‘Die Glaubwürdigkeit ist dabei gleichgültig, im Sieg liegt das Recht’.
La frase que encabeza este artículo se podría traducir (muy libremente) como ‘La credibilidad no viene al caso, el derecho está en la victoria’ y fue pronunciada por Adolf Hitler (1889-1945) durante el discurso ante los comandantes militares de las Fuerzas Armadas alemanas el 22.08.1939, unos días antes de que tuviera lugar la invasión de Polonia. El cinismo de la frase no es muy original, pues otros muchos dictadores y absolutistas de muy diverso cuño han dicho algo parecido. La razón de traerla a estas líneas ha sido la profunda desazón, o más bien indignación, que he sentido al escucharla repetidamente durante las recientes elecciones (1.09.2019) celebradas en la República Federal alemana, en los estados federados (Länder) de Brandeburgo y Sajonia.
El aserto del ‘Führer’ no es fácil de encontrar, pues está enterrado en los apuntes manuscritos que tomó el Almirante General Hermann Boehm (1884-1972), uno de los altos mandos militares que estuvo presente en la reunión de Obersalzberg y pudo escuchar de primera mano la arenga hitleriana antes mencionada. Estos apuntes aparecieron durante los Juicios de Nüremberg y, aunque accesibles en los archivos históricos de la época nazi, no son precisamente famosos ni objeto de muchas citas. Menos aún en época electoral… hasta que ha llegado el populismo neonazi.
Creo que no me equivoqué al deducir -y de ahí mi desazón- que me encontraba ante otro ejemplo de provocación mediática, tan del gusto de la ultraderecha. Una vez más, se recurre a la instrumentación de elementos provocativos (¡el fantasma de Hitler en el antiguo territorio de la RDA!) envueltos en una nebulosa retórica que hace posible la disculpa hipócrita que, en el caso que nos ocupa, sería ‘… más o menos eso lo han dicho muchos otros…’.
Un manejo eficiente de las plataformas e instrumentos mediáticos posmodernos ha sido fundamental en las campañas ‘ultras’, pero hay que decir que no por ello ha disminuido el contacto presencial de los líderes y cuadros medios con sus seguidores. Se puede argumentar que ello es debido a que el partido mayoritario de la ultraderecha (el AfD) todavía es minoritario en la RFA, un razonamiento engañoso puesto que, en las elecciones regionales recientemente disputadas, este partido ya ha conseguido un segundo lugar, justo detrás de los dos partidos clásicos CDU (demócrata-cristiano) y SPD (socialdemócrata), muy por delante de los Verdes y Die Linke.
Para situarnos electoralmente, recordemos que de los 16 Länder alemanes, cinco de ellos más la capital federal –Berlín– conformaron lo que desde 1949 hasta 1989 fue la RDA. Estos cinco estados federados son Brandeburgo, Mecklemburgo-Pomerania Occidental, Sajonia, Sajonia-Anhalt y Turingia. Suman un total de 108,054 km² y 12,551 millones de habitantes. Sajonia y Brandeburgo han celebrado sus elecciones a los parlamentos locales el pasado 4 de septiembre.
En Sajonia el ultraderechista AfD se ha situado justo detrás de la CDU: un 27.5 % vs. 32.1 %, muy por delante del SPD con un 7.7%, de Los Verdes con un 8,6% o de Die Linke con un 4%.
En Brandeburgo el AfD está aún más cerca del primer partido, el SPD (26.2%) con un 23.5 %. La democracia cristiana (CDU) se queda en un 15.6%… después vienen los demás.
Un resumen estremecedor: según el número de votos directos sumados, Sajonia más Brandeburgo nos da 892.959 para el AfD, 892.483 para la CDU y… 498.618 para el SPD. Sin comentarios.
En todo caso, fue la indignación que me produjo la campaña mediática ‘ultra’, sazonada a diario con ‘verdades alternativas’, insinuaciones neonazis y descalificaciones personales de grueso calibre, la que me incitó a analizar el panorama postelectoral examinando hasta qué punto se ajusta la estructura social de las votaciones que han tenido lugar en Brandeburgo y Sajonia (que son junto con Turingia los más representativos de la Alemania del Este), con las últimas proyecciones y modelos sociales que han ido formulando los ‘think-tanks’ y ámbitos académicos de las izquierdas alemanas desde que comenzó el despegue de la ultraderecha en 2016/17.
Para ello, empecemos por resumir los resultados de la votación para el Land de Sajonia, excluyendo a los partidos que no superaron la barrera del 5%.
A continuación, vamos a escoger dos clasificaciones de votos:
– Por grupos de edad (según la pirámide demográfica habitual): tomaremos los seis grupos estándar: 18-24 años, 25-34 años, 35-44 años, 45-59 años, 60-69 años, mayores de 70 años.
– Por actividades profesionales: utilizaremos cuatro categorías: obreros (‘blue-collars’), trabajadores no manuales (‘white collars’), autónomos y pensionistas.
