Sobre el paciente que más me preocupa
Emilio González Martínez
Visión Libros, 2023
146 páginas
El amigo de nuestro blog, Emilio González Martínez, ha publicado un último libro, titulado Sobre el paciente que más me preocupa, de difícil clasificación en cuanto a género; pero que, precisamente por ello, es un ejercicio “a tumba abierta”. La vida es dispersa, y el autor la recoge de forma dispersa desde “la última vuelta del camino”: poemas, artículos, reflexiones, cuentos; siempre con una factura impecable, porque el territorio de Emilio es la palabra, las palabras que le deslumbraron de niño: Lorca, Neruda, Gabriela Mistral, Octavio Paz…
“Camino así, de espaldas a mi propia muerte
con la mirada clavada en las frases que, de niño,
me desgarraron para siempre”.
Hay que destacar la valentía del autor para situar la muerte “esa insustituible presencia que hace nacer el pensar”, en palabras de María Zambrano, en el corazón del otro gran tema del libro: la palabra, ese “sorprendente escenario para un diálogo con la muerte”. La palabra es también el “jardín elegido por el lenguaje para sus juegos”, porque es libertad y es permanencia.
La palabra es la que manda y nos guía para afrontar nuestro destino en la resaca del nihilismo, recurriendo a esa rebeldía metafísica, de la que ya habla Albert Camus. Rebeldía del autor contra la trascendencia: “lo sobrehumano no es más humano que lo inhumano” y contra las “fabulaciones” de nuestra tradición —Cristo, la Virgen María—:
“Saber de la muerte no me autoriza a malgastar
el poder evocador y anticipatorio de la palabra
para crear un más allá, después de muerto”.
Rebeldía también contra un orden social que reduce la sexualidad a la reproducción de la especie y dicta las convenciones de la familia. Rebeldía contra una situación cultural que ha conducido a la inflación del yo y que el autor traduce, en última instancia, como un deseo de impunidad ante la muerte. Rebeldía contra el recurso a un entretenimiento continuo que nos haga olvidar nuestro destino.
Junto