Sin lugar a dudas, los años veinte fueron decisivos en el avance de la emancipación de la mujer, con un salto adelante en el reconocimiento del derecho al sufragio en distintos países después de la Gran Guerra, la participación de las mujeres en los parlamentos y gobiernos, y el auge del feminismo socialista, como hemos visto en distintos trabajos.
Este es el contexto en el que se inscribe el presente estudio sobre la opinión que emitió en un artículo periodístico Luis de Zulueta en mayo de 1924 titulado, “La mujer y el Socialismo”, que publicó en La Libertad, y que recogió El Socialista, el órgano del PSOE, que durante dicha década dedicó una especial atención a la cuestión del feminismo, incluyendo la participación activa en sus páginas de autoras como María Cambrils o María de Lluria, además de incluir crónicas de lo que ocurría en el mundo en este terreno en secciones específicas.
Antes de comenzar nuestro análisis no está de más recordar que Luis de Zulueta (1874-1964) fue un destacado periodista, intelectual y político republicano, y que fue ministro de Estado en la Segunda República.
El artículo surgía porque algo estaba cambiando en el panorama político europeo. En Inglaterra y en Dinamarca se habían formado gobiernos socialistas. Pues bien, en el danés había entrado una mujer, Nina Bang, personaje al que he dedicado un artículo en El Obrero, y a la que se le había encomendado la responsabilidad de administrar la educación. Esa era la “señal de los tiempos” para Zulueta, que elogiaba la importancia que se daba a la educación y a la cultura en las tierras escandinavas. Y la sabiduría del norte había llevado a una mujer para regir estas dos cuestiones en Dinamarca. Aunque, también es cierto, y signo de los tiempos que, bajo este elogio de la participación de la mujer en la política, siempre había alguna consideración que hoy no sería entendida desde el universo progresista, ya que Zulueta opinaba que esta obra educativa podría representar “para un alma femenina” la expansión, aunque fuera inconscientemente del “íntimo sentimiento de maternidad, agrandado y trasportado a la esfera civil, social, política…”.
El intelectual republicano consideraba que en todos los movimientos contemporáneos se podía observar una destacada presencia de la mujer. En primer lugar, citó la Revolución Rusa. Después estaría el laborismo británico donde junto con sus grandes líderes habría figuras de la talla de Susan Lawrence, la doctora Benthan o Sidney Webb, para llegar al comentado caso danés con Bang.
¿Qué traería esta presencia de la mujer en la política?, se preguntaba nuestro protagonista para terminar su columna, ¿ocuparía determinados puestos y los desempeñaría como la media de los hombres, o enriquecería la política con “el matiz femenino”?
El artículo se puede consultar en el número 4767 de El Socialista, del 19 de mayo de 1924.