Siguiendo en Sajonia, examinemos primero la estructura de votos por grupos de edad. Los partidos se han clasificado poniendo en primer lugar al partido ultraderechista más representativo, el AfD, seguido de los dos partidos clásicos (CDU y SPD) y cerrando con los Verdes (Grüne) y socialistas de la izquierda ortodoxa (DieLinke).
Un análisis superficial de la Tabla I refleja con claridad la situación actual de los dos partidos clásicos alemanes (CDU y SPD) ante la ola populista del AfD:
– Entre los jóvenes (18-24 años), los mejores resultados son los obtenidos por el AfD (21%) y los Verdes (20%).
– Siguiendo con los ‘ultras’, el AfD barre en los grupos de edades maduras: 29% (35-44 años) y 33% (45-59 años).
– El SPD aparece en tercer o cuarto lugar en todos los grupos de edad, con un 6%-10% del voto. Triste resultado para el partido clásico de la izquierda alemana que, además, tan sólo consigue el 10% en el grupo de > 70 años. Supongo que gracias a los recuerdos de aquella época gloriosa para la socialdemocracia que fue la década de los ‘70.
– Los demócrata-cristianos del CDU consiguieron unos resultados dignos a partir de los 35-44 años (26%-45%) y quedan -en teoría- como el principal muro de contención de la derecha populista alemana en Sajonia.
Conclusión: los votantes ‘senior’ han sido la tabla de salvación para los partidos clásicos y han permitido la formación de un gobierno de coalición que excluye al AfD. Una medida sanitaria de carácter puramente táctico.
Examinemos ahora los porcentajes de voto por actividades profesionales:
La Tabla II tampoco nos dibuja un panorama prometedor para los partidos clásicos alemanes y confirma la irrupción del populismo en todos los estratos de las clases trabajadoras, su cada vez mayor implantación estructural en la sociedad alemana.
-El AfD obtuvo un 41% (¡!) del voto obrero (‘blue collar’) … y el SPD tan sólo obtuvo un 5%. Los demócrata-cristianos llegaron al 25%.
-Tampoco los Verdes ni DieLinke han arraigado mucho en este grupo profesional con un 5% y 10% respectivamente.
-Entre los trabajadores asalariados (‘white collars’) y autónomos, el CDU también consigue un resultado digno con un 30% y 32% respectivamente. Sin embargo, el AfD le pisa los talones con un 26% y 30%.
-Y los pensionistas vuelven a salvar la situación con un 42% para el CDU y un 12% para el SPD. El AfD se queda en el 23%.
No vamos a reproducir las Tablas I y II con los datos del Land de Brandeburgo, limitándonos a resumir los resultados por grupos de edad y actividades profesionales.
Por grupos de edad:
-En Brandeburgo, es el SPD el partido mayoritario entre los mayores, con el 30% (60-69 años) y 42% en los > 70 años. Le siguen el CDU (16%-18%) y el AfD con un 22% y 13% respectivamente.
-Entre los más jóvenes (16-24 años) el primer puesto es para los Verdes (27%) seguidos por el AfD con un 18%.
-Pero en los tres grupos-clave para una fidelización a medio plazo, obtiene el AfD los mejores porcentajes: en los 25-34 años (30%), 35-44 años (30%) y 45-59 años (27%).
Por actividades profesionales:
– El AfD vuelve a barrer con el voto obrero, alcanzando un 44%, seguido por el SPD que consigue retener un 20% y el CDU con un 12%.
– Constatamos la penetración del AfD en las clases trabajadoras medias, en las que antes apenas estaban representados: entre los trabajadores asalariados consigue un 28%, seguido por el SPD con un 22%; en los autónomos el AfD llega al 34% seguido por el CDU con un 22%.
– Y los pensionistas vuelven a salvar los muebles electorales (al permitir un gobierno de coalición), dando un 39% de su voto al SPD y un 17% al CDU.
Aceptando de antemano que el resultado electoral estará condicionado por la situación de inferioridad socio-económica en que se encuentra la Alemania Oriental con respecto a la Occidental, ¿cómo concuerdan estos resultados en dos de los estados federados más emblemáticos de la Alemania del Este (falta Turingia, que celebrará sus elecciones en octubre), con los análisis teóricos de la ‘intelligentsia’ de izquierdas germana?
En la mejor tradición romántica alemana, el análisis más o menos generalista del fenómeno ultra, hoy enraizado en la derecha populista, se achaca a una reacción contra la ‘Zeitwende’, contra la época de intensa transición social en que se encuentra Alemania. En la práctica política, el éxito del populismo alemán se fundamenta en saberse presentar como un movimiento ‘a la contra’ y que abarca todos los aspectos económicos y sociales. Actúan poli-temáticamente, encadenando problemas sectoriales que habitualmente aparecen disjuntos (crisis financiera mundial, crisis de los refugiados, crisis la clase media, crisis climática, crisis de confianza en el sistema…).
