Nada más repugnante que el cinismo de quienes alzan loas a la engañosa “liberación” que nos prometen los nuevos movimientos (re)colonizadores como el de “la cancelación” (formalmente “de izquierdas”) en los que incluso se rescatan y remozan las más variadas lenguas arcaicas, se reduce la lengua por una paré a mínimos hasta la insignificancia o a la tergiversación o inversión de sus significados semánticos a la vez que se la recarga con variaciones innecesarias o espuertas sin otra “necesidad” que las ideológico-tacticistas para armar un discurso (neofeminista , o “ultra”, “indigenista”, racistas varios…) que llega al ridículo.
Se trata de promover un neo-colonialismo “inverso” (valgan como ejemplos los movimientos “antiblancos” de Sudáfrica o las acciones pro-mapuches…) derivados de los incendiarios y resentidos discursos de Fanon. Se trata de renovados neolenguajes en los que se escribe “libertad” (de por sí un cierto eufemismo… y aquí remito a Spinoza y señalo una de las servidumbres menos reconocidas: el sometimiento a uno u otro dogma) cuando lo que se persigue es una esclavitud terrorífica que se despliega una vez que se produce la “toma del poder” de tales movimientos.
Siendo así hasta ahora inevitable y en todo caso pautado, me inclino por preferir los poderes que aceptan, aún a regañadientes, convivir con las minorías (y no impongan sus apetitos tiránicos como los mencionados movimientos a las mayorías mismas que dicen y reiteran “representar”…. inclusive en su contra).