Jardín cerrado es el mejor libro de Emilio Prados y una joya de la Generación del 27, escrito en México es un testamento poético sobre el exilio, la soledad, el desarraigo y la continua búsqueda de la tierra de uno en la tierra de otros. Libro que leí en mi adolescencia y que ahora me sigue conmoviendo. Pues ahora Jardín cerrado es también nuestro parque de El Retiro. A todos nos impresionó hasta el alma el fallecimiento de un niño hace una semana, yo tengo una hija de la misma edad y juega siempre en el mismo lugar donde ocurrió todo, es dramático, desolador, terrorífico… pero un parque como este no puede estar cerrado tanto tiempo.
El ayuntamiento de Madrid tiene que tener los suficientes medios para solucionar el problema en dos, tres, cuatro, cinco días, no sé, en una semana, pero no los más de quince que anuncian sin atisbo de responsabilidad. Desde luego ignoran que del parque de El Retiro, vive, desde el punto de vista económico, físico y mental muchísima gente, dentro hay restaurantes, bibliotecas, quioscos, artistas… y quince días sin trabajar son también quince días pagando alquiler, empleados, proveedores, en fin… una locura.
Hace dos o tres años también se cayó un árbol y mató a un señor que paseaba, fijaos sin han tenido tiempo. Esperar a que la cosa sea ya bochornosa es muy español pero también es el resultado de una organización pobre y bienpagá que ahora, otra vez, en vez de trabajar duro está echando tierra de por medio. En El Retiro hay muchísimos profesionales que no se merecen esto, se merecen poder tener todos los medios posibles a su alcance y seguir ofreciendo al público un lugar maravilloso. En El Retiro está la mejor Biblioteca Pública de Madrid, la Eugenio Trías, que además se ha convertido en un importante centro de reunión de escritores, y que decir del Palacio de Cristal donde las exposiciones tienen calado internacional, del estanque, del huerto, de los jardines de Cecilio Rodríguez… Madrid sin El Retiro no es nada.
También debemos pensar el papel de los árboles en todo esto, siempre me ha parecido extraño el hecho de que en Hyde Park haya tan pocos árboles y los que hay son esos inmensos, inamovibles que tanto gustaban a Pío Baroja, quizá sea en previsión de grandes y devastadores vientos, no sé.
En uno de sus geniales versos, Emilio Prados, dice, Jardín cerrado, mi alma… el alma de Madrid seguirá cerrada hasta que El Retiro abra, que no lo olviden.