A mí me gusta mucho Cataluña, y también los catalanes porque son muy decadentes, casi taciturnos y les gusta mucho hablar, y lo hacen bien, son muy dialogantes, tienen un notable sentido del humor y una rectitud moral que a veces añoro en otros lugares. Y además estoy a favor del referéndum, porque son ya siglos con este tema y creo que también afecta de forma muy importante al resto del país. Sueño una patria donde todos estén orgullosos, o por lo menos, a gusto, y eso en Cataluña, hoy, parece imposible.
Sin embargo creo firmemente que este deseado referéndum debe ser en igualdad de condiciones, con los papeles y la cartas boca arriba. Porque todos sabemos que los partidarios de España en Cataluña llevan décadas maltratados, denigrados y oscurecidos como el propio castellano. Así es imposible un referéndum justo y de referéndum injustos esta la historia llena de descalabros. Y también dejar muy claro qué tipo de independencia viene después del referéndum porque eso sí que no encuentro a nadie, dentro y fuera de Cataluña, que lo sepa, a nadie. ¿Podrán los escritores catalanes optar a los premios Nacionales de España? Sorprender ver la cantidad de autores catalanes que ganan estos premios al cabo del año, y las películas catalanas, ¿Podrán ganar los Goya? ¿Y el Euro? ¿Y los trabajos? ¿oposiciones? ¿y el dichoso deporte? Cataluña es una tierra donde competir es una norma de nobleza y tradición, ¿se van a aislar todas las competencias deportivas?, no hablo del fútbol que también, hablo del Judo, el Tenis, del Waterpolo, del Balonmano… cuando hablas de todo esto con los políticos te dicen que son asuntos de un calibre menor al lado de un país que nace, pero los países se forman con detalles pequeños que, juntos, se hacen importantes.
Porque por otro lado lo que no creo que en el resto de España se tolere es una Independencia a la carta, soy español para unas cosas y catalán para otras, para el fútbol soy español porque la Liga española es la mejor y el Barça es el Barça, pero… mi país es otro, mi cultura es otra y mis necesidades diferentes, ¡vale! Yo también soy francés cuando escucho La Marsellesa, ruso al leer a Dostoyevski y gitano al escuchar a Camarón que me parece un genio, de esos que no tienen patria como tantos otros genios catalanes.