Después de 5 años de reclamaciones (LOMCE se aprobó 9 de diciembre de 2013, como modificación de la LOE aprobada el 3 de mayo del 2006) por fin la filosofía recupera el lugar que perdió con la LOMCE. La Comisión de Educación del Congreso ha llegado el miércoles 17 de octubre a un acuerdo para instar al Gobierno a que reorganice el programa de estudios y que vuelvan a ser materias ‘comunes’ y ‘obligatorias’ la Ética de 4º de la ESO, la Filosofía de 1º y la Historia de la Filosofía de 2º de Bachillerato.
El pacto es muy relevante, pues es la primera vez que PSOE, PP, Unidos Podemos y Ciudadanos se ponen de acuerdo en una medida educativa desde que el pasado marzo se rompieran las negociaciones del pacto de Estado por la Educación, tras abandonar las reuniones los representantes socialistas.
La proposición no de ley, presentada por Unidos Podemos, ha salido adelante con los votos a favor de los cuatro grandes grupos. El resultado es un texto preciso que recoge las peticiones que tanto la Sociedad Española de Profesores de Filosofía como Red Española de Filosofía, venimos reclamando desde el 2013.
Plantea diseñar un ciclo formativo de Filosofía ‘secuenciado’ durante los tres últimos cursos de Secundaria. La redacción debe enmendar lo que la LOMCE destruyó: es decir, que el currículo recoja la asignatura de Ética en el último curso de la ESO, y que sea una materia obligatoria para todos los alumnos. Y no como ocurre actualmente con la LOMCE que una asignatura llamada Valores Éticos, que además de no tener un claro contenido filosófico y reflexivo, es alternativa de la Religión.
Lo que le ocurrió a la 4º de la ESO también le ocurrió a la Educación para la Ciudadanía de 2º de la ESO. José Luis Rodríguez Zapatero la convirtió en materia de rango obligatorio tanto en 2º como en 4º de la ESO. Pero el ministro Wert le quitó esta condición y además de cambiarle el nombre y llamarla Valores Éticos, la puso como alternativa a la Religión.
Desde la Sociedad española de profesores de Filosofía siempre hemos defendido la necesidad de la formación Ética y de los valores ciudadanos y democráticos independientemente de las creencias religiosas personales. Dejar la formación ética y ciudadana en manos de la Religión es un anacronismo intolerable. Llevamos desde el 2013 sufriendo esta situación injusta y descabellada que un señor ministro nos impuso a los ciudadanos desoyendo a lo miembros de su propio partido.
La proposición sostiene también que haya también Filosofía como materia troncal en 1º de bachillerato (tal y como está ahora en la LOMCE) e Historia de la Filosofía en 2º como materia troncal para todas las modalidades de bachillerato y no optativa como ocurre ahora.
Esta materia de 2º de bachillerato es la que más polémicas suscitó. De tal manera que en este punto las diferencias entre las CCAA son abismales. En unas Comunidades Historia de la Filosofía es obligatoria para todos los bachilleratos, en otras solo para el bachillerato de Humanidades y Ciencias Sociales, en otras es optativa de obligada oferta, en otras es simplemente optativa, etc.
La LOMCE lejos de lograr su objetivo: hacer una ley para todos los ciudadanos y unificar a todas las autonomías con las famosas reválidas, consiguió crear tantas las leyes educativas como CCAA hay en España. Este es uno de sus grandes ‘logros’. Era de esperar que una ley que fue tan criticada en su redacción y discusión en el Congreso, fuese poco valorada a la hora de ejecutarla y cada Autonomía hizo los cambios y adaptaciones legales y no legales que consideró convenientes.
Ese ciclo de tres años; 4º de la ESO, 1º y 2º de Bachillerato se trata de un ciclo unitario y relacionado entre sí, que dará coherencia a la asignatura ligándola a los actuales problemas sociales, políticos, humanos, éticos y epistemológicos del tiempo presente. Es necesaria la reflexión filosófica en las aulas para dotar a nuestros alumnos de las armas de la racionalidad y de la tolerancia que abran las esperanzas de futuro.
