El Reglamento del Ateneo de Madrid, al igual que su Institución, es hijo de la Ilustración, del pensamiento ilustrado que se extendió por España, que cristalizó en la Constitución de 1812 y hoy disfrutamos en la Constitución de 1978, a pesar de los cien mil hijos de San Luis, de la Inquisición y de la intolerancia oligárquica y caciquil.
Con esa sangre ilustrada que corre por sus venas, dispone que en la segunda quincena de mayo deben celebrarse las elecciones a la Junta de Gobierno (art. 85), en concreto de la mitad, de forma que cada ejercicio se renueva una parte de sus miembros (art. 37), los cuales desempeñarán gratuitamente sus cargos (art.36), correspondiendo en este año 2021 a los de Presidente, Vicepresidente Segundo, Secretario Primero, Vocal Segundo, Depositario y Bibliotecario.
Siempre son elecciones de especial interés y trascendencia pues el Ateneo es una institución de relevancia histórica y de gran prestigio donde, desde su fundación en 1820 como Ateneo Español y su refundación en 1835 con su nombre actual (ampliado con “artístico” en 1860), se han expresado todas las ideologías, progresistas y conservadoras, se han discutido todas las tendencias culturales y se han presentado todos los logros científicos, por las más inminentes personalidades nacionales e internacionales o por sus propios socios caracterizados por ser librepensadores, intelectuales y comprometidos con los valores de la Ilustración, pilares, como se ha dicho, de la Docta Casa.
No debemos olvidar que en ocasiones ha dejado de ser un “Ateneo Libre”, como cuando fue intervenido por el dictador Primo de Rivera o después de la guerra civil, oscuros años en los que fue utilizado como dependencia de falange primero y de la oficina de propaganda del régimen después, dado que el régimen era consciente de la peligrosidad de sus principios de tolerancia, democracia y pluralidad, que tanto aborrecía.
Tuvimos que esperar al retorno de la democracia para que el Ateneo volviera a recuperar su naturaleza como “Ateneo Libre”, esto es, gobernado sólo por la voluntad soberana de sus socios expresada por sus votos y su hacer diario en las Secciones, Agrupaciones, Cátedras y Tertulias. Y volvimos los ateneístas a votar en 1982, renovando sus órganos con la dinámica potente de su Reglamento ilustrado.
En las elecciones a la Junta de Gobierno siempre es preocupación de los ateneístas que se pretenda modificar el Reglamento para quitarle su fuerza ilustrada, sus valores profundamente democráticos, en definitiva que se pretenda privar a los socios de su soberanía y con ello de la libre expresión de su pensamiento.
En efecto, en cada renovación de la Junta de Gobierno debemos los ateneístas estar alerta para que no desembarquen quienes pretendan pervertir la naturaleza fundacional del Ateneo; alerta para para proteger a sus Secciones, Agrupaciones, Cátedras y Tertulias, órganos de bombeo de su sangre ilustrada.
El Ateneo no puede terminar siendo un de club de ocio privado ni un salón de juego ni un gran centro comercial ni un think tank al servicio de una forma de pensar, por la sencilla razón de que dejaría de ser el Ateneo. No podemos permitir que la sede del libre pensamiento español termine bajo el fuego, como el libre pensador Giordano Bruno en el Campo de fiore de Roma.
Como ateneísta, que ha tenido el honor de ser Vicepresidente del Ateneo y ahora de ser Presidente de su Sección de Ciencias Jurídicas y Políticas, así como de su Agrupación Agustín Argüelles, considero un deber moral implicarme en la defensa de los elevados valores del Ateneo.
Por ello, no he dudado en formar parte de la cadena de unión de ateneístas, de todas las ideologías, progresistas o conservadoras pero siempre democráticas, que se ha constituido como “Tribuna por un Ateneo Libre”, tribuna para la defensa de lo que debe seguir siendo la Docta Casa: una institución abierta a todos, no excluyente, sin ánimo de lucro y faro guía de la democracia.