noviembre de 2024 - VIII Año

El ciclo sigue con fuerza

Imagen: rtve

Los propagandistas de la derecha recitan como un mantra la feliz venida del “cambio de ciclo”, en una lectura tan previsible como falaz de los resultados de las últimas elecciones andaluzas.

El argumento que esgrimen para sustentar tal teoría no puede ser más simple: el PP ha ganado las tres últimas elecciones autonómicas. Solo que las tres últimas elecciones las convocaron ellos mismos, precisamente en las autonomías donde ya gobernaban.

Eso sí, limitan la contabilidad regresiva a tres elecciones, porque en la cuarta hacia atrás, es decir, en las elecciones catalanas de febrero de 2021, los populares obtuvieron un más que humilde octavo puesto y apenas el 3,85% de los votos.

Por tanto, el supuesto cambio de ciclo se pretende sustentar en el hecho de que el partido de Feijóo sigue gobernando en tres comunidades en las que ya gobernaba antes, pero con tan poca solvencia que se vio obligado a disolver los parlamentos y anticipar los comicios.

Es como si el PSOE pretendiera ahora responder a tal cambio de ciclo con uno nuevo, convocando elecciones sucesivas allí donde sabe que reeditará gobierno con seguridad, sea en Asturias, en Extremadura, en Castilla-La Mancha, La Rioja, Aragón, Navarra, Canarias, Baleares… Absurdo.

Es evidente que el PP ha obtenido un buen resultado en Andalucía, y que el resultado del PSOE no ha sido bueno. Pero las explicaciones para ambas realidades se encuentran fácilmente en el propio escenario andaluz.

Moreno Bonilla lleva poco tiempo gobernando y ha logrado no molestar a nadie con su campaña inane, vacía de ideas y propuestas. Ha convocado cuando le ha venido bien, con sus competidores de la derecha a contrapié, y con un PSOE andaluz en pleno proceso de reconstrucción.

Además, está comprobado que en tiempos de incertidumbre y zozobra, como son los propios del escenario actual de post-pandemia y con una guerra a las puertas de Europa, buena parte de la ciudadanía suele votar gobierno, por prudencia; en Andalucía también.

Pretender colar el camelo del cambio de ciclo con tales mimbres es demasiado simplista y oportunista, incluso para los redactores habituales del argumentario de la derecha en nuestro país.

Apenas han transcurrido unos pocos días desde el 19J, y los medios de comunicación han tenido que ocuparse ya con nuevos capítulos en los seriales más habituales del PP: Rajoy, imputado por líos parapoliciales en Andorra; Fernández Díaz, de corruptelas con Villarejo; Ayuso, cerrando urgencias sanitarias en Madrid; Mañueco, abucheado por los trabajadores públicos que sufren recortes y chapuzas…

La supuesta moderación con que Feijóo intenta vender el PP del nuevo ciclo se viene abajo con solo escuchar la enésima salida de tono de la presidenta madrileña, o la penúltima barbaridad misógina de sus aliados ultras en Castilla y León.

El supuesto apego a la institucionalidad de la nueva etapa del PP se derrumba al comprobar cómo Feijóo y los suyos continúan bloqueando la renovación de los órganos constitucionales, por puro ventajismo, tan ilegal como inmoral, exactamente igual que antes, como siempre.

El ciclo de gobierno socialista comenzó en 2018, con una moción de censura que devolvió la dignidad a las instituciones democráticas, tras una etapa oscura marcada por los múltiples casos de corrupción del PP.

Se trata de un ciclo sólido, que ha sostenido con solvencia y justicia a la sociedad española a través de las graves crisis de estos años, desde la mayor pandemia del último siglo hasta las consecuencias de la guerra de Ucrania, pasando por volcanes y filomenas.

Un ciclo firme gracias al liderazgo inteligente del Presidente Sánchez y a un Partido Socialista que continúa vertebrando este país, con mayorías importantes donde gobierna, y con alternativas sólidas allí donde no gobierna. El PSOE no desaparece donde pierde, como le ocurre al PP en Cataluña o Euskadi.

Un ciclo solvente en sus resultados económicos y de empleo, con récords de afiliación a la Seguridad Social y con más contratos indefinidos que nunca. Un ciclo productivo en conquistas sociales, con subidas inéditas en el salario mínimo, con la garantía legal de las pensiones dignas, con el nuevo Ingreso Mínimo Vital. Un ciclo fructífero en nuevos derechos, como la eutanasia, como la libertad sexual para las mujeres conquistada en la ley del sólo sí es sí.

Un ciclo fuerte en legislación reformista y avanzada, con nada menos que 148 leyes aprobadas en lo que va de legislatura, a pesar de pandemias y guerras, en el Parlamento más fraccionado de la historia constitucional.

Un ciclo reconocido y admirado en Europa y en el resto del mundo, por el exitoso rescate en Afganistán, por la ejemplar acogida de refugiados ucranianos, por lograr la excepción ibérica en el precio energético, por organizar la cumbre más relevante de la OTAN… a las puertas del semestre de presidencia española en la UE.

Hay un ciclo sólido por detrás del que sentirse orgullosos, desde luego. Pero, sobre todo, queda mucho ciclo por delante, solvente, ilusionante, esperanzador, para seguir haciendo un país mejor.

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