Recogemos aquí unas frases de la Declaración de la UNESCO en defensa de la Filosofía que los alumnos de 1º de bachillerato conocen muy bien, pues está presente en casi todos los manuales de Filosofía: ¿Qué puede ser la enseñanza de la Filosofía, sino la de la libertad y de la razón crítica? En efecto, la Filosofía implica el ejercicio de la libertad gracias a la reflexión. Se trata, por ende, de juzgar sobre la base de la razón y no de expresar meras opiniones, no solo de saber sino también de comprender el sentido y los principios del saber, de actuar para desarrollar el sentido crítico, baluarte por excelencia contra toda forma de pasión doctrinaria. (UNESCO, La Filosofía: una escuela de Libertad, Declaración de París de 1995).
La eliminación de la formación ética en la ESO, o de la Historia de la Filosofía en bachillerato acarrea enormes efectos negativos para los futuros ciudadanos de este país, y representa un absoluto contrasentido en relación a los mismos propósitos que se declaran en la ‘exposición de motivos’ que precede a la LOMCE.
Gran parte de los futuros alumnos de la ESO (concretamente, todos los que escojan la materia de Religión) podrían no cursar jamás ninguna materia relativa a la educación ética y filosófica, con el perjuicio que dicha situación supone para la formación integral de dichos alumnos.
De acuerdo a las reiteradas recomendaciones del Consejo y el Parlamento Europeo, que la articulación de una sociedad en torno a valores cívicos y políticos democráticos (y no en torno a credos religiosos particulares ni identidades nacionales disgregadoras) depende del compromiso activo de los ciudadanos con dichos valores, compromiso que, a su vez, solo se puede contraer y ejercer honestamente desde la convicción razonada, la práctica del diálogo y la reflexión crítica en torno a los mismos. En cualquier sociedad democrática la elección de opciones políticas debe depender del juicio moral de los ciudadanos, que son quienes detentan la soberanía, por lo que la formación de su competencia para este tipo de juicios resulta vital para el arraigo de un sistema democrático que no genere dudas acerca de su valía y eficacia.
El desarrollo de esta competencia, la convicción en torno a los valores democráticos, la honestidad en las conductas públicas y privadas, la práctica del diálogo respetuoso, y la reflexión crítica y constructiva en torno a las distintas ideologías y enfoques morales y políticos que conviven en nuestra sociedad son, justamente, los principales objetivos de la formación ética y filosófica en la ESO. Dicha formación ciudadana resulta, por tanto, absolutamente fundamental en la Educación Secundaria Obligatoria y no puede ni debe ser relegada ni tratada de forma ‘transversal’ ni ‘alternativa’, sino que ha de ocupar un lugar privilegiado en el currículo, como asignatura común a todos, con un horario propio, y bajo la responsabilidad de profesores especialistas.
La mayoría de los alumnos que accedan al bachillerato y, por tanto, a estudios superiores y puestos de mayor responsabilidad social, verán seriamente mermada su formación filosófica. La eliminación de la Historia de la Filosofía como materia común en el bachillerato privará a la mayoría de los alumnos del conocimiento y la reflexión acerca de las ideas y los autores cuya obra constituye la principal seña de identidad de la cultura europea, así como el fundamento de las doctrinas e ideologías económicas, políticas, morales o científicas que rigen la actualidad y determinan el futuro de nuestro proyecto social. Desconocer el pensamiento griego, las raíces doctrinales del cristianismo, las ideas clave que han constituido la modernidad europea, las raíces del pensamiento liberal o socialdemócrata que caracterizan nuestras principales opciones políticas, así como los fundamentos y problemas filosóficos que laten tras la economía, la ciencia, el arte, la religión y el resto de manifestaciones de la cultura contemporánea, condena a los futuros ciudadanos a un estado de inopia y de vulnerabilidad ideológica que compromete y lastra peligrosamente su competencia ciudadana y su identidad como personas. Así pues, creemos que una educación de calidad y dirigida con afán integrador a la formación no solo de técnicos o profesionales, sino también de ciudadanos y personas activas, autónomas, críticas y conscientes de sus convicciones, no puede prescindir del estudio de la historia de las ideas que determinan nuestra forma de ser y de hacer tanto en al ámbito social como en el personal.