A treinta y siete kilómetros al sureste de Cuzco dirección Puno se encuentra Anadahuaylillas, un pueblo formado bajo las directrices de las ordenanzas del Descubrimiento y la Población dictadas en 1573 por Felipe II. Como estaba mandado una gran iglesia domina su plaza, es el templo de San Pedro Apóstol construido entre finales del siglo XVI y principios del XVII. Sus puertas esconden uno de los interiores más ricos y sorprendentes de todo el Barroco Andino que haría que nuestros ojos escaparan de sus órbinas si no fuera porque éstos ya andaban a su aire tras la visita de Canincunca y Huaro, las otras dos paradas de la Ruta del Barroco Andino que se completa con la Iglesia de la Compañía en Cuzco.
San Pedro en Andahuaylillas es conocido como el Vaticano de los Andes. No es una exageración, la riqueza de su ornamentación y su artesonado hacen del templo toda una experiencia de la que cuesta salir, ya que cada centímetro que la mirada recorre es un descubrimiento tras otro de la obra fundamentalmente de Luis Riaño, el artista criollo que se ocupo de dar vida a las pinturas de los muros del templo. Del artesonado se ocuparía el español Martín de Torres con la ayuda de Bartolome de Nápoles.
Sobre estos nombres de artistas hay que destacar el de Juan Pérez de Bocanegra, religioso doctrinista que estuvo en el pueblo andino entre 1618 y 1628, tiempo en que encargó la ejecución de las pinturas del interior de la iglesia a los artistas citados como todo un programa evangelizador que sirviera para educar a la población local en las conclusiones del Concilio de Trento. Bocanegra escribio seis libros durante su estancia en Andahuaylillas y se le atribuye también la composición de Hanaq Pachap Kusikuinin, un canto procesional.
Pero entre los tesoros de San pedro Apóstol se hallan dos en forma de prodigios musicales cuya morfología no ha cambiado en cuatrocientos años. Son los órganos de la Epístola u órgano del Rey David y la Reina, construido por artesanos anónimos entre 1606 y 1620 y el de los Ángeles Músicos, algo posterior, de entre 1626 y 1630, ambos con la decoración de las pinturas del ya mencionado Luis Riaño.
Esta es la descripción del segundo de ellos para los realmente iniciados en el mundo de los órganos: Mecánico, con secreta de correderas, disposición de cinco juegos de mano izquierda y seis de mano derecha, con tambor y pajarillo. Tiene tres fuelles de baqueta situados a un costado del instrumento. Una de sus peculiaridades sonoras está referida al juego de las trompetas, ‘una trompetas salvajes pero con encanto.’
Los órganos fueron restaurados en los años 2007 y 2008 gracias a la cooperación francesa por el organero Jean-François Dupont asistido por Jean-François Besnault y Christophe Leprou. El sábado 31 de octubre de 2008 se celebró un concierto inaugural de ambos órganos de la mano de los organistas Francis Chapelet y Uriel Valadeu y con la participación de más de ochenta músicos procedentes de Chile, Cuba, Colombia, Paraguay, Perú y Francia, así como la de los niños de Andahuaylillas.