Un modelo de repentización popular inserto en el sustrato popular de Águilas
El Trovo es una controversia en verso improvisada de ámbito popular con amplia implantación en el sureste peninsular. La práctica del trovo se había conservado en la comarca de la Alpujarra desde donde se desplazará a las minas del Levante en el Siglo XIX. El inicio de las actividades mineras en la sierra de Gádor en Almería (1820) provocó un importante cambio en el modo de vida del entorno. La población campesina pasó a la actividad minera por serle más rentable. La consecuencia de este proceso fue la variación de la estructura social y cultural de la población. El trovo evolucionará dentro de este marco, alterará su carácter lúdico primitivo adaptándose a una nueva realidad siendo más sobrio, vinculándose con los incipientes cantes mineros. El descubrimiento de plata en la sierra almeriense de Almagrera (1840) inició una febril actividad que acaparó por su productividad a los mineros de Gádor, desplazándose con estos sus hábitos y costumbres donde estaba la de trovar. En la segunda mitad Siglo XIX se produce un nuevo movimiento de mineros que se traslada a Linares (Jaén) o hacia Levante, Cartagena y a La Unión (Murcia) donde habrá una frenética actividad conociéndose como ‘ la nueva California’, Los mismo que había sucedido con anterioridad , los diferentes hábitos de este colectivo humano, entre los que se encontraba el trovo, se difundirán en este espacio, siendo en la cuenca minera de Cartagena donde desarrolle su actual estética.
La población de Águilas (Murcia) que se encontraba entre ambos distritos en ese momento vivía un periodo de crecimiento económico. Las abundantes fábricas de esparto, el inicio de las obras del puerto (1886) a las que siguen las del ferrocarril (1890) o las compañías mineras ubicadas en su término municipal como la ‘Compañía de Águilas’ (1879) de capital francés o la inglesa ‘Reina Mining’ (1880), la convertirán también en destino predilecto de este movimiento poblacional, en un momento de recesión minera en la vecina sierra de Almagrera por la inundación continua de los pozos mineros. El proceso migratorio, por las características que tendrá en esta población favorecerá difundir la afición por repentizar quedando dentro del sustrato cultural local, lo podemos apreciar en la variedad de oficios de las personas que practicaron esta destreza (pescadores, esparteros, arrieros..) del entonces reducido núcleo urbano, a los que debemos sumar labradores y mineros de las diputaciones rurales. Habría que decir que no resultaría difícil que se asimilara esta práctica entre la clase obrera local. La habilidad propia para recitar estratos populares y la afición de cantar romances a la que se une la afinidad por lanzarse coplas de escarnio, una práctica documentada desde el Siglo XVIII dentro de un ámbito geográfico cercano en la vecina sierra de Cabrera (Almería), serían un precedente del trovo por la intención con que se realizan , al compartir un estilo irónico y una estructura similar, aunque no deriven en una controversia, hace que se acepte el trovo pronto.
No tenemos apenas datos de los primeros intérpretes de trovo que hubieron en la localidad a finales del Siglo XIX. La tradición oral ha recordado a los que más destacaron como los pescadores: Matías Díaz ‘El Conejo’, Juan Manuel ‘El de la Cuesta’, Diego Pérez ‘El Tío Capellán’ y José ‘El Sopas’ que se enfrentara al célebre trovero de Cartagena José María Marín. Durante este periodo se constata el caso singular de una interprete femenina del trovo como es Ana Escarabajal ‘Anica la Cantaora’ (1882-1977), que puede considerarse como la primera trovera que hubo en la historia. Habian habido cantaoras en otros lugares pero componían más que improvisaban. El entorno rural tambien dará troveros como el labrador Andrés López ‘El de la Loma’ que cuando hablaba usaba un verso o Eulalio Carrasco ‘Tio Hilario’ (1880-1962) propietario de un ventorrillo en el coto minero en la Cuesta de Gos, que puede calificarse como trovero absoluto, porque además de improvisar tocaba la guitarra y cantaba.
Las composiciones de trovo en un principio eran elementales con una medida irregular y rima asonante, al representar una faceta cultural propia de un estrato social iletrado. La utilización de formas habituales en la música popular como la quintilla o la cuarteta, ocasionó que durante este periodo inicial aparezcan entre los intérpretes de trovo copleros rutineros que hacían versos que no tenían una medida adecuada, también el trovo, que mantenía su pureza inicial sin adornos. Lo que entonces se improvisa eran ripios que se elaboran mediante quintillas o cuartetas irregulares en asonante que se alternaban indistintamente durante la controversia, en la que solo riman los versos pares, o que tenían versos sueltos que no rimaban con ninguno más de la copla. Un esquema que se corresponde con las formas tradicionales de la música española, siendo este el estilo antiguo de trovo empleado en Águilas a finales del Siglo XIX . El escenario donde se desarrolla esta actividad serán las tabernas, unos espacios de sociabilidad popular censurados por las autoridades municipales que ofrecen una cultura diferente a la institucional, Habrá una circulación de personas en estos establecimientos que permite el intercambio de códigos sociales como el trovo, dándolo a conocer. Por otro lado en el campo esta disciplina adquiere una naturaleza distinta de carácter festivo. El trovo en este entorno aparece después del baile. Una propiedad que lo conecta con su función inicial como elemento de cohesión de una comunidad dispersa. No quiere decir que no se realizará también en las tabernas del espacio rural.
