Regina de Lamo (1870-1947) fue una mujer polifacética, música, escritora, periodista, feminista, y defensora de la causa de la cooperación, además de madre de Carlota O’Neill y abuela de Lidia Falcón.
En esta pieza nos acercamos a un texto no conocido de esta activista incansable sobre el cooperativismo y la mujer en España, que publicó en El Socialista en junio del año 1924, con el título de “Las mujeres ibéricas ante la cooperación internacional”. Interesa su conocimiento porque explicaba la situación de la mujer en España y en Portugal en relación con el movimiento cooperatista, muy alejada de lo que ocurría en otros lugares, constituyendo, en cierta medida, una denuncia de este atraso.
Regina de Lamo (en el artículo firmaba como Regina Lamo) afirmaba que la mujer peninsular había vivido muy al margen del fenómeno del cooperativismo a causa de la misoginia del cooperatismo militante. Y esa era una de las causas de la mala difusión de esta escuela económica en España.
Gran Bretaña había sido el primer país que desde el comienzo de las cooperativas permitió la intervención de las mujeres en su funcionamiento. En el artículo periodístico explicaba cómo ante la burla y el desprecio por la primera cooperativa, la “tienda de la calle de los sapos”, el encargado de abrirla cada mañana no se atrevió a hacerlo por el alto grado de hostilidad hacia la misma. En la Junta Directiva se discutió que hacer, y hubo alguna voz que defendió que se cerrara hasta que pasasen unos días, pero fue una mujer, la esposa de uno de los socios, la que animó a abrir inmediatamente la tienda, afirmando que, si los socios tenían miedo de las burlas, ella misma lo haría. Esa había sido una verdadera pionera en la defensa del cooperatismo, allá por el mes de enero de 1844. Lamo elogiaba ese espíritu inglés alejado del ibérico, en su opinión.
Así las “Guid´s Woman Cooperative” británicas eran un ejemplo del movimiento cooperativo. Con su hacer habían conseguido derribar diferencias sociales y “hermanar intereses antagónicos”.
Pues bien, ni en España ni en Portugal el movimiento cooperatista había hecho algo por las mujeres que se dedicaban al trabajo a domicilio, calificado de verdadero oprobio por nuestra escritora, deteniéndose en las condiciones de explotación de miles de mujeres en una labor que, como hemos estudiado en varias ocasiones, ocupaba muchas horas para conseguir unos “jornales sórdidos, amarradas a una silla o máquina de coser”, habida cuenta de lo poco que se abonaba por los productos realizados. Y nada se había hecho a pesar de que había secciones de ropa confeccionada en la mayor parte de las cooperativas de consumo, dándose la circunstancia de que muchas de esas mujeres eran familia de cooperatistas, que adquirían las prendas confeccionadas por ellas con un sobreprecio de hasta un 70%, que iba a parar al patrón. Y todo esto pasaba en España y también en Portugal porque no se había tenido en cuenta la representación femenina en el movimiento cooperatista, que podían haber cambiado esta situación de la producción y distribución del trabajo femenino.
Esta explotación iba desapareciendo en los países donde las cooperatistas habían impuesto al mercado el justo valor de los productos de sus asociadas.
El papel de las mujeres era, por lo tanto, para nuestra protagonista, insustituible en la labor que el cooperatismo se había impuesto en el mundo.
Regina del Amo aludía a la próxima Exposición de Gante, que se iba a celebrar, donde se demostraría el valor de las mujeres que habían encontrado un ambiente favorable en el movimiento cooperatista para desarrollar sus iniciativas, destacando el caso belga, pero sin dejar aludir a otros países europeos.
Hemos consultado el trabajo en el número 4795 de 20 de junio de 1924 del periódico obrero socialista. Sobre nuestra protagonista en la faceta que aquí nos interesa podemos consultar el trabajo (en la red) de Rubén Villa Benayas, “Regina Lamo Jiménez, una mujer cooperatista”, en Cuadernos. Número dedicado a Mujer y cooperativismo, nº 9 (2007), págs. 90-93.