
Un homenaje tras su fallecimiento el 3 de febrero de 2025
Elías Díaz (Salamanca, 1934; Madrid 2025) Licenciado en Derecho en 1956 con premio extraordinario por la Universidad de Salamanca. Se doctora con premio extraordinario en Bolonia (Italia) con la tesis La teoría dello Stato e il problema ético-ontologico degli enti collettivi, dirigida por el profesor Felice Battaglia. Entre sus profesores tuvo a Norberto Bobbio, del que siempre se sintió discípulo. Becado por la Fundación Juan March para realizar estudios de postgrado durante 1961 y 1962 en Friburgo y Múnich (Alemania).
Entre 1956 y 1960 fue profesor ayudante de clases prácticas de Derecho Natural y Filosofía del Derecho en la Universidad de Salamanca. De 1960 a 1964 fue profesor adjunto interino en la Universidad Complutense de Madrid, colaborando estrechamente con José Luis López Aranguren. En 1964 fue profesor adjunto, por oposición, en la cátedra de Filosofía del Derecho de la Complutense, cuyo titular era Joaquín Ruiz Jiménez.
Amplió estudios como profesor invitado durante el curso 1969-1970 en la Universidad de Pittsburgh (EEUU). Profesor adjunto de Derecho Natural y Filosofía del Derecho en la Universidad Complutense de Madrid en 1970 y posteriormente adjunto de Filosofía del Derecho en la Universidad Autónoma de Madrid en 1972. Obtuvo la cátedra de Derecho Natural y Filosofía del Derecho en la Universidad de Oviedo en 1974. En 1976 se traslada a la Universidad de Valencia y al año siguiente a la Universidad Autónoma de Madrid donde ejerce la cátedra de Filosofía del Derecho, en la que se mantuvo hasta su jubilación como emérito en 2004.
Entre sus premios académicos obtuvo el Doctorado “honoris causa” por varias universidades: Carlos III de Madrid, Granada, Alicante y la de Milán en Italia.
Su compromiso social le lleva a ser miembro fundador de la revista y la editorial Cuadernos para el Diálogo en 1963, y a ser también fundador y director de la revista Sistema. Revista de Ciencias Sociales en 1973, ambas de considerable influencia en la construcción ideológica de la oposición democrática. Participa en 1977 en la creación de la Fundación Pablo Iglesias en la Sección de Estudios de Investigación. Desempeñó la dirección del Centro de Estudios Constitucionales durante seis meses en 1982, pero nunca le gustaron los puestos de gestión, lo suyo era la actividad académica, que puede resumirse en lo que él definía como la reconstrucción de la razón. Obtuvo premios de Ciencias Sociales en diversas instituciones. Ha desarrollado una obra filosófica e histórica desde una concepción del derecho calificada como “realismo crítico”, orientada hacia los problemas de filosofía política y del Estado, así como a las ideas sociales y políticas de la España contemporánea en los siglos XIX y XX.
Por sus actividades antifranquistas como intelectual comprometido estuvo desterrado dos meses en 1969 en Villagordo (Jaén) mientras duró el Estado de excepción, lo que le forzó posteriormente a salir de España un año a la Universidad de Pittsburgh. Había participado el año anterior en la creación del Partido Socialista del Interior (más tarde Partido Socialista Popular), en el que se mantuvo hasta 1974 cuando ingresa en el Partido Socialista Obrero Español (el PSP no se une al PSOE hasta 1978).
Entre sus obras destaca Estado de Derecho y sociedad democrática, editada primero en Cuadernos para el Diálogo en 1966, con ocho ediciones y nueve reimpresiones hasta 1998, las últimas en la editorial Taurus, de las que distribuyó más de 70.000 ejemplares; en la misma editorial, Sociología y Filosofía del Derecho en 1971 y 1980, con múltiples reimpresiones; Ética contra política. Los intelectuales y el poder, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1990; Los viejos maestros. La reconstrucción de la razón, Madrid, Alianza Editorial, 1994. Entre sus muchas obras destacamos, además, La filosofía social del krausismo español (1973), Pensamiento español en la era de Franco (1939-1975), redactado entre 1969 y 1974 y Socialismo en España: el partido y el Estado (1982).
