A principios del siglo XX el mundo de la arqueología realizó grandes descubrimientos en cuanto a la Historia Antigua se refiere siendo uno de ellos el hallazgo de un misterioso disco en la isla de Creta. Concretamente fue el 3 de julio de 1908 cuando el arqueólogo italiano Luigi Pernier descubre el denominado Disco de Festos en los alrededores del yacimiento del palacio minoico situado en la ciudad, muy cercana a su contemporánea Hagia Tríada en la costa sur de la isla. Estaba situado en las bases de una agrupación de construcciones en el noreste de la zona, las cuales habían sido enterradas debido a un antiguo terremoto que la sacudió años atrás.
El propio disco tiene unos 15 centímetros de diámetro y fue inscrito por ambas caras contando con aproximadamente más de 200 caracteres, habiendo sido fabricado en arcilla cocida. Las fechas que se le han dado a este disco han sido generalmente en torno a finales de la Edad del Bronce, ya que el enigma que supone este disco ha hecho que haya habido varias fechas en las que los estudiosos, entendidos y profesionales lo han llegado a datar.
En la época de la Edad del Bronce, podemos ver que en Creta y en menor medida en Grecia Central, en el Peloponeso y las Cícladas comenzaron a emplear una nueva tecnología en el trabajo del metal, y es que como podemos ver por el nombre que se le ha dado a esta época la técnica que utilizaron fue el la aleación del cobre con el mineral de estaño, surgiendo así el bronce como material para muchos de los artefactos que han sido hallados en este periodo histórico. Es una época en la que se consolida la agricultura plenamente mediterránea y la ganadería en la zona, aunque todo lo ocurrido en este tiempo no es homogéneo en todo el Egeo. Podemos denotar un grandioso esplendor en la ciudad cretense de Micenas, pasando por el ascenso del militarismo en la Grecia Continental hasta llegar a las Cícladas, en donde encontraremos pequeñas fortificaciones en los asentamientos, los cuales eran realizados en lugares estratégicos protegidos por defensas naturales.
La mayoría de la riqueza que había en la zona del Egeo caía en manos de unas pocas familias reales, siendo sus cabezas los denominados príncipes. A pesar de ser Creta la más rica, como curiosidad no encontraremos restos de fortificaciones en los yacimientos de la isla. Éstos están situados en llanuras a campo abierto sin defensas naturales, además, tampoco suponen una zona estratégica en la propia isla para el comercio o por propia defensa del asentamiento que nosotros sepamos. Todo esto es así, según los arqueólogos y profesores de historia antigua debido a que las ciudades cretenses jamás se habían visto sometidas por otras poblaciones que fuesen de fuera, manteniéndose el mismo grupo de población desde época neolítica en el lugar.
Volviendo al disco, las inscripciones que guarda en su interior fueron realizadas mediante presión de sellos jeroglíficos preformados sobre la arcilla fresca y blanda en una secuencia en espiral hacia el centro de la pieza; luego, cocido a una alta temperatura cogería la consistencia necesaria.
Y es que el enigma del disco surge aquí, multitud de arqueólogos han intentado interpretar lo que hay inscrito en él, pero nos encontramos con un problema: La letra utilizada no es la representativa del lineal A, que es el tipo de letra minoica cretense fechada entre los siglos XVII y XV a.C. y de la cual sólo se ha descifrado una pequeña parte ya que muchas de las inscripciones contienen lologramas o en otras palabras, grafemas que representan palabras completas, lexemas o morfemas; pero tampoco es representativa del lineal B que es el sistema utilizado para fines administrativos desde el siglo XVII hasta el XII a.C., siendo el predecesor del alfabeto griego y constando de signos silábicos y un gran número de símbolos ideográficos.
Hay que decir que aproximadamente unos 10 signos de los que componen el disco pertenecen al lineal A, pero por ser de diferente tipografía muchos de los arqueólogos que han estudiado la pieza dicen que el disco no fue fabricado en Creta y lo sitúan fuera de las fronteras naturales de la isla.
Volviendo al problema de la datación del disco, como hemos dicho antes, pertenece a finales de la Edad del Bronce pero no hay aún un acuerdo en cuanto a su fecha de fabricación exacta. La primera de las fechas que se dieron entre otras fue entre 1850 y 1650 a.C. por parte del filólogo clásico Yves Duhou de la Universidad de Louvain en Bélgica en 1977, quien se basó en los informes de Pernier al haber encontrado el disco en un contexto de minoico medio inalterado. Posteriormente en 2004, J. Best sugirió una fecha en torno al siglo XIV a.C. debido a la datación de una tablilla hallada junto al disco.
Y es que todo lo explicado atrae el misterio e invita a los amantes del mismo a contemplarlo en el Museo Arqueológico de la ciudad de Herakleion en la isla de Creta debido a que la tipografía de la inscripción es totalmente única en el mundo antiguo y sus signos no han podido ser descifrados en los aproximadamente 100 años que lleva el disco descubierto. Pero no todo es tan negro como lo acabamos de plantear, y es que Gareth Owens, experto en lenguaje minoico junto con John Coleman, profesor de fonética en la Universidad de Oxford, siendo ayudados por Christóforos Chalambrakis de la Universidad de Atenas afirman haber comenzado a resolver el enigma que entraña el disco. Según alegan, utilizando los fonemas del lineal B y transportándolos gracias a un sistema que han ideado habrían podido llegar a leer el 80% de la pieza.
Según el propio Owens, la figura clave que abre el misterio del disco es Astarté, la diosa minoica de la fertilidad y piensa que podría llegar a ser un himno a ella, pero como dijo posteriormente, leer no es lo mismo que interpretar el mensaje y aún están lejos de encontrar un significado para esas inscripciones. Pero es positivo en cuanto al tema y a día de hoy continúan trabajando.
El Disco de Festos al igual que el Mecanismo de Anticitera es uno de los grandes enigmas de la Antigüedad, y a falta de una nueva Piedra Rosetta que ayude a transcribir el disco hay que decir que está complicado tratar de esclarecer el mensaje que alberga.
Otro punto que está dando la vuelta al mundo sobre la pieza es el que pone en duda su veracidad; el doctor Jerome M. Eisemberg publicó hace poco un artículo en la revista Minerva, The International Review os Ancient Art & Archaeology en el que dice que el Disco de Festos es un fraude obra del descubridor Luigi Pernier, y es que Eisemberg defiende que el arqueólogo estaba comenzando a desesperarse por impresionar a sus colegas y decidió crear tan singular pieza. Una de las razones que da, quizá la que más fuerza tiene a la hora de interpretarlas es la basada en los bordes del disco, los cuales son perfectamente lisos y afilados. Eisemberg comenta que las piezas minoicas de arcilla se cocían de forma accidental, en otras palabras, no es que se cociesen por accidente en el que el trabajador no se da cuenta de ello, si no que unas partes estaban más cocidas que otras por las técnicas rudimentarias que utilizaban en la época y debido a las cuales los filos del disco no deberían ser tan perfectos, si no que deberían tener ciertas irregularidades.
Una simple prueba de termoluminiscencia bastaría para terminar con el enigma y dar la razón a Eisemberg o quitársela y seguir con el misterio del disco, pero el Museo que lo alberga se niega a realizarlo por miedo a posibles deterioros en el mismo.
Y es que el misterio que la rodea es una de las partes más bonitas de la historia, es lo que convoca a los investigadores para trabajar codo con codo para esclarecer las sombras que hay en sus diferentes partes o las que se sitúan sobre piezas como ésta.