TRIBUNA ESPECIAL ‘AL FILO DE LA PANDEMIA’
Con este artículo inauguramos la Tribuna ‘Al filo de la pandemia’, donde Alberto Infante Campos abordará a lo largo de las próximas semanas diversos aspectos relacionados con la actual pandemia de coronavirus
Al mismo tiempo que el gobierno de Castilla y León añadía Salamanca a la lista de capitales de provincia, junto a León y Palencia, donde se aplicaría un confinamiento perimetral de 14 días de duración que implicaba, además, importantes restricciones de horario y aforos en bares, restaurantes y locales de ocio, y la Generalitat de Catalunya adoptaba medidas similares en todo el territorio de la Comunidad, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, proseguía con sus peculiares reflexiones epidemiológicas asegurando que “si se cierran los bares la gente vuelve a sus casas a infectar a sus familias”.
Si a estas alturas la señora Díaz Ayuso no ha aprendido que para frenar la transmisión de la pandemia lo más importante es reducir drásticamente las oportunidades de contagio y que éstas se dan precisamente en lugares cerrados y poco ventilados, donde la gente está cerca y ha de quitarse las mascarillas para comer y beber, e incluso hay más probabilidades de que se las quite para hablar, bailar, cantar, etcétera (es decir, en bares, restaurantes, discotecas, salones de juego y otros lugares de ocio nocturno), es inútil explicárselo.
Sobre todo, si esa persona es capaz de sostener acto seguido que el “el gobierno ha cerrado Madrid a punta de pistola”, equiparando, espero que solo por puro atolondramiento, un arma de fuego de infausta memoria en nuestra historia reciente con un procedimiento constitucional al que el Gobierno de España hubo de recurrir ante la incomprensible (¿) torpeza del gobierno encabezado por esa misma persona, que ni siquiera fue capaz de argumentar ante el TSJ de Madrid lo que otras Comunidades habían sabido argumentar previamente ante sus respectivos tribunales.
Lejos de mí ignorar los errores cometidos por el Gobierno de España en la gestión de la pandemia. O creer que solamente el gobierno de la Comunidad de Madrid ha hecho las cosas mal. El Gobierno de España y otras Comunidades y Ayuntamientos, y también otros actores sociales, han hecho y siguen haciendo cosas mal, algunas muy mal. Pero de todos los gobiernos implicados, el de la Comunidad de Madrid es el que probablemente ha hecho más cosas peor durante más tiempo. Empezando por su apuesta por la confrontación sistemática con el Gobierno, siguiendo por su cuestionable gestión de las residencias de ancianos durante la primera ola, continuando por su empeño en un modelo básicamente hospitalario y no preventivo para afrontar la pandemia, y terminando (por el momento) con la sistemática ocultación de la extensión real de la transmisión en la Comunidad mediante un procedimiento de trilerismo contable que no por burdo deja de resultar inquietante.
A estas alturas, los habitantes de Madrid ya hemos comprobado que no hay peor estudiante que quien no quiere aprender. En ese caso tal vez lo mejor sea dejar de escucharle y cuando llegue el momento suspenderle el examen.
