enero de 2025 - VIII Año

Síndrome de Pinocho

Un síndrome es una situación compleja, donde actúan fenómenos que son incluso contradictorios. Por ejemplo, la neurosis se define como un síndrome general de adaptación-desadaptación, en el que la persona, por su inmenso esfuerzo de adaptación a las demandas externas, termina desestructurándose; sufre y hace sufrir en su empeño por adaptarse al medio social que le ha correspondido.

Pinocho es un personaje legendario de cuento, un mito, una metáfora genial de Collodi que sintetiza magistralmente el infantilismo y la mentira, que caracterizan a ciertas personalidades patológicas.

Gepeto, el artífice de Pinocho, lo extrae de un pedazo de madera. Ya empieza el simbolismo: la madera, cortada y seca, es resistente, está determinada por sí misma y sólo se cuida de sí misma, incluso, según el cuento, aunque esto contravenga a Gepeto, su creador y padre adoptivo. El conflicto se va a mantener a lo largo del cuento, a veces de forma divertida y a veces de manera dramática: Gepeto pretende que su marioneta sea “normal”, pero Pinocho quiere vivir su vida, satisfacer su necesidad insaciable de placer; él promete ir a clase, pero falta a su palabra ante las tentaciones irresistibles que ofrece la vida; promete, pero no cumple. Sin embargo, piensa encontrar intactos el pobre taller de Gepeto y el palacio del Hada Azul cuando vuelve de sus transgresiones e incumplimientos.

Pinocho es incapaz de sentir culpa; ni se plantea si sus traiciones han causado algún trastorno a quienes esperaban otra cosa de él. Ante sus desplantes narcisistas, sólo sabe levantar los hombros como respuesta a cualquier reproche, o le tira el martillo al Grillo parlante y lo mata, por atreverse a regañarle, porque Pinocho es agresivo cuando se le reprende, aunque es un gran tramposo.

Dejando de lado la metáfora, el síndrome psicológico parte de una vivencia de abandono, durante los tres primeros años de la vida: el niño no recibe cariño, o no se siente confortable con el que recibe, “no se fía” del cariño que le llega, hay demasiada frialdad o pobreza de signos de reconocimiento. Consecuentemente, se vuelve testarudo, un pequeño perseguidor que trata de explicarse a sí mismo el abandono que vivencia y se convierte en verdugo de quienes le rodean. A partir de allí, nunca confiará en nadie, pero lo exigirá todo.

Más adelante, se produce el choque con la figura paterna, como el de Pinocho con Gepeto. El conflicto se plantea porque el padre, un hombre, realmente débil y blando, está engreído, se cree en posesión de la verdad, que es una pose fatua; pero, desde ella, pretende ser escuchado y atendido. Por otra parte, es poco coherente ante el comportamiento del hijo cuando ve que éste no obedece, lo deja pasar. Él mismo presenta un modelo contradictorio: impone al hijo honestidad y compromiso ante sus tareas, mientras él se muestra descuidado ante su propio trabajo. Pinocho adoptará el modelo paterno, tal cual.

Con respecto a la madre, el futuro Pinocho también establece la siguiente polaridad: de una parte, la idealiza, como una hada madrina excelente, y de otra la vive como una bruja que resulta todo lo contrario. Esta estructura primitiva va a condicionar el desarrollo posterior del niño, que va a demandar maltrato de la parte bruja y compasión salvadora del hada madrina.

En consecuencia, tendremos a una persona que se esforzará para llegar a ser adulto.  Pinocho también quiere dejar de ser marioneta y convertirse en hombre; pero, mantiene características infantiles: falta de constancia y fiabilidad como su padre. Por otra parte, pretende a todas luces seducir a personas encantadoras y divertidas que le permitan albergar esperanzas de beneficio.

Frecuentemente, la existencia de Pinocho es muy inestable, pero intensa. Está solo, pero implicado en multitud  de proyectos y relaciones que le hacen parecer como un eterno adolescente; miente con descaro a cualquiera, pero sobre todo a sí mismo; se sobrevalora y se considera el mejor del mundo; se apunta a la búsqueda de placeres inmediatos; reniega del orden de la conciencia moral; es incapaz de establecer relaciones, si no manipula; puede ser generoso de inmediato, pero lo sobrepasa tomar a su cuidado a alguien de forma continuada; no reconoce la importancia de los demás en tanto que seres humanos, sólo le interesa explotarlos; su ambición y deseos de satisfacerse puede llegar a producirle problemas con la ley, dado que carece de conciencia moral.

En resumen, el síndrome de Pinocho tiene una percepción grandiosa de su propia importancia; opera con el fantasma de su poder ilimitado y la creencia de que se le debe todo. Por tanto, pone en el centro de su existencia la satisfacción de sus necesidades narcisistas y la intolerancia a las críticas. Siempre huye hacia adelante y miente por su incapacidad de seguir un plan y retroalimentarlo con revisiones críticas.

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