En torno al libro ‘Mayo del 68. Una utopía tras las barricadas‘ de Francisco J. Castañón
Este mes de mayo vamos a conmemorar el cincuenta aniversario de Mayo del 68. A quienes nos gusta pasear por las librerías encontramos ya, desde hace semanas, varios libros que analizan desde distintas facetas aquella protesta estudiantil, síntoma de un malestar larvado, que tanta influencia tuvo.
Hace poco tiempo, me detuve en el Centro Cultural Conde Duque de Madrid, para observar una exposición de periódicos de la época que reproducían opiniones sobre aquellos vertiginosos días del 68 y como se vivieron en nuestro país.
Tengo en las manos el libro Mayo del 68. Una utopía tras las barricadas de Francisco Castañón, acabo de leerlo. Me ha gustado. Quienes ya peinamos canas, recordamos aquel Mayo francés, sus canciones, sus indumentarias, sus aspectos transgresores y, sobre todo, lo que contribuyó a visibilizar el malestar existente. Ahora bien, ¿qué ocurre con las generaciones más jóvenes? A penas tienen unas nociones de lo ocurrido y para ellos, todo lo que nosotros vivimos entonces, tan solo son unas noticias sueltas y deshilvanadas.
Por eso, hay que saludar un libro como este que pretende, sencillamente, describir con rigor lo que sucedió, poner énfasis en los aspectos de mayor relieve e ir realizando aquí y allá algunas valoraciones pertinentes a cerca del significado de los hechos.
A finales de los años 60 era ostensible que la Europa emanada de la Segunda Guerra Mundial, con sus secuelas, como la Guerra Fría, estaba entrando en crisis. Las ideas que poco antes no eran discutidas iban quedándose caducas y ya no era posible mirar para otro lado ante los horrores del estalinismo, con sus gulag y su burocratismo inmovilista que había perdido todo sentido.
Por otro lado, en el bloque occidental estaban ocurriendo, de forma perceptible, hechos significativos: la Guerra del Vietnam y la política imperialista de los Estados Unidos incrementaba el descrédito de esta superpotencia. Asimismo, el proceso de descolonización, también, significaba que exigieran ser escuchados y un lugar en el mundo países que habían sido colonias, como es el caso de Argelia.
De esta forma, la idea del mundo que había prevalecido hasta ese momento se mostraba ya esclerotizada e irremediablemente ligada al pasado. Quizás, por eso, me interesa destacar lo que tuvo el 68 de protesta juvenil, por parte de una generación que quería afirmarse y rechazaba muchas cosas que no les gustaban y con las cuales no se identificaban.
Mayo del 68 ha quedado en la retina como unas fotos en blanco y negro de asambleas universitarias, barricadas, enfrentamientos con la policía, ocupaciones de fábricas, una nueva forma de pensar y de vestir, una manifiesta espontaneidad,…
El marxismo ortodoxo y su rígida interpretación ya no gozaban de ninguna simpatía y las nuevas ideas libertarias, trotskistas, maoístas, estaban presentes de forma clara y rotunda. Los partidos políticos y los sindicatos con su tacticismo, su falta de reflejos y su apego a prácticas que no habían evolucionado, cada vez tenían menos fuerza de arrastre, mientras que las fuentes de inspiración eran pensadores que criticaban las nuevas alienaciones como es el caso del frankfurtiano Herbert Marcuse con su obra El hombre unidimensional.
Mayo del 68 fue un grito colectivo de libertad de quienes aspiraban a vivir de otro modo y rechazaba por anticuadas los valores y las pautas vigentes.
Es cierto que, entre otras cuestiones, la liberación de la mujer no fue obra de Mayo del 68. No es menos cierto, sin embargo, que sirvió para exponer y para dar testimonio de que, como cantaba Leonard Cohen, en este tema también los tiempos estaban cambiando. Nunca hasta ese momento se había hablado tanto de El segundo sexo de Simone de Beauvoir, ni había corrido tanto de mano en mano. Los anticonceptivos contribuyeron enormemente a separar sexualidad de reproducción y a incrementar notablemente los márgenes de libertad.
