Fotografías: Andrés Cascio
'Y la vida ha sido dada al hombre para que desarrolle la belleza, poniéndose por encima de los errores.' Cuentos 'Las mil y una noche' Anónimo
A cuatro horas de vuelo desde Moscú y a otras cuatro horas desde Madrid, a lo que hay que sumar algún tiempo de espera para interconexión, controles e imprevistos, y por consiguiente a más de 10 horas de cualquier parte de España, geolocalizado a 41,7° N, 63,14° E, en pleno corazón de Asia Central se encuentra Uzbequistan, república anteriormente llamada la Gran Bukaria. Es un país que formo parte de la antigua URSS hasta 1991, entre Kazajistán al norte y Turkmenistán al sur y a 120 kilómetros dirección sur, Afganistán, precisamente allí hallaremos ese país, un extraordinario enclave histórico, que muestra orgulloso los testimonios arquitectónicos que nos recuerdan el esplendor de la Ruta de la Seda.
Separado por al menos dos estados de cualquier punto marítimo, ofrece la triste evidencia de la negligencia humana respecto a la conservación de la naturaleza y también de la ceguera del hombre, me refiero a la desaparición forzosa del Mar de Aral, ocasionada por arbitrarios sistemas de regadíos y las desviaciones de los ríos afluentes del Aral, para desarrollar el cultivo del algodón, en tierras poco propicias para este tipo de cultivos.
Desde 1991, fecha en la que el país alcanzó la independencia de la antigua URSS, tras una gestión de cambio a través de una transición gradual al sistema de economía de libre mercado, manteniendo las estructuras sociales para asegurar la protección social, la educación y las necesidades de los uzbecos, vió la luz este país, avanzando lentamente a hacia un desarrollo que sus ciudadanos muestran orgullosos.
Ciudades limpias, cuidadas y ciudadanos/as que hacen visible su hospitalidad, amabilidad y simpatía; Uzbequistan es un país seguro y acogedor, que lentamente comienza a abrirse al turismo y es ahora cuando es el momento para internarse en su interior, aún se puede disfrutar del sabor auténtico de una cultura milenaria. Pero hay que tener en cuenta que hay lugares que en invierno alcanzan los -20º y en verano no es extraño vivir mas de 40º de calor.
Desde la conquista por Alejandro Magno, entre 330 y el 320ac. y la fundación de lo que mas adelante fuese la mágica Samarcanda, este territorio asediado y destruido en varias ocasiones por las Hordas de Oro del imperio Mogol, Gengis Kan la hizo suya incorporando el ‘kanato’ al vasto imperio creado por él.
Su origen se remonta al siglo VI, cuando los pueblos nómadas de Asia Central y de lenguas túrquicas, (origen del pueblo turco), poblaban este amplio territorio, que llegaba hasta el Valle de Orjón (Mongolia) y dominaron las estepas, es allí donde podremos encontrar a los auténticos antepasados de los uzbecos.
Por otra parte, las relaciones entre los nómadas de la estepa y la población sedentaria de Asia Central fueron durante mucho tiempo conflictivas y fue Ciro Rey aqueménida de Persia, quien invadió y conquisto estos territorios de Asia central, para poder expandirse hacia el cercano oriente y alcanzar así Grecia y Macedonia.
Sin embargo, habría que esperar a Amir Timur, o Tamerlán como se lo conoció en occidente, conquistador y soberano turco-mongol, originario del Turquestán, instaurado rey de Transoxiana y fundador de la dinastía timurí, quien le otorgó la gloria y el esplendor, convirtiéndolo en el reino que presidió hasta su muerte desde su capital, Samarcanda .
La grandiosidad territorial del imperio de Tamerlán careció de la más mínima homogeneidad institucional y administrativa, le faltó la faceta de hombre de estado que tuvo en cierta manera Gengis-Khan, pero fue un guerrero y conquistador excepcional de su época y al vencer a los turcos otomanos, su figura despertó gran admiración en Occidente y es en ese contexto admirativo que hay que situar la embajada de Ruy González de Clavijo que en nombre de Enrique III de Castilla, se presentó en su corte, para solicitar su ayuda, precisamente en contra de los otomanos y quien nos ha dejado uno de los documentos más interesantes de este último soberano turco-mongol.
