noviembre de 2024 - VIII Año

Cataluña, los funámbulos sobre la cuerda floja

alfredopinionEstamos a dos de octubre de 2017, cuando escribo este artículo. Aún están presentes las imágenes de una jornada triste, porque todos los días llenos de violencia, odio y enfrentamientos son tristes. Hoy siguen todavía los mismos funámbulos sobre la cuerda floja: los independentistas campando por sus respetos, saltándose a la torera leyes y racionalidad porque nadie puede declarar la independencia de un pueblo sin, como mínimo, estar seguro de que ello es lo que desean la mayoría de sus ciudadanos, amén de dar la imagen de un nacionalismo con tufos fascistas que no respeta la democracia ni más derecho que el de la turbamulta y la agitación de masas, felices en su ‘fiesta de la liberación’ y sin caer en la cuenta que esa pretendida libertad no es más que un camino a la ruina personal e institucional (aunque imagino que eso a los inductores poco les importa con lo que cobran ya hoy y querrán cobrar mañana). En el otro lado de la cuerda, el Gobierno dirigido según el sabio refranero gallego de la escalera en la que no se sabe si se sube o se baja y ese otro precepto de la serenidad ante las tormentas esperando que estas pasen, aunque se olvida de que a veces las tormentas se convierten en huracanes de grado cinco que lo arrasan todo.

opinionalfredEn ambos y en sus posturas existen aspectos de cierta hipocresía que me gustaría comentar. En los independentistas es curioso que este fuego nacional les haya crecido justo cuando se ha acabado la era ‘pujolista’ de la pela al bolso, las comisiones y el reinado de Convergencia que se ha visto obligada a tapar toda esa corrupción de años ofreciendo a cambio una maniobra de distracción que reclama con urgencia una independencia quizá para seguir llenando la bolsa con más libertad que antes, a la que se unen los extremismos que existen en cualquier sociedad actual y que pasan de la democracia (sean de izquierdas o derechas) en aras de alcanzar el poder e instaurar, no lo dudéis, su dictadura.

En el Gobierno, ese empecinamiento con la Constitución y la ley, que es verdad que están ahí, pero que cuarenta años después, demandan ajustes derivados de la propia evolución social y de los nuevos tiempos y de las políticas renovadas que solicitan los ciudadanos y que el Partido mayoritario obvia plantear por su escasa simpatía a hacer ningún cambio. Hay que dialogar y hay que convenir ya que la Carta Magna fue fruto de un momento histórico puntual en el que se trató de contentar a todos en lo posible pero que se ha quedada un tanto desfasada respecto a la actualidad, aunque habrá que hacer la Monarquía compatible con un Estado Federal y otros arreglos un tanto fuera de lo común pero que en todo caso deberán ser votados y pactados por mayoría de los españoles.

opinioalfredLo cierto es que falta debate y que ambos reflexionen con calma y espíritu abierto sobre lo que estos sucesos demandan y que no es otra cosa que tener los oídos abiertos a la ciudadanía (tan menospreciada a no ser que eche en masa a la calle) y a la vez que los ciudadanos reflexionen con serenidad y no se dejen llevar por manipulaciones y ridículos secesionismos que fomentan el odio hacia el resto de los que formamos parte de España ya que ello redundará en todo caso en el beneficio de unos pocos y la ruina de la mayoría. Digo yo que hay espacio para todos y podemos llevarnos bien aunque tengamos distintas lenguas y culturas siempre incardinadas entre ellas por una historia común. Erradiquemos el odio que ya es muy palpable en los catalanes hacia el resto de españoles como se dejó ver ayer pero que empieza también a impregnar a los que deseamos una convivencia pacífica y respetuosa con ellos, aunque no seamos iguales en muchas cosas.

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