Reseña y comentarios de la conferencia de Virgilio Zapateroimpartida el 29 de noviembre en el Ateneo de Madrid
El pasado 29 de noviembre se celebró una conferencia en el Ateneo de Madrid sobre Fernando de los Ríos a cargo de Virgilio Zapatero, autor de Fernando de los Ríos y los problemas del socialismo democrático, tesis sobre su figura publicada en 1973.
Virgilio Zapatero, auténtico especialista, es autor de muchos otros trabajos sobre el político e intelectual objeto de la conferencia. En la Transición fue profesor, primero en la Universidad Complutense como ayudante, y luego como titular en la Universidad Autónoma. Tuvo, además, una temprana vocación política: diputado del PSOE por Cuenca de 1977 a 1993; ministro de Relaciones con las Cortes y de la Secretaría del Gobierno entre 1986 y 1993, en el segundo y en el tercer gabinete de Felipe González.
Su hablar pausado y su tono vital nos recuerda a su admirado don Fernando, protagonista de la conferencia.
Virgilio Zapatero dejó la política en 1994 para regresar a la docencia, desde 1996 como catedrático de la Universidad de Almería y en la Universidad de Alcalá de Henares en 1999, donde fue rector de 2002 a 2010. En ese momento fue propuesto para la dirección del consejo de administración de Bankia, hasta 2012. Tras los aciagos sucesos durante la gestión de Rodrigo Rato, vuelve a la Universidad de Alcalá de Henares y, después de su condena, es separado del PSOE.
Últimamente ha intervenido en la polémica suscitada en el debate sobre la amnistía a los nacionalistas catalanes relacionados con el referéndum de 2017, manteniendo públicamente la inconstitucionalidad de la medida planteada por el Gobierno.
El objeto de su conferencia era el relevante papel que Fernando de los Ríos desempeñó como político e intelectual. Nos recordó la vinculación de don Fernando con el Ateneo, del que fue presidente entre 1934 y 1936, momentos extremadamente difíciles para nuestro país. En 1981 se recuperó su figura, incorporándose un retrato suyo a la galería de personajes prestigiosos de esta casa, y se le hizo un homenaje colectivo de desagravio, donde también participó el propio Virgilio Zapatero, comentando su decidida posición europeísta y humanista.
En la conferencia del 29 de noviembre de 2023 glosó su figura señalando la conjunción en él de la filosofía liberal de Giner de los Ríos y del socialismo de Pablo Iglesias, el primero como educador de las élites que dieron lugar a lo que hemos conocido como la edad de plata española y el segundo como educador de muchedumbres en la presencia política del PSOE en la historia española.
Como intelectual explicó, Fernando de los Ríos se fija en Unamuno, Ortega y Bobbio, en el primero para estudiar las raíces de nuestra identidad, en el segundo por la necesidad de establecer figuras relevantes para actuar como líderes sociales y en el tercero para construir una opinión informada. Se formó en la Institución Libre de Enseñanza (ILE) y en Alemania en los postulados de Kant. Al volver a España obtuvo la cátedra de derecho político en Granada, donde tuvo un papel esencial en la construcción del socialismo en esa provincia, afiliándose en 1919, y tras las fallidas elecciones de 1918, fue elegido diputado en 1920. Mantuvo una presencia constante en los cursos de extensión universitaria en Granada y en la Liga de la Educación Política de Ortega, así como con sus colaboraciones jurídicas en el periódico El Sol.
Su planteamiento político se sustentaba en la transformación social desde la educación y en conseguir una renta mínima para todos los ciudadanos; esto es, lo que se ha conocido como socialismo humanista. Además, el trabajo de los socialistas en los Ayuntamientos resultó ser muy importante como escuela de formación política. Desde el principio, el propósito de su compromiso público era formar un frente anticaciquil en Granada, para poder superar las enormes diferencias sociales existentes. Siempre fue defensor del valor del respeto, y ante la urgencia de la revolución, que algunos planteaban, él siempre defendió el valor de la democracia por encima de todo. Su planteamiento podría definirse como un socialismo no marxista, cercano al fabianismo. El principal objetivo era construir un Estado social y democrático de derecho donde los sindicatos jugaran un importante papel como mediadores sociales.