Samarcanda, capital del imperio timúrida, se convirtió entonces en una esplendorosa y rica metrópoli. Gracias a su posición geográfica se convirtió en el principal mercado y nudo de caravanas de Asia, que Tamerlán embelleció con la construcción de la gran mezquita, siguiendo el modelo de la mezquita de las mil columnas de Delhi; mausoleo de Bibi Khnaum, su primera mujer. Así mismo la espectacularidad se levantó con la calle funeraria de Shah Zinde, en la que están enterrados los miembros más destacados de su familia.
Este enclave central en la encrucijada de la denominada Ruta de la Seda no es otro que Uzbequistan. Con la denominación Rutas de la Seda: red viaria de la ruta del corredor Chang’an-Tian-shan, se trataba de un tramo de 5.000 kilómetros de una gran red viaria de las Rutas de la Seda que iba desde la zona central de China hasta la región de Zhetysu, situada en Asia Central, donde también convergían otras rutas procedentes de Egipto y la península arábiga, para luego dirigirse a Europa, Roma principalmente y luego hasta Hispania.
Una de las rutas de la Seda, atravesaba ciudades como Petra y las caravanas surcaban desiertos y estepas, traficando con especies, productos exóticos de oriente y lógicamente la seda.
Pero el nudo central de los convoyes de caravanas se encontraba en ciudades como Khiva (Jiva), Bujará, (del uigur buxār y este del sánscrito Vihara), y lógicamente Samarkanda, y estas no son otras que las auténticas joyas de Uzbequistan, las tres declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Son las ciudades de un maravilloso sueño en las noches de verano, que inspiraron las mil y una noches y otros cuentos mágicos, testimonios de la tradición y la cultura islámica, que albergan el mayor conjunto monumental de Madrazas, centros de educación o ‘Universidades’ de inspiración musulmana, pero que a su vez constituyen una de las más grandes construcciones magistrales de la arquitectura asiática de los siglos XIII y XIV.
Jiva capital de la región histórica de Corasmia, constituyó en el pasado el Kanato de Jiva. Según la leyenda, Jiva fue fundada después del diluvio, por Sem (el hijo de Noé), con la forma de barco, en realidad Shiva fue un oasis alrededor de un manantial.
Pero el viajero quedará sin dudad impactado por las murallas que encierran el barrio de Itchan Kala y que está ubicado en la parte interior de la ciudad de Jiva, atrincherado detrás de las murallas de piedra que alcanzan una altura de unos doce metros, que rodean el lugar donde se refugiaban las caravanas antes de que éstas se adentraran en el desierto en dirección a Irán.
Allí, el viajero se encontrará con magníficos monumentos, la ciudad constituye un ejemplo coherente y bien conservado de la arquitectura musulmana del Asia Central con unas construcciones sobresalientes como la mezquita Djouma, los mausoleos, las madrazas y los dos magníficos palacios edificados a principios del siglo XIX por el Khan Alla-kouli y todo decorado con los azulejos azules típicos de la antigua Persia y de Asia Central. Desde 1990, el barrio de Itchan Kala forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
Perderse entre sus callejuelas, invita a sumergirse en aquella ciudad asiática medieval, que de algún modo hace que se sienta la magia de su bullicioso pasado, con una mezcla de mercados, posadas conocidas como caravan-sarai y sitios de regocijo y plegarias religiosas. Uno de los monumentos mas destacados es la conocida como Mezquita de los viernes, del siglo XIII y que cuenta con mas de 200 columnas de madera talladas.
