Tras la crisis económica global desatada en el 2008, aprovechada por el sistema y algunos poderes fácticos para ajustar la relación de producción y marketing, con costes más bajos, disminuyendo así los salarios y provocando una sucesión de crisis de orden social, con consecuencias especialmente graves para España, dada la precarización del empleo, la aparición de la pobreza energética, el aumento de la pobreza y la desprotección a la ciudadanía más vulnerable y en ese entorno se desata una de las mayores crisis políticas que ha vivido este país en décadas. Tras la guerra civil, solo el azote del terrorismo había causado tanto daño, pero ni siquiera eso llegó a desencadenar una tormenta perfecta, como la que ahora se ha desencadenado con el fenómeno secesionista de Cataluña.
En tal sentido, considero muy preocupante el debilitamiento de las instituciones por la injerencia del Gobierno en ámbitos como el de la Justicia.
Las actuales estrategias de bandos, con más semejanza comportamental a las manifestadas por bandas de tribus urbanas, que al ejercicio del arte de la política. Las acciones impulsadas desde la inmadurez caprichosa del bando nacional, para demostrar su fortaleza, con la vista puesta en el retrovisor, se viste con la mortaja del pasado, sin ser capaz de analizar desde una óptica sociológica y pragmática el conflicto y desde el otro bando dirigido por los sistemas límbicos no se calculan las consecuencias de las decisiones.
Una decisión es un acto de valor, sin lugar a duda, pero con riesgos calculados. Si no se atiende a las consecuencias económicas, sociales, de inclusión racional en el escenario internacional y atendiendo a ‘todos’ los entornos propios de las partes en conflicto, las decisiones pueden resultar contrarias a los intereses comunes y a los que se persiguen.
Confiábamos en que las fuerzas progresistas conocidas desencallaran la confrontación, mediante propuestas conformes a una comprensión creadora, una propuesta conducente a un nuevo escenario caracterizado por una ideología basada en la justicia social, la libertad de derecho y los derechos de la libertad y muy específicamente la igualdad universal de todo ser humano.
La arquitectura de un futuro estado, que ponga la vista en un ideal, tal vez inalcanzable, pero afanoso de perfección y de la convivencia fraternal de todos sus ciudadanos, es un objetivo que podría fijar como destino la articulación de una comunidad ibérica de naciones.
Este proyecto debe asentarse en el impulso de la regeneración democrática, la recuperación y la ampliación de los derechos y libertades civiles y de un programa efectivo de lucha contra la corrupción. Una propuesta basada en un desarrollo federal o confederal, donde se hallen las distintas culturas, que puedan encontrarse en un espacio público basado en la laicidad, el respeto a la ciudadanía discrepante para alcanzar una convivencia pacífica y solidaria, entre todos los pueblos que la componen.
En mi opinión nuestra democracia necesita de una reforma integral de la Justicia, de una mayor autonomía del Ministerio Fiscal; la Judicatura y la Fiscalía deben de garantizar su acceso a través de capacidad y mérito; además de la imprescindible gratuidad de la justicia y de su acceso universal.
Es así mismo necesario reforzar la independencia de los distintos poderes del Estado para velar por los derechos y libertades y endurecer la regulación para evitar conflictos de intereses y las ‘puertas giratorias’.
No solo la constitución debe asegurar la democracia, sino que además es imprescindible legislar mediante ley orgánica el proceso que asegure un Buen Gobierno y las Políticas Públicas, necesarias para respaldar un estado social, que garantice los derechos fundamentales, como lo concerniente a la salud universal con cobertura total, un acceso gratuito a la educación en todos sus niveles, inclusive la formación superior, pero también con una promoción intensa de los ciclos formativos o de formación profesional, que incluya el derecho a la vivienda y promueva el acceso al trabajo y cuándo esto no sea posible garantizar una renta mínima, que permita erradicar la pobreza extrema y afiance la dignidad.
El rumbo ideológico hacia la meta de un estado social se inscribe en la vieja tradición socialista, pero con la adaptación necesaria a este tiempo post contemporáneo, a la nueva era marcada por la revolución tecnológica. Hoy ya no es tiempo de aquel obrero concebido en las épocas que veía la luz el Capital de Carlos Marx. En la actualidad el mundo del trabajo se ha transformado, ha evolucionado y sufre una transfiguración en sus haceres, sus habilidades, sus oficios; el mundo tal y como lo conocemos ya no obedece a los mismos paradigmas, por eso es necesario, un enfoque de ideas nuevas, sin renunciar a las filosofías y las estrategias que sentaron precedentes para el progreso y el bienestar de la sociedad, en el siglo XX, pero mirando a la realidad del presente.
Tampoco deberíamos hacer uso indiscriminado de aquella premisa, de que es necesario construir un futuro digno para las siguientes generaciones; parafraseando a J. Ingenieros, mañana es una mentira piadosa que esgrimen las voluntades moribundas. Es el hoy y sin pérdida de tiempo lo que puede asegurar el progreso; pero es necesario vencer la inercia a sostener y no enmendar, debemos renunciar a la burocracia como esencia de la administración del estado. El Estado sin propósitos claramente definidos y una el diseño de una estrategia política clara, es solo una maquinaria que permite asegurar los privilegios, la comodidad del capital como motor de prebendas, convirtiendo al estado y a sus dirigentes en ocupantes medievales y garantes de los poderes fácticos.
Retomando el conflicto catalán, este ha sido detonante del deterioro de una España caduca, que amenaza al sistema nacido en el 78 y a la lucha de los que precedieron, como aquel viejo partido socialista del interior que, aforando las ideas de progreso, luchó para la transformación desde abajo y desde adentro.
El conflicto entre el Estado español y Cataluña no tiene solución. Será una constante que, con más o menos intensidad, debemos acarrear. Porque no hay una salida que pueda contentar a todos los implicados. Éstas son algunas de las reflexiones del director del Real Instituto Elcano, Charles Powell.
Sin embargo, creo que son posibles las ideas creativas, pero valientes para la superación del conflicto, siempre que se tenga en cuenta que el Rumbo de España, también es insostenible y que se necesita un giro, que mueva a avanzar por un camino distinto, conforme a los cánones de esta nueva edad post contemporánea.
Estamos asistiendo a la destrucción de los avances sociales conseguidos durante décadas con el esfuerzo y la lucha de las clases trabajadoras. Por ello consideramos necesario establecer unas políticas energéticas, industriales, de inversión y desarrollo tecnológico que superen el modelo económico basado exclusivamente en el corto plazo y la estricta obediencia a las pautas neoliberales, a través de un nuevo enfoque de la política económica y financiera, mientras el PSOE se ve lastrado sin un proyecto nacional claro, sin embargo el reto de la transformación está entre otras, en sus entrañas, con una militancia envejecida, pero también descuidada (el socialismo debe levantar las banderas de la reclamación de los jubilados con mayor vehemencia, solidez y credibilidad), necesita de savia nueva y de una propuesta renovada.
No me valen los gritos de un pseudo peronismo de izquierda y sus satélites, porque les falta igualmente una propuesta ideológica y programática realista, a la vez que progresista. Tal vez su propuesta fue válida en América latina, en la mitad del siglo pasado, puede ser un mensaje que mantenga a la ciudadanía sudamericana en vilo, como un tábano sobre un caballo para mantenerlo despierto, pero no despertará a los adormecidos ciudadanos españoles, tristemente acomodados en una empobrecida clase media mediocrizada.
Es por consiguiente la hora de generar un verdadero cambio, desde el renacimiento de las ideas de progreso, pero germinadas en un nuevo clima, en una nueva época, este primer cuarto del siglo XXI.