El triunfo de la revolución rusa, que produjo la presencia del socialismo en la dirección de un país, provocó la división de la Segunda Internacional y la creación de la Tercera, de obediencia comunista. El PSOE envió a Rusia a Anguiano y a Fernando de los Ríos durante un mes y medio a estudiar las 21 condiciones de la III Internacional y a comprobar el reflejo de la revolución en la vida de los rusos.
Al volver, los dos enviados manifestaron posturas diferentes: uno era partidario de la incorporación y otro, dadas las discrepancias, de formar lo que se llamó entonces la segunda y media, al desear mantener mayor autonomía. De ahí surgieron las palabras de Bujarín y Lenin “Libertad para qué” y el concepto de “Dictadura del proletariado”. Fernando de los Ríos convenció a Pablo Iglesias y a una parte importante del socialismo español; pero en el Congreso de los socialistas del año 21 un pequeño grupo decidió la escisión que daría lugar al PCE.
Fernando de los Ríos, al que se refería Azaña como la atadura de la justicia, se mantuvo en una oposición radical a la Dictadura de Primo de Rivera, frente a la corriente sindical de Largo Caballero que tenía una actitud más posibilista; defendió la abolición de la monarquía por la actitud de ésta de no respetar la Ley al haber recurrido a la Dictadura para no enfrentarse a las críticas por la guerra de Marruecos. Participó en la preparación de la conspiración republicana, y fue encarcelado por ello. En 1930 obtiene la cátedra en Madrid en la Universidad Central. Así mismo, se opuso al levantamiento social de la Revolución de Asturias.
Durante la República, Fernando de los Ríos desempeñó el ministerio de Justicia en el gobierno provisional de Alcalá Zamora y el de Instrucción Pública y Bellas Artes en el gobierno de Azaña.
El conferenciante glosó con detalle su importante labor de seis meses en Justicia: los cambios realizados para separar Iglesia y Estado, la libertad de cultos, el derecho de familia y los nombramientos de jueces. Inició los contactos con el Vaticano para la autofinanciación de la Iglesia y la progresiva sustitución de los colegios religiosos por colegios del Estado, así como la dependencia a la autoridad del Estado, lo que provocó la expulsión de los jesuitas. El problema era la atención escolar de 350.000 alumnos y la presencia de 35.000 religiosos. Todo lo anterior produjo un fuerte rechazo de la mayoría de los obispos encabezados por el Cardenal Segura, mientras Vidal y Barraquer encabezó la parte proclive a una negociación, todo ello durante el papado de Pío XI hasta 1937 cuando es elegido Pío XII. En diciembre de 1931 De los Ríos pasa a desempeñar el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes realizando una extraordinaria labor en la transformación del sistema educativo con el aumento de profesores y construcción escolar. De junio a septiembre de 1933 fue ministro de Estado y diputado en las tres legislaturas republicanas.
Al comienzo de la guerra se traslada a Washington como embajador, donde permaneció durante todo el conflicto. Se mantendría como profesor en Nueva York hasta que fue nombrado observador oficial del gobierno republicano en el exilio ante las Naciones Unidas y, en el gobierno Giral, ministro de Estado de agosto de 1945 a marzo de 1946, cuando lo deja por problemas de salud y por la decepción ante la actitud de los aliados de no intervenir en España. Falleció en mayo de 1949.
Virgilio Zapatero mantiene que en la Transición se planteó algo parecido a lo que De los Ríos propugnó en la II República respecto a las relaciones del Estado con la Iglesia. Además, respecto a la estructura del Estado, don Fernando era partidario de unos Estatutos que dieran lugar a parlamentos propios frente a la postura de Ortega y Unamuno; pero siempre se opuso a la cesión de la Educación. En 1944, en el exilio, defendió con una propuesta muy detallada la constitución de unos Estados Unidos de Europa.
De los Ríos —concluyó así la disertación— defendía la revolución del respeto frente a la revolución social. El respeto que supone diálogo, y por eso es mucho más que la siempre insuficiente tolerancia, pues lo primero es preguntar al otro y luego aprender de sus respuestas para poder negociar. La tolerancia, en cambio, solo expresa la “conllevanza” como la definía Ortega.
En el turno de preguntas y comentarios se manifestó cierta extrañeza por las escasas relaciones de De los Ríos con la federación de enseñanza del sindicato (FETE-UGT), a pesar de que el secretario general de la misma era de Granada, el maestro Manuel Alonso Zapata, y muy próximo a las posiciones políticas de Besteiro. Otros comentarios destacaron la actualidad de su pensamiento en la España de hoy.