A principios del Siglo XX se implantan los estilos de improvisar vigentes en la actualidad, siendo usados por los troveros más notables. De esta etapa se dispone de mucha más información. siendo hasta donde llega la memoria. Felipe López ‘El Enrea’ (1904-1962) de profesión carretero que una noche en una taberna de la estación se puso como objetivo mantener la velada hasta la llegada del tren mixto de las siete de la mañana, cumpliendo su reto. Juan ‘El Pernías’ resultaba ocurrente como versificador. Normalmente le invitaban para que se animara a repentizar al entonarse. Las composiciones que hacia eran repetidas por la población. Juan Robles ‘El Lirón’ hijo de Anica ‘La Cantaora’, será el más destacados de su época, siendo famoso por las controversias que sostenía con su madre por las tabernas, durante la década de los años veinte del Siglo XX, por la dureza que alcanzaba su discurso, pese a la relación familiar. Otro importante de este periodo será Vicente Asensio ‘El Chillaeras’ (1902-1993) hilador de esparto que destacaba por la rectitud en su vocabulario, pese a su profesión.
Del campo surgen troveros como el minero Juan Fernández ‘Perin’ (1906- 1970) que era incansable, poniéndose una de las veces a improvisar por la mañana durando hasta que llegó la madrugada. Tras la guerra, es cuando surgen los troveros más importantes como Francisco Díaz ‘El Miope’ (1921-1992) pescador analfabeto que es un mito dentro de la repentización o Francisco Fernández ‘El Ramonetero’ (1904-1990) que se establece en Águilas, lo que supondrá el inicio de un estilo de trovo literario que este representa. En el campo encontramos a Miguel Rabal (1916-1999), Miguel Barrancos y Félix Gallego. Del colectivo de los pescadores se constata la existencia de repentistas como Miguel Hernández ‘El Baladre’ (1911-1986) que trova con el reputado Ángel Roca de Cartagena. Otro de los pescadores que despunta dentro del mundo trovero será Jaime Robles (1926-2009) ‘El Rojo’, de Calabardina, que destacará por su habilidad haciendo décimas, siendo el último representante que habrá del clásico trovo de pescadores. Incluir también a Diego Moreno por su facilidad para hacer coplas hablando. En los años setenta el trovo subirá a los escenarios. Las veladas estivales contarán con un amplio respaldo, actuando veteranos como Vicente Asensio ‘El Chillaeras’ que será el primer trovero en actuar en TVE, Francisco Díaz ‘El Miope’, Miguel Barrancos y Francisco Fernández ‘El Ramonetero’, a los que se les une nóveles talentos como Andrés Rabal (1937-2008) trovero de una enorme calidad y José Carrillo (1936-1998) que será el primero que use en la localidad la figura del cantaor al que dicta sus coplas sin restarle valor.
En esta etapa irrumpe con gran fuerza Loli Terrer ‘La de los Parises’ primera mujer en los escenarios que causó sensación destacando sus duelos contra Francisco Díaz ‘El Miope’ por su intensidad. Los troveros locales durante estos años serán habituales en los concursos de trovo de Cartagena y La Unión en donde obtendrán resultados positivos. Habrá además trovo clásico juntándose en los bares a improvisar. A estas reuniones acuden buenos aficionados de los cuales algunos se incorporan al mundo del trovo como Ángel Pérez ‘El Guarda ‘(1924-2000), Hilario Sánchez ‘El Gracia’ (1922-2000), Sebastián Hernández ‘El Pio’ que hará un trovo poético haciendo un acercamiento entre ambas materias y Salvador Clemente ‘El Bolín’ que empezara de cantaor pasándose después a repentizar. Cuando estaba Pedro Piñero ‘El Gitano’ que residía en Barcelona se les unirá también. Estos años se produce una cierta profesionalización de la materia creándose incluso un cuadro de troveros locales que actuaba por toda la comarca, pero este proceso no terminó por materializarse finalmente.
Los años ochenta el trovo se mantiene aunque los veteranos empezarán a abandonar la práctica. Habrá una incorporación la de Pablo Díaz Moreno discípulo de Francisco Díaz ‘El Miope’ que aprenderá el estilo clásico del trovo aguileño aunque no actuó en público. Durante la siguiente década comienza un proceso de rápido declive cuando empiecen a faltar en poco tiempo los nombres que mantenían el ambiente trovero en la localidad, no apareciendo nuevos valores que tomen el relevo.
Una problemática que perdura hasta finales del Siglo XX cuando se incorpora un nuevo nombre Salvador Clemente ‘El Marina’ que compartirá lances con Andrés Rabal en sus últimos años. La llegada del Siglo XXI no habrá ninguna variación dentro del panorama repentístico local siendo el único trovero en activo Salvador ‘El Marina’. Han comenzado algunas propuestas interesantes como la campaña de trovo en el aula en colegios del municipio donde participan los improvisadores Pablo Díaz Moreno y Iván López Navarro habiendo tenido unos resultados positivos, que demuestran su vigencia en la sociedad actual, resultando necesario enseñar esta disciplina para conservar un importante elemento cultural con fuertes raíces en Águilas.