Termina la Feria del Libro de Madrid. El hermoso parque de El Retiro se queda un tanto desanimado, un tanto triste.
Qué fantástica ebullición de libros y de gente, a lo largo del gran paseo donde se celebra la Feria.
¡Ah, sus entrañables casetas blancas! Singular carácter de esta feria y su estética en las antípodas de los balcones y pabellones apabullantes de las ferias del libro en otras latitudes. Hoy las invitadas al palco magno de mi columna son las creadoras de América.
MADRID CIUDAD ABIERTA / MADRID CIUDAD DE ENCUENTRO
Por aquí ha pasado mucha gente, especialmente quienes vienen del otro lado de la Mar Océana, nuestros hermanos y hermanas de América.
La lengua, nuestra hermandad, la lengua, nuestra patria.
Cómo olvidar la magnífica conferencia del argentino Marcelo Gullo, brillante defensor de Hispanoamérica, y nuestro humanismo y cultura. De todo ello habló en las fechas de la feria. Es autor que sin duda deseo reseñar.
CREADORAS DE AMÉRICA
Este es ya un consolidado y potente nombre con el cual nos llamamos en nuestros encuentros auspiciados por el editor Basilio Rodríguez Cañada, SIAL (FIL-Madrid) y que yo misma coordino. Siempre están bien. Este año ha sido apoteósico con sus cinco mesas redondas, en una mañana llena de inspiración y alegría, la del 10 de junio.
Y la nave va. Y el viento entre las dos orillas, seguirá soplando.
Una lectura interesada anotará ese listado de nombres. Los consultará en Google. Son interesantes escritoras, poetas, periodistas y gestoras culturales, entre otros muchos méritos de estas mujeres que han venido a la convocatoria de 2024 de Creadoras de América.
MIRADAS CRUZADAS
A estas escritoras de allí y de aquí les propuse el juego antropológico de las miradas cruzadas, entre España y América, sus recuerdos, su ir y venir. Han escrito estos textos que per se son un valor. Aquí os los entrego:
ESPAÑA EN EL CORAZÓN, Cecilia Castro Lee (escritora colombiana)
Antes de pisar su suelo, España estaba ya en mi corazón. Mis padres, educadores ambos, inculcaron en nosotros, sus cinco hijos, el amor a la Madre Patria y su legado: nuestra lengua, nuestras tradiciones, nuestra fe. Existe un vínculo entrañable y perdurable con España como parte esencial de nuestra identidad colombiana, hermanada a la identidad de los países de Nuestra América. Yo disfruto de la música española, del saber de sus escritores, la riqueza de sus poetas, la originalidad de su arte, sus bellos paisajes, sus vinos y su gente.
La biblioteca de mi padre tenía una amplia muestra de la literatura española. Fue allí mi primer encuentro con el Quijote y su bien amada tierra manchega. Muchos años más tarde dictaría yo varios cursos sobre el Quijote a estudiantes norteamericanos. Tantas lecciones de vida que dejan honda huella. “Yo sé quién soy y quién quiero ser”. Nos advierte el gentil caballero que “es locura ver la vida tal cual es y no como debiera ser”. Y que “No hay mayor locura en un hombre que renunciar a sus sueños”. Las colosales hazañas de nuestro caballero nos hacen reír y llorar. La historia de su vida es la más alegre, y a la vez, la más triste que pueda contarse. Ama la libertad y la justicia, ama a la sin par Dulcinea. Para él, los libros son más valiosos que las perlas. Explica que para triunfar en este mundo hay que tener entendimiento, sabiduría y voluntad.
De jovencita me encantaba ir a fiestas y era feliz bailando al son de nuestros ritmos latinos y boleros románticos. Pero un momento culminante en la fiesta era cuando sonaba un alegre pasodoble y bailábamos dichosos, eufóricos. España nos ofrecía su corazón. Además, mis hermanos y yo éramos fanáticos de las zarzuelas. Cantábamos con gusto las sentidas romanzas y los coros fabulosos de “Los Gavilanes”, “El rey que rabió”, “Luisa Fernanda”, “La canción del olvido” y muchas más. Las veíamos representadas en el gran Teatro Colón de Bogotá. España nos regalaba veladas de ensueño.
Anhelábamos desde ya ir a España, la tierra de nuestros antepasados. Un curioso pariente se dio a la tarea de hacer un rastreo de nuestros ancestros españoles. Descubrió que la familia de mi padre había llegado a Colombia en el siglo XVII, provenientes de la ciudad de Antequera. Y a esta ciudad Andaluza viajamos en busca de “nuestros primos”. Nos hospedamos en el Paradero y orgullosos disfrutamos de la historia, arte, belleza y gastronomía de la ciudad.
España me abrió sus puertas cuando viajé con mis estudiantes universitarios para que vivieran una experiencia inolvidable. Se hospedaron con familias españolas en Segovia y en Salamanca. Esta convivencia les dio la oportunidad de disfrutar del afecto de familia, mejorar su español y conocer un nuevo mundo. Realizamos excursiones a los castillos, a ciudades castellanas y andaluzas, cruzamos el Mediterráneo hasta las costas africanas. España se quedó en el corazón de estos jóvenes para siempre.
En mi vida profesional se me considera Hispanista. He visitado varios lugares de España dando conferencias y presentando mis libros. El libro, Ensayos sobre la literatura española y colombiana se presentó en la feria de Madrid, 2021, y recibí el premio Escriduende. Por medio de estos estudios se crea un puente significativo entre y Colombia y España, a través de escritores destacados de cada país. España y Colombia viven en mi corazón.