Siempre expresados en términos muy poco concretos, podemos distinguir tres ejes programáticos en las soflamas ultraderechistas:
La re-nacionalización:
En una primera aproximación, esta nueva derecha populista -ejemplificada por el AfD- se plantea como un movimiento de protesta que reúne a todos aquellos que desean imponer ‘lo nacional’ en el debate político, para de esta manera poder hacer frente a las tendencias globalizadoras.
Pero la re-nacionalización que proponen ofrece varias facetas. En el campo político busca frenar la influencia de estructuras de gobierno supranacionales (UE, Europarlamento). Hay que rebajar los tratados internacionales, las medidas a tomar con los acuerdos transnacionales en temas como el libre comercio, el cambio climático o la defensa del territorio nacional. En el campo económico, plantean la defensa de los intereses sociales de la población autóctona (¡Alemania para los alemanes!), estableciendo aranceles de protección (siguiendo el ejemplo EEUU) y, urgentemente, acabar con los movimientos inmigratorios indiscriminados que están arrebatando puestos de trabajo a la ciudadanía nativa. En el terreno de la cultura se busca el restablecer una referencia simbólica (como pueda ser ‘el pueblo’ o la ‘clase trabajadora’) que ha de tener su propia expresión cultural.
Estos mensajes, siempre en términos más o menos nebulosos y apocalípticos, reflejan una reacción genérica ante las tendencias pluralistas que aparecen en los movimientos aperturistas e igualitarios de nuestro tiempo, por ejemplo, en los que conciernen a las mujeres, a los derechos de las minorías o a la tragedia de la emigración.
El re-empoderamiento:
Este lema va dirigido a aquélla parte de su clientela que ve en peligro sus ‘derechos adquiridos’, peligro que tiene su origen último en los procesos de globalización y transnacionalización. Estos ciudadanos habrán de ser compensados (simbólicamente, claro) y empoderados con nuevos niveles de poder e influencia. El mensaje se dirige específicamente a grupos de ciudadanos desclasados (¡ecos de Adorno!) de las más distintas procedencias: desde élites que han perdido su poder, a familias rotas o antiguos trabajadores en oficios hoy desaparecidos. Es una proyección interclasista y vertical.
Una limitación a la militancia en las derechas populistas de estos ciudadanos desclasados es, además de la pérdida del estatus socioeconómico adquirido, la necesidad de un distanciamiento (enajenación) cultural (‘Entfremdung’).
Ello se debe a que los partidarios de la derecha populista proceden, mayormente, de los segmentos más conservadores presentes en las diversas capas sociales, que perciben como sus valores y pautas de comportamiento van siendo marginalizados por el cosmopolitismo cultural y, acompañándolo, por el reconocimiento y la progresiva institucionalización de los derechos de las minorías.
El re-mancomunamiento (‘Vergesellschaftung’):
El mensaje se dirige en este caso contra los sistemas socioeconómicos que apoyen culturas basadas en el individualismo de mercado y la promoción de los logros personales. En oposición a estos planteamientos, hay que contraponer siempre ‘al pueblo’ (el tristemente famoso ‘das Volk’ nacionalsocialista) que ha de ser la referencia social absoluta y el lugar de residencia ciudadana. Por descontado, en todo momento habrá que defender ‘al pueblo’ frente a todos aquellos que no pertenezcan a él.
Una vez más, nos encontramos ante una reacción de lo más clásica (y emocional) debida a las muchas inseguridades que despierta el fenómeno de la globalización. Se anhela el polo opuesto, la seguridad y la pertenencia a una comunidad cercana a todos.
Baste con lo ya escrito para obtener una primera imagen de la problemática tan claramente destapada por las últimas elecciones regionales. Y aunque es en el este de Alemania donde las derechas populistas han alcanzado su máximo arraigo, en el resto de la República Federal también encontramos síntomas alarmantes que merecen capítulo aparte, pues en algunos casos (por ejemplo, con la reaparición del partido neonazi NPD en la estructura administrativa rural del estado federado de Hesse) los partidos de la derecha radical no intentan disimular, más bien exaltar, sus tendencias pro-nazis. Pero esa es otra historia.
Aparentemente, el escenario que he descrito no ofrece demasiados elementos de comparación directa con la situación social y política en que se encuentra el Estado español, por lo que cabe pensar en que este artículo sea de limitado interés para muchos lectores potenciales. Aun así, me ha parecido oportuno resumir algunos detalles del auge de la ultraderecha alemana y sus mensajes a la sociedad, pues nunca se sabe lo que el futuro nos tiene reservado.
A los lectores interesados en esta temática, voy a permitirme recomendarles algunos libros recientes (2018-19):
Cornelia Koppetsch, ‘Die Gesellschaft des Zorns’, Transcript.
Volker Weiss, ‘Die Autoritäre Revolte’, Klett-Cotta.
Heinrich Detering, ‘Was heisst hier ‘wir’?’, Reclam.
R. Jaster/D. Lanius, ‘Die Wahrheit schafft sich ab’, Reclam.
Y no tan reciente (una conferencia dictada en 1967), reeditada en 2019:
Theodor W. Adorno, ‘Aspekte des neuen Rechtsradikalismus’, Suhrkamp.