían hasta el momento la jugada urdida a sus espaldas: dos diputados del sí, se habían pasado al no. Mas cuando más animada estaba la celebración, la presidenta del Congreso, apagó la música y tomó el micrófono: “Se convalida la reforma laboral”. Ya sabemos cómo somos cuando nos dejan sin baile: hacemos el botellón en la calle. No tardaron en oírse las quejas cuando se les acabó la fiesta: “Pucherazo, prevaricación, vulneración.” A continuación, la fiesta se trasladó a la otra zona del hemiciclo. El segundo tiempo ya lo sabemos: impugnar, denunciar… Hubo quienes se quedaron lívidos. Se habían arrogado al “no” para justificarse con su peña: “Hemos dicho que no, porque ya estaba todo acordado. Y nos hemos mantenido en nuestros principios.” O sea, el ¿qué hay de lo mío? Se van a salvar porque la votación telemática requiere de una doble confirmación. En el futuro habrá que no descuidarse. «A Dios rogando y con el mazo dando: trabajar y esforzarse para conseguir lo deseado, al mismo tiempo que se invoca la ayuda de la gracia divina. Seguramente algún personaje de Delibes, avisado él, lo tendría presente en una variante, en la cual el sentido varía apenas un poco: «A Dios rogando y con el macho dando». En este contexto, la palabra macho se refiere al mulo o a la caballería, y la frase resulta de una adaptación surgida en el campo para dar a entender la necesidad de salir pronto de un camino que puede resultar peligroso. Tras de este esperpento, ¿cómo le van a explicar a los trabajadores, de los que se llenan las bocas con soflamas en su defensa, quienes han votado: unos no; otros, además de no, celebrando, ¿su hipócrita y manifiesta postura en contra de sus derechos elementales? Ya se sabe: ignorar es responder con inteligencia. Y el pueblo, no tiene un pelo de tonto.