Todavía no hace un mes cuando por primera vez en su vida cien mil españoles votaban en unos comicios, en las generales al Congreso y al Senado. Ha pasado más de un año, no había tenido lugar la moción de censura al PP. Frente a los leones estaban el CERMI (Confederación de representantes de las asociaciones de personas con discapacidad), un puñado de mujeres y hombres convencidos de sus derechos y del deber de lo que exigían. Encontré a representantes de la ONCE, de plena inclusión, de salud mental, etc. todos se representaban a sí mismos y a otros españoles/as que no tienen fácil venir a Madrid; pero todos coincidían en el mismo objetivo: convencer a los diputados del derecho a votar de esos ciudadanos españoles que por causa de su discapacidad lo tenían negado, pese a sus 18 años bien cumplidos que establece la constitución. No es mi caso, yo siempre voté; pero por solidaridad y por convencimiento, estuve aquel día con ellos.
No puedo olvidar la ilusión que reflejaban sus caras, sus sonrisas, su fortaleza de ánimo. Se sabían con derecho y querían ejercer su obligación de elegir a sus representantes políticos en la más alta cámara legislativa del país. Conseguido este objetivo, acudieron mayoritariamente el pasado día 26 a para elegir, para votar. ahora volverán a hacerlo para elegir a su alcalde, al que seguramente conocen mejor que otros vecinos suyos, también elegirán a sus representantes de la comunidad autónoma (si es el caso) y por supuesto a nuestros representantes en Europa. Rompo una lanza a favor de quienes formaban el núcleo duro de aquella manifestación, las mujeres que eran mayoría. Porque en España se dice que ‘la discapacidad y la dependencia tiene rostro de mujer’. Sí, de mujer, porque son ellas, nuestras madres, nuestras hermanas, nuestras esposas y nuestras hijas las que siempre están al lado de la persona que sufre, sea cual sea la causa. Incluso en las manifestaciones, en la exigencia de nuestros derechos, son ellas, quienes más altas levantan las banderas. No les sale gratis el esfuerzo, porque esos sacrificios muchas veces redundan en perjuicio de su carrera profesional, de sus tiempos y bases de cotización y consecuentemente de sus pensiones futuras. Va siendo hora, digámoslo claro, que los varones lo reconozcamos y demos otro paso más al frente disponiéndonos a compartir esas tareas. Si usted lo hace, le felicito.
Pero ahora quiero hablar de futuro. El 26-M volveremos a las urnas, espero que con ese ánimo y junto a muchos millones de españoles, con dos, o tres papeletas cada uno. Europa, el ayuntamiento y la comunidad, si es el caso.
¿Por qué Europa? Dicen que la política es el arte de conseguir lo imposible. Pues por ilusión no será. Ellos la tienen. y no estarán tan desencaminados. Nuestros compañeros de viaje planetario, allá en las antípodas, en Nueva Zelanda, han empezado a hacer unos presupuestos que miran más las necesidades de las personas, la salud, la rehabilitación de los presos, la formación de las personas marginadas, de las personas con discapacidad, de acompañar y respetar a sus ancianos; sin mirar tanto el porcentaje de PIB (producto interior bruto –y tan bruto- diría yo-).
A Europa también le podemos pedir hacer lo mismo. Recursos técnicos, materiales y financieros hay. Por ello las personas con discapacidad exigimos un nuevo contrato social donde predomine la justicia. Pero la justicia social, la que procura dar más a quien menos tiene, o a quién más necesita. Cito a un filósofo, John Rawls, en su libro ‘La teoría de la justicia’ (1971), nada sospechoso de pro-soviético. Además, la ONS y la ONU también lo ratifican cuando en la formulación de los derechos de las personas con discapacidad afirman que la discapacidad de una persona no puede ser la causa de su pobreza, ni presente ni futura. Tampoco la discapacidad puede ser motivo de exclusión de las nuevas tecnologías, siempre en manos de las grandes corporaciones a quién un pequeño país no puede exigir, pero la UE sí. En el nuevo contrato social que para la UE propugna el PSE (donde se integra el PSOE) también se defiende la igualdad y el respeto de los derechos de las personas con discapacidad. Su derecho a la educación desde la infancia, pero educación inclusiva, la accesibilidad a todas las instalaciones deportivas, a los cajeros automáticos, a las nuevas tecnologías, la promoción pública del deporte de base, el acceso a cuantos servicios de salud le sean precisos por motivo de su discapacidad y podríamos seguir en un largo listado que hemos de repetir seguidamente; porque las ‘directivas’ que lo afirman, reclaman de las autoridades de los estados miembros, en sus distintos niveles, central autonómico y local, procurar el cumplimiento de esas normas y conseguir que las personas con discapacidad puedan desenvolverse como cualquier otra que no la tenga.
Sí, reconozco que dicho así, parece un reto imposible. Pues para eso hemos dicho que está la política. Pero añado más, en ese ‘nuevo contrato social’ no podemos olvidar tampoco a quienes son más vulnerables, los niños y los ancianos. Los primeros porque son nuestro futuro. Los segundos han sido quienes han hecho posible con su lucha, trabajo y esfuerzo construir un ‘estado del bienestar’ en el que vivimos, pese a todos los remiendos que la tempestad llamada crisis financiera ha provocado en el techo, cimientos y paredes del templo que ya creíamos haber edificado.