Las jóvenes comenzaron a reivindicar nuevos derechos y a mostrar su rechazo al mundo patriarcal, utilizando en su forma de vestir los vaqueros o la minifalda, convirtiendo así estos meses en síntomas de un proceso de liberación, aunque todavía no estructurado.
Mayo del 68. Una utopía tras las barricadas de Francisco Castañón, sirve igualmente para recordarnos que la revuelta generacional de Mayo del 68 tuvo distintos protagonistas que estuvieron tras las barricadas, no sólo a Daniel Cohn-Bendit. Es muy útil saber quiénes fueron, así como disponer de una breve semblanza de cada uno de ellos. De la misma forma, conoceremos también a quiénes se opusieron a la revuelta. Con maestría, señala las diferencias en cómo abordaron este estallido, especialmente cuando se sumaron los trabajadores y se extendió como una mancha de aceite entre el general Charles De Gaulle y el primer ministro Pompidou. Es significativo saber cómo se abordó desde el poder lo que estaba sucediendo y cuál era la mejor forma de poner fin a la revuelta.
El libro hace referencia a como se vivió el Mayo francés en España. Por supuesto, desde la lejanía y con la manipulación que era de esperar en una prensa mediatizada por la dictadura. Habría que decir, sin embargo, que los slogans, las pintadas y todo cuanto rodeo estas semanas convulsas, tuvieron aquí un cierto reflejo en las movilizaciones estudiantiles, aunque no pasó de ahí.
Como expone Francisco Castañón las transformaciones de mayor enjundia que trajo el Mayo del 68 están vinculadas a cambios sociales y culturales, ayudó a visibilizar un cine nuevo, una música nueva, nuevas formas de participación política y otra manera de entender las relaciones afectivas, así como un paso ostensible en el proceso de liberación de la mujer.
Como afirma el autor, tal vez Mayo del 68 fuera la última utopía. Ahora bien, esa utopía frustrada dejó poso y huella y hasta sirvió para alumbrar un nuevo concepto y una nueva visión del mundo. Por primera vez, asistimos a un protagonismo de los jóvenes en la historia.
Mayo del 68 de Francisco Castañón, recoge también las opiniones, sobre lo que representó y significa hoy Mayo del 68, de destacados nombres vinculados al ámbito académico, como la profesora de la Universidad d’Angers Rosa Amor del Olmo, el Catedrático de Filosofía Moral y Política Antonio García Santesmases o el profesor de la Universidad de Barcelona, Andrés Cascio. De igual modo, encontramos en el libro las valoraciones del periodista Rafael Fraguas, del también periodista y militante socialista en la clandestinidad Juan Antonio Matesanz o del columnista Jaime-Axel Ruiz Baudrihaye. La directora de escena Mercedes Lezcano, el sociólogo Felipe López-Aranguren (hijo del filósofo José Luis López Aranguren), el político Carlos López Riaño y del director-gerente de la Fundación Alternativas Carlos Carnero. La opinión del doctor en Ciencias Físicas Enrique Tierno Pérez-Relaño (hijo del que fuera alcalde Madrid, Enrique Tierno Galván) completa la lista de personas entrevistadas por el autor.
El libro, contiene un interesante prólogo de carácter analítico e interpretativo del profesor de Historia de la Filosofía Antonio Chazarra. El texto de Chazarra, actúa aquí como referente valorativo de los hechos que se describen en este libro de más de 200 páginas. Un excelente reportaje de lo sucedido y, al mismo tiempo, una advertencia para que no olvidemos ni lo que ocurrió, ni la trascendencia que tuvo.
Mayo del 68. Una utopía tras las barricadas no es, por tanto, un libro coyuntural. Sino un texto bien estructurado que deberá ser tenido en cuenta a la hora de saber qué pasó en Francia durante aquellos días de mayo de 1968 y que transcendencia tuvieron aquellas revueltas estudiantiles, con epicentro en las universidades parisinas de Nanterre y la Sorbona. De la lectura de este atractivo libro, cada uno puede sacar sus propias conclusiones sobre lo que fue y queda hoy del mayo francés.