El Gobierno y el Grupo Socialista en el Congreso están decididos a impulsar definitivamente la legislación que equipare a España con los países más avanzados del mundo en el reconocimiento de derechos.
Una de las propuestas a debate en la actualidad del Parlamento es la que ha de regular la eutanasia, o el derecho que ha de reconocerse a todo ser humano para dar por finalizada su vida en condiciones de sufrimiento grave y sin retorno.
En un alarde más de la retórica inflamada y falaz que caracteriza al nuevo líder de la derecha española, Pablo Casado ha asegurado que ‘este problema no existe en España’. El texto de la enmienda a la totalidad que el PP ha presentado para tumbar la propuesta socialista llega a comparar la eutanasia con la esclavitud y la venta de órganos. Aún está por dilucidar si la causa de tales disparates tiene que ver con la falta de sensibilidad o la simple ignorancia.
La derecha informada suele hacer uso de argumentos algo más elaborados, y confronta la reivindicación de la eutanasia regulada con el testamento vital, la evitación de encarnizamiento terapéutico o los cuidados paliativos. Pero no existe contradicción alguna entre estas demandas y el derecho que trata de incorporar el PSOE a nuestra legislación.
De hecho, tanto el testamento vital como los protocolos contra la obstinación terapéutica ya están regulados en muchas Comunidades Autónomas. Y el Congreso está a punto de culminar la ley que consagra como un derecho a los cuidados paliativos, como la llamada sedación terminal.
Tampoco hay conflicto entre la eutanasia y ‘el derecho constitucional a la vida’, como esgrime el PP. El propio artículo 15 de la Constitución Española relaciona ‘el derecho a la vida’ con ‘la integridad física y moral’ frente a ‘penas o tratos inhumanos o degradantes’. Y es que el derecho a vivir ha de asociarse indefectiblemente al derecho a vivir con dignidad, o a dejar de vivir cuando las condiciones de la vida resultan definitiva e irreversiblemente incompatibles con una mínima dignidad.
La propuesta de ley socialista establece la eutanasia como un derecho para quienes sufren ‘una enfermedad grave e incurable con un pronóstico de vida limitado’, así como para quienes padecen ‘una discapacidad grave, crónica e irreversible’ que les causa ‘un sufrimiento insoportable’. La mayoría absoluta de los diputados apoyaron la toma en consideración de esta ley, y solo el PP manifestó su voto en contra.
Nos tememos que a la derecha española le ocurra con esta ley y este derecho tal y como le ha sucedido con otras leyes y otros derechos a lo largo de nuestra historia democrática. Ya pasó con el divorcio, con el aborto y con los matrimonios entre personas del mismo sexo. Se opusieron, el derecho se consagró, y después no se atrevieron a tocarlo.
Por una vez, Casado y compañía podrían probar a apuntarse desde el principio a la conquista de nuevos derechos de ciudadanía para los españoles. O, al menos, a no estorbar.