Por ello, conviene repasar las propuestas que los programas electorales del próximo 26-M contienen referidas muy explícitamente a las personas con discapacidad o dependencia.
Debo hacer una aclaración previa, que no todos compartirán. Una persona con discapacidad será difícil que no tenga alguna dependencia, aunque puede conseguir un alto grado de autonomía, casi tan grande como otro ciudadano cualquiera. Pero el paso del tiempo nos convertirá irremediablemente a todos primero en mayores, luego ancianos y finalmente personas dependientes, si tenemos la suerte de vivir tanto tiempo para poder contarlo.
Sigamos el ciclo vital. Un niño con discapacidad se encontrará en una familia, padres, abuelos, tíos, posiblemente hermanos, etc. afectará a toda la familia, hasta tíos y primos, con diferentes actitudes, pero se verán afectados, aunque no se impliquen nunca en el asunto. Si encuentran acertados consejos pronto sabrán que lo primordial es una buena rehabilitación y procurar la mejor y más acertada formación para que el menor aprenda a desenvolverse, cuanto más autónomamente, mejor. Aquí no valen las lástimas. Lo peor que podrán hacer es discriminar -creyendo que es positivo- permitiéndole el mínimo esfuerzo. Deberá aprender a aprehender a descubrir como desenvolverse lo mejor posible en su vida. Ysi sus capacidades lo permiten, (seguro que sí), lo mejor será siempre ‘dignificar su vida con un trabajo’. Un trabajo con el que pueda sentirse y saberse útil para la comunidad social en la que vive. Ello será lo más importante para su realización personal amén de los ingresos económicos que le pueda garantizar.
Pero recordaremos que la sanidad, los servicios sociales y la educación en el Estado español son competencias transferidas a las comunidades autónomas. Por ello en este 26 de mayo nos jugamos mucho. La ley de la dependencia y la atención a las personas con discapacidad, data de 2008 y no en todas las autonomías ha corrido la misma suerte ni en su desarrollo normativo ni en la dotación de los presupuestos necesarios para desarrollarla.
Si me permiten un ejemplo, una modificación de solicitud de prestación por dependencia, ya reconocida y solicitada y concedida, tardó el pasado año más de 6 meses aquí en la Comunidad de Madrid en llegar a su destinatario. Y una reciente petición de cambio de banco donde se quiere recibir la prestación, recibió la respuesta verbal, hace tres semanas, de que se tardaría tres meses.
Piensen que para una persona en situación de necesidad, (ya ha pasado) la prestación de dependencia que necesitaba para vivir, le llegó tras su muerte. Por eso será muy necesario cumplir con la promesa de una modernización de la administración que responda a las necesidades de hoy, con las herramientas de hoy.
Para seguir con el presente relato me he sumergido en la lectura del condensado y extenso programa electoral del PSOE para la Comunidad de Madrid, que desarrollado en 135 páginas y 645 puntos; agrupados en 9 títulos, comienza proponiendo la consecución de unos servicios públicos de calidad y concluye refiriéndose a la relaciones con Europa y las propuestas de cooperación internacional. ¡Todo un paquete de compromisos!
En cualquier caso, una prioridad fundamental debe ser velar por el bienestar de todo el alumnado y, especialmente, por aquel con alguna discapacidad o necesidad de atención educativa, garantizando que reciban la respuesta más adecuada a sus necesidades específicas. Para ello, resulta imprescindible mejorar sensiblemente los medios y recursos destinados a la atención a la diversidad y la inclusión, especialmente para la escolarización del alumnado con necesidades educativas especiales. Hemos de entender la diversidad como un valor de nuestra sociedad y educación, de manera que esta comunidad apueste de una manera clara por avanzar en una educación, y por tanto una sociedad, inclusiva y justa.
El número de personas residentes en la comunidad de Madrid que tienen acreditado algún grado de discapacidad supera las 300.000 personas, siendo más de un 5% de la población total de la región. Sin embargo, y pese a su mayor vulnerabilidad, este colectivo ha sufrido con especial dureza las políticas de recorte constante que el gobierno regional ha venido aplicando durante esta legislatura. Por este motivo y frente al abandono sufrido en los últimos años, debe existir un firme compromiso con las personas en situación de discapacidad, para que dicha situación forme parte esencial y se configure como uno de los ejes fundamentales de la actuación política.
En resumen que la discapacidad es un reto, una oportunidad, no un problema. Si se quiere mirar así, viendo y mirando a la persona y sus derechos, no sólo el problema.
Si los ciudadanos así lo consideramos, elegiremos y ayudaremos al cumplimiento de un programa como el del PSOE. De esta froma, en los próximos cuatro años habremos conseguido una comunidad y una ciudad mejor, un entorno más amigable y una mejor calidad de vida. De nuestra elección y voluntad depende.