Hablemos claro.
La derecha no ataca al CIS porque entienda que falsea las encuestas. Jamás han podido mostrar prueba alguna de lo que no existe. Ninguna denuncia de su sicariato prosperó jamás. Mienten y saben que mienten.
No atacan al CIS porque cuestionen sus técnicas de muestreo, de entrevista o de estimación. Muchos de los que atacan no saben de lo que hablan. Y los que sí saben, nunca se atrevieron a sostener sus críticas con argumentos científicos.
No atacan al CIS porque duden de la profesionalidad o de la honestidad de su presidente. Ninguno de los portavoces que mandan contra el CIS se acerca siquiera al nivel de conocimiento, rigor y prestigio profesional de José Félix Tezanos, catedrático de Sociología desde hace varias décadas y autor de más de 80 libros, 150 monografías y miles de investigaciones.
No atacan al CIS porque el CIS no sea transparente en sus actividades y en sus métodos. Nunca antes el CIS ofreció tanta información sobre sus trabajos y métodos de investigación. Ninguna de las empresas privadas que publican las encuestas que gustan a la derecha ofrece los datos primarios y procedimientos como hace el CIS.
No atacan al CIS porque su actividad ofrezca ahora menos rendimiento a la sociedad española. Por el contrario, el CIS en esta etapa realiza y publica más investigaciones y estudios que nunca, para provecho de miles de estudiantes, investigadores y ciudadanía en general.
Y, desde luego, no atacan al CIS porque sus estimaciones de resultados electorales sean deficientes o peores que los que publica la derecha demoscópica.
En las recientes elecciones de Castilla y León, las estimaciones del CIS clavaron los resultados respecto a 5 de las 8 candidaturas que obtuvieron representación: PP, PSOE, UPL, Soria Ya y XÁvila. Se quedaron a un escaño en otras dos candidaturas: Cs y UP. Y su previsión respecto a VOX fue menos errada que otras.
Por tanto, mienten y saben que mienten quienes atacan al CIS por su supuesto fallo grave de estimación de resultados en las elecciones de Castilla y León. Ahí están los datos.
Entonces, ¿por qué la derecha ataca al CIS?
Las razones de la derecha demoscópica son evidentes, contantes y sonantes. El CIS es competencia para el negocio de algunas empresas. Una competencia que ofrece productos de mejor calidad que los suyos.
Ante la incapacidad de ganar al CIS en trabajo, rigor y solvencia profesional, unas pocas empresas se dedican a denigrar con falsedades al CIS para vender mejor su propia mercancía que, demasiado a menudo, suelen publicar sin la transparencia debida respecto a datos primarios y métodos de estimación.
La derecha política y mediática tiene sus propias razones.
Llevan décadas practicando el mismo juego. Ante cada escenario electoral fabrican su propio marco de “resultados previsibles” y lo publicitan de manera concertada, con el propósito de generar climas de opinión favorables a los intereses de la derecha.
Un CIS independiente y riguroso en sus encuestas les quiebra el juego. Por eso tratan de tumbarlo.
También ha ocurrido en las recientes elecciones de Castilla y León. Ahí están los datos.
La empresa GAD3 daba en el mes de enero un 40,8% de apoyos y 39 escaños al PP, con una diferencia respecto al PSOE de más de 10 puntos y hasta 12 escaños.
La empresa SIGMA2 daba en el mes de enero un 40,3% de apoyos y 42 escaños al PP (¡mayoría absoluta!) con una diferencia respecto al PSOE de cerca de 10 puntos y hasta 15 escaños.
Como todos sabemos, ese 40% de estimación se convirtió en un 31,4% de realidad en las elecciones del 13 de febrero. Y esos 12 y 15 escaños de diferencia se quedaron en solo 3.
¿Quién intenta condicionar al electorado con las encuestas? ¿Dónde están las críticas del PP por estos fallos flagrantes de estimación?
¡Venga ya!
Es siempre la misma historia. Para alcanzar el poder, a la derecha le sobran los escrúpulos.
Atacan con falsedades a una institución respetable, con decenas de buenos profesionales honestos.
Persiguen hasta querer meter en la cárcel a una persona honesta, que siempre ha estado dispuesta a explicar sus actuaciones, a contrastar datos e, incluso, a revisar sus métodos si se le convence con argumentos.
Es la política de la tierra quemada.
Por lo que vemos en estos días, la practican hasta entre ellos mismos en sus guerras internas.
La política no es esto.
Los profesionales del CIS y su presidente han de saber que somos muchos, la gran mayoría, quienes apreciamos su buen trabajo y lamentamos el sufrimiento injusto que padecen por estas campañas infames.