ENTRAR AL TRAPO
Esta expresión se utiliza para referirnos a una situación en la que alguien intenta ponernos una trampa con una estrategia y nosotros respondemos irreflexivamente a sus provocaciones “cayendo en su trampa”. Normalmente, se usa en negativo, como consejo que alguien nos da “Es muy mala persona, “no entres al trapo,” o para contar que alguien no consiguió engañarnos “no entre al trapo”. En afirmativo, cuando ya ha ocurrido: “entré al trapo”. “A toro pasado”, cuando ya no había solución.
El trapo es un pedazo de tela inservible, con el que se puede limpiar el polvo o tirarlo. El origen de ENTRAR AL TRAPO lo encontramos en la lidia de los toros bravos. El torero utiliza el capote ( uno de los trapos, la tela rosa y amarilla) al principio de la corrida para llevar al toro hacia el lugar que él quiere y la muleta (la tela roja) al final de la corrida para engañar al toro, que baje la cabeza y matarlo.
CAER EN EL GARLITO
Otra de las expresiones con parecida intención, sería la de CAER EN EL GARLITO, si bien esta otra, a diferencia de aquélla, sería verse atrapado o cogido por aquello mismo que se intentaba rehuir: sorprenderle a uno en una acción que quería hacer ocultamente. Aquí se alude al “garlito”: especia de nasa para pescar, a modo de buitrón. En el Tesoro de la Lengua castellana, de Covarrubias (1611), se lee: “Garlito. Cierto género de nasa , hecha de mimbres o de hilo, para pescar peces , los cuales entran en ella como por lo ancho de un embudo, y después no pueden salir… Caer en el garlito: coger a uno con el cebo de la codicia o intereses. El maestro Correas, en su Vocabulario de Refranes del primer tercio del siglo XVII, escribe: “Caer en el garlito: cayó en el garlito. “Metáfora de los peces que caen en los garlitos puestos en la corriente de riachuelos; son los garlitos de mimbre, de suerte y forma piramidal, anchos de boca y acaban en punta, y como entran de cabeza los peces, no pueden resolverse ni salir por la apertura del garlito, y fuera del agua que los va atorando…”
Y, en eso estamos, sin darnos cuenta o conscientes de ello: entrando al trapo. Haciendo el juego (en este caso ideológico), a quienes no importamos más allá de su busca de la diferencia social, el estatus de privilegio. Entramos en el garlito y, ya engañados, utilizan el trapo para rematarnos, sin posible solución alternativa. Deberíamos pensárnoslo, antes de legitimar con nuestra torpeza situaciones sin marcha atrás. ¿En qué nos beneficia a nosotros los privilegios de clase de otros? Ya lo habrán adivinado: divide y vencerás o divide para reinar. Ganar y mantener el poder mediante la ruptura de las concentraciones más grandes, en fracciones que tienen menos energía en su aislada individualidad. El concepto se refiere a una estrategia que rompe las estructuras de poder existentes y evita la vinculación de los grupos de poder más pequeños. Mientras tanto, estamos a la gresca, por defender lo que creemos nuestros privilegios, o sea: entramos al trapo y caemos en el garlito.