Cada mes de Octubre, y desde hace ya ocho años, se produce en tierras del Algarve, sobre todo en la hermosa villa de Olhão, aunque también en otras ciudades cercanas, un milagro poético llamado “Poesía a Sul”.
Como todos los milagros en los que no hay intervención divina, no surge de repente y de la nada, sino por el esfuerzo, el tesón y la dedicación de una persona. En este caso el milagro tiene lugar gracias a uno de los mayores poetas portugueses de nuestra generación, Fernando Cabrita, quien se caracteriza, además de por su vocación poética, por una arrolladora simpatía, una irresistible fuerza organizadora y una entrega absoluta a ese ideal de lo que siempre debería ser la poesía.
Una poesía entendida no sólo como la pasión hacia y por los poemas, sino además, y sobre todo, como el arte de ser capaces de compartirla, de convivirla, de recrearla, de tal manera que no importan eso que otros creen obstáculos insuperables. Para el poeta auténtico, y eso es lo que caracteriza a Fernando Cabrita, las fronteras, los diferentes idiomas o las formas dispares de ver, sentir e interpretar cuanto nos rodea, lejos de ser muros infranqueables, son trampolines que facilitan todavía más ese salto mortal, esa arriesgada pirueta, que transforma las palabras, hasta entonces cotidianas, en algo nuevo e insospechado, en un verso que a la postre, junto con otros igualmente arriesgados, se transforman en poema.
Uno piensa que Fernando Cabrita es como el prestidigitador que, en lugar de sacar conejos de la chistera, hace aparecer como de la nada, sobre ese fondo mágico de la ría de Olhão, innumerables poetas del mundo entero. Muchos son los portugueses, naturalmente, como también los españoles. Los hay también franceses e ingleses. Pero además, son muchos los que vienen a compartir sus versos desde lejanas tierras, llenando las horas del atardecer algarvio con la música de sus poemas en árabe, en turco o en vietnamita, sin que nadie se extrañe por lo exótico de esas hermosas lenguas en las que, para los espectadores, la sonoridad y el ritmo suplen con creces la ausencia de un sentido concreto.
Como todos los magos, Fernando Cabrita tiene no uno, sino muchos trucos que explican el éxito de “Poesía a Sul”. Además de sus dotes personales sin las cuales sería imposible que este milagro existiese, cuenta con el apoyo decidido y entusiasta de un municipio que ha hecho de la poesía una de sus señas de identidad. No se trata sólo del Ayuntamiento, sino también de innumerables instituciones de Olhão y de muchos, muchísimos, de sus ciudadanos, quienes desde el primer momento han comprendido la importancia de esta cita anual con la poesía y con los poetas de tan variada procedencia. Otro triunfo que Fernando Cabrita esconde en la manga es el de su portentosa capacidad para conseguir que certámenes similares, celebrados en los lugares más insospechados, se integren de una manera armoniosa y natural en esta aventura poética que cada año embellece, todavía más si cabe, las tierras algarvias. Tal es el caso de los encuentros de los poetas de la Sierra de Aracena o del desierto en Ouarzazate.
Las veladas de “Poesía a Sul” no dejan sólo en la memoria las resonancias y los ecos de los versos recitados en la ría, en el mercado o en cualquiera de las recoletas plazas y calles de Olhão, sino que se convierten también en lectura perdurable a través de una cuidada publicación que reúne las voces de cuantos se juntan a celebrar la poesía en el Algarve. Esos libros colectivos, llenos de belleza, de ilusión y de esperanza, reflejan de alguna manera la vocación universal de estos encuentros que, sobre todo en nuestros tiempos confusos, recurriendo a ese instrumento de cambio que es la poesía, transforma y engrandece no sólo el Sur, sino todo Portugal.
“Poesía a Sul” está desarrollando en estos mismos momentos sus deliciosas sesiones. Con las limitaciones que todos y cada uno de nosotros respetamos para superar la actual pandemia, Fernando Cabrita ha conseguido realizar otro truco de magia, un más difícil todavía. Los encuentros se llevan a cabo en salas vacías, sin la presencia y el calor del público, sin que al final de cada intervención un estruendo de aplausos acabe con esos inevitables y angustiosos instantes de tenso silencio que para el poeta se suceden, lentos e interminables, como la más cruel de las torturas, tras la lectura de su poema. Pero a la vez, ha conseguido que el público esté allí, virtualmente, a través de las pantallas, multiplicándose cientos de veces, hasta transformar esas recoletas plazas y calles de Olhão en recintos demasiado pequeños para dar cabida a tantos y tantos que, desde los lugares más distantes del mundo, seguimos con admiración la magia renovada de Fernando Cabrita y de los extraordinarios poetas de “Poesía a Sul”.
Entreletras comparte la publicación de este artículo con el Diario de Noticias de Lisboa