Tras más de siete horas atravesando uno de los grandes desiertos esteparios, se llega a Bujará que fue uno de los principales centros de la civilización uzbeka a lo largo de la historia, tierra de Avicena, (médico, filósofo, científico, polímata, musulmán, de nacionalidad persa), Fundada hace más de 2.500 años, constituye un remanso entre ciudades. Su arquitectura y sitios arqueológicos forman parte de los pilares de la historia y arte turco. La región de Bujará fue durante un largo período parte del Imperio Temúrida, hoy tras la Meca es el segundo centro de peregrinación musulmana.
Bukhara es una ciudad que no ha cambiado apenas en los últimos dos siglos, si es verdad que esta mantenida y reconstruida por sus habitantes, pero conserva el sabor original. En el siglo XVI, se construyó allí uno de los monumentos más importantes de Uzbekistán, el Minarete de Kalón, con sus imponentes 47m de altura.
La ciudad plagada de mezquitas, madrazas, mercados y minaretes es un magnifico decorado de los cuentos y leyendas que tenían como escenario su glorioso pasado.
La plaza Lyab-i Khauz es el punto central de Bujará, bullicioso y animado, que alberga junto a ella algunas de las mejores terrazas de la ciudad parar disfrutar de un buen refresco o una comida, allí en medio se encuentra un hermoso estanque y está flanqueada por la que dicen constituyó una de las Madrazas más grandes de Asia Central, aunque en realidad fue un caravan-sarai.
Pero sin duda una de las grandes maravillas de la ciudad lo constituye la mezquita Bolo-Jaus, famosa en Uzbekistán por sus techos tallados en madera y por sus finas columnas, así como por los capiteles de estalagmitas.
En el recorrido no se puede pasar por alto, el Mausoleo de Ismail Samani, que fue construido a principios del siglo X, el nombre de la tumba se debe a su fundador, Ismail, y dentro de ella se encuentran los restos de su familia. Es en este lugar donde pueden apreciarse signos del pasado anterior a la dominación musulmana (y que también aparecen con frecuencia en otros monumentos de la ciudad) de las creencias del zoroastrismo, religión principal de la región antes del esplendor timúrida.
Y por fin tras casi tres horas de camino, la insuperable Samarkanda, la perla del universo musulmán, la plaza del mundo, 5.000 años de historia, mestizaje de las culturales, persas, turcas, indias, árabes, chinas y europeas, considerada una de las ciudades más antiguas de Asia Central, presenta como mudo y magistral testigo la Plaza Registan, mandada a construir por Tamerlan entre el 1370 y el 1405.
La Plaza Registan, centro del comercio en la edad media en Centro Asia, constituyó uno de los centros de estudios más importantes de la región. Allí se encuentran la Madraza de Ulug-Beg, la Madraza Tillya-Kori y la Madraz Sher-Dor, las tres rodean el sitio central de la plaza y a pesar de haber sido construidas en épocas distintas, presentan una imagen decorativa única, que hace de esta Plaza una de las grandes maravillas del mundo.
Esta espectacular visión de la ciudad se complementa con la visita a la Mezquita de Bibi Khanum, construida para que fuese la joya del imperio, y que constituyó un obsequio al amor, ya que fue levantada en honor a la esposa de Tamerlan.
Las cerámicas y azulejos y las arcadas con 400 columnas de mármol blanco, coronadas por cupulas, da una idea de este monumento, que, aunque que destruido parcialmente muestra su magnificencia.
Caminando un poco más te adentras en la Ciudad de los Muertos, la avenida de los mausoleos, una de las necrópolis más espectaculares que se pueden apreciar hoy en día en todo el mundo. El viajero no puede dejar de ver la tumba del Rey, Gur-e Amir, l el Mausoleo de Tamerlán y su Familia, uno de los monumentos mejor conservados.
Antes de abandonar la ciudad y para llevar en las alforjas del recuerdo, cabe destacar el colorido en la vestimenta de las mujeres, los bulliciosos mercados callejeros y la artesanía local, donde destacan las tallas en madera, los bordados de variados colores, los tejidos de seda y como no, las especias y los frutos secos.
Uzbequistan, el sueño de las mil y una noche.