Como afirma Virgilio Zapatero, la filosofía del derecho, la memoria democrática y hasta el artículo primero de la Constitución le deben mucho al pensamiento de Elías Díaz, por su influencia en las propuestas que realizó Gregorio Peces Barba como ponente constitucional en nombre del PSOE. Es patente su contribución en las siguientes consideraciones: “Un Estado social y democrático de derecho es democrático por regirse por un sistema de partidos elegidos democráticamente, es social si viene definido por los derechos de los ciudadanos, sin discriminación alguna y sostenido por unos impuestos basado en los principios de igualdad y progresividad”.
Sufrió la terrible circunstancia, máxima expresión de la ruptura del Estado de Derecho, de ser testigo trágico en directo a través del auricular telefónico de los disparos con los que un terrorista de ETA asesinó al destacado profesor de la misma Universidad, Francisco Tomás y Valiente.
Elías Díaz, en el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza en noviembre de 2005 resumió el pensamiento de Giner, definiéndolo como una de las aportaciones más importantes a la educación española y a su propio acervo ideológico:
“La filosofía de Giner es un racionalismo armónico: el reconocimiento de la razón frente a los argumentos de autoridad de la escolástica, impuesta casi desde siempre en nuestro país. El racionalismo armónico significa razón y experiencia, razón e historia, razón teórica y razón práctica. Krause como base y en las raíces de Kant”.
“la afirmación de la conciencia crítica, de la libertad religiosa, por lo tanto, de un cristianismo racional o incluso un agnosticismo”.
“Una filosofía social de carácter organicista: por tanto, no individualista, pero tampoco colectivista, sino que ve la sociedad articulada por asociaciones intermedias plurales. Puede señalarse que en esta filosofía social es donde hay base para un entendimiento de la sociedad políticamente organizada cercana a lo que hoy sería el Estado de las autonomías, incluyendo también a los movimientos sociales, que articulan pluralmente en nuestro tiempo el conjunto de la sociedad civil”.
“Su filosofía política es liberal radical, significado en el sentido de que va al fondo de lo que es la filosofía liberal, a sus raíces, que implican y exigen coherentemente una actitud democrática: la libertad para todos. Aunque Giner no es partidario del sufragio universal sin desarrollar antes un gran esfuerzo educativo popular, es en ese liberalismo radical donde están las bases de un liberalismo democrático (la socialdemocracia de un Julián Besteiro o un Fernando de los Ríos). Se trata en todo caso de una filosofía política de oposición clara y rotunda a los totalitarismos, y a los tradicionalismos. Giner de los Ríos, como filósofo del derecho, plantea expresamente a principios del siglo XX un Estado social de Derecho, que reclama derechos sociales diversos: de la mujer, de la ecología, de la paz, así como una atención preferente a niños y ancianos… Es decir, los derechos que constituyen la base en nuestro tiempo el Estado social y democrático de Derecho, que en España se reflejan en la Constitución de 1978”.
“El dejar hacer del liberalismo económico no es la respuesta en el sentido de la ética de Giner y de la filosofía política de la Institución. Se propugna más un intervencionismo público, social y estatal, pero con la presencia de un sector privado, que se ha visto como una vía de aproximación al socialismo democrático: que será desarrollado políticamente por Fernando de los Ríos o por Julián Besteiro”.
“La ética y la educación son las herramientas más importantes para la transformación social. Avanzando hacia ella a través del derecho, la política, la economía, y más aún con la cultura y la ciencia. Pero sin ser reducidas a los medios, sin la ética y la educación, los cambios se producirán sólo en la superficie de las cosas. Formar caracteres y criterios: esa será su propuesta pedagógica en la ILE. La ética unida al conocimiento, teoría y práctica, ciencia y conciencia son la base de ese pensamiento. Giner cuando todo el mundo en España estaba debatiendo sobre qué hacer después del 98, decía: «En los días críticos es más cómodo pedir una revolución, un gobierno, un líder, cualquier cosa, que contribuir a crear lo que nos hace falta: un pueblo adulto»”.
Elías Díaz concluye que, a pesar de todas las interrupciones y obstáculos que se han producido en la historia, resulta posible constatar que a la acción y al pensamiento de Giner de los Ríos y a todos quienes participaron en las diferentes instituciones y organismos derivados de la Institución Libre de Enseñanza, se les debe reconocer en justicia la destacada aportación que han llevado a cabo para lograr que este país se haya formado por fin un pueblo relativamente adulto.
Sirvan estas palabras como homenaje a Elías Díaz y a su labor didáctica de difundir el pensamiento y la labor de la ILE como herramienta de la construcción democrática en nuestro país.