SOÑAR CON AMÉRICA, María Pilar Cavero (Aragón), escritora
En el aula de primaria de mi colegio, dominicas de Santa Rosa de Lima, había un mapa mundi que yo miraba y admiraba. España se veía chiquita al SO de Europa, junto a ella un gran océano, el Atlántico. Con mi imaginación lo cruzaba y llegaba a unas tierras con forma de triángulos, América del Norte y América del Sur.
La madre Sagrario nos hablaba de sus largos y caudalosos ríos, de sus grandiosas cordilleras: «en el Amazonas caben muchos Ebros y en los Andes, muchos Pirineos». También de volcanes, llanuras y altiplanos; de selvas y desiertos; de árboles, frutos y animales exóticos, y de oro, plata y esmeraldas.
-De allí nos llegaron -explicaba- las patatas, los tomates, el cacao, los boniatos, el maíz, las chumberas, los aguacates y los pavos.
Yo pensaba, asombrada, «¿qué haría sin las patatas fritas, sin el pan con tomate, sin los boniatos asados y el chocolate calentito las tardes de invierno, sin las palomitas en el cine y sin el pavo en Navidad?». Y decidía, «cuando sea mayor tengo que ir a América y le daré las gracias».
QUERIDA ESPAÑA, Laura Hernández (México), Historiadora y poeta
Es difícil en 15 líneas decir el por qué te amo, si desde mi infancia entraste a mi corazón por los cinco sentidos.
Mi oído se acostumbró a la música de “Madrid”, de Lara; al dulce concierto de Aranjuez, y a “Clavelitos”, con Sarita Montiel. Pasos dobles y Los Churumbeles de España coloreaban con su alegría las paredes de mi casa.
Los platillos de la abuela impregnaron mi gusto y olfato con los sabores de Castilla, Andalucía, Asturias y Navarra. Era un gozo su sopa castellana, cocido madrileño, fabada, paella, y el delicioso arroz con leche, torrijas, churros, buñuelos y crema catalana. Con sus aromas, la cocina olía a fiesta de San Isidro y Feria de abril.
Mis dedos acariciaban con tacto sibarita el mantón negro de Manila bordado con rosas multicolores que reposaba, como manola galante, sobre el piano de media cola y, en la pared, el tapiz de algodón con paisajes de Goya.
Mis ojos descubrieron tu belleza en las imágenes de los libros que narraban tu historia: el Quijote de Cervantes, Quevedo, Lorca y Velázquez; paisajes y ciudades, me trajeron a ti, y ahora que te he conocido, ya no quiero partir.
LA AMÉRICA QUE YO AMO, Gloria Nistal (Madrid), escritora y fotógrafa
Exprimir el jugo de mi América en quince líneas, ¡qué malabarismos nos pide María Antonia!
Nací zamba, mestiza de indio y negro, de eso no cabe duda alguna, lo descubrí en cuanto me miré en mi espejo interior por vez primera, aunque mi piel no fuera tostada ni negra. Esas son mis raíces y así lo declaro. Crecí con la palabra Caribe susurrándome en los oídos mientras las olas envolvían mis sueños trasatlánticos. Mi madre decía siempre que si alguna vez no la encontrábamos fuéramos a buscarla exactamente a aquel mar. Ella zarpó también un tres de agosto siglos después desde las entrañas de un mar también cálido, pero sé que las cenizas que nosotros esparcimos entonces habrán llegado ya a mi América, a la suya, a Nuestra América que desde Martí es patrimonio universal.
Borges cuenta que su abuelo, el general Borges, murió en una batalla contra los indios. Los míos nunca pisaron ese continente, solo añoraban lo que nunca vivieron, visitar América era como hablar del Tigris y el Éufrates. Yo lo hice por ellos: mi primer viaje fuera del continente donde me nacieron fue a México y allí se fue dando paso a paso el reconocimiento. Al pisar Tenochtitlán sentí telúricamente que siempre la había llevado en mi interior. Y en Yucatán tuve un déjà vu, yo había estado cerca de Chac mool y la obsidiana.
Adoré en igual medida a aquellos que se evitaron, Pablo Neruda, el comunista y Borges, el conservador, los dos poetas que me enseñaron a leer con el corazón. Como dijo Octavio Paz en Cuadernos americanos, “La Eneida no sustituye a la Odisea”.
Con los años recorrí de Texas a la Tierra del fuego, de punta a punta. Pude corroborarlo: yo soy americana.
AMAR AMÉRICA
Por mi parte, he dicho mucho de lo que pienso y siento, en mi obra Amar América (editorial SIAL, 2020) que paseo con entusiasmo por el ancho mundo. De ella entre extraigo este breve texto y poema: De mis muchos yoes, el que se encarna feliz, es el que vive en mi Torre de Adobe en América.
ET IN ARCADIA EGO
I
América es un árbol grande y copudo
en que anidar.
Aquí he construido mi Torre de Adobe.
Por la mañana, canto.
A mediodía, duermo
tendida bajo inmensos árboles,
bóvedas verdes,
Capillas Sixtinas de América.
Atardece.
Hora del poder y olvidar el día.
América es un magnífico ejemplar
donde vivir.
II
Alrededor de mi Torre,
silban los árboles de la alameda.
Es la vida enroscada entre ellos,
el espíritu de mis antepasados
enhebrado en el viento.
Es el rumor de la Fortuna,
del gozo embravecido que los trajo.
Silba el alma de nuestra lengua
que va y viene por la Mar Océana.
Vive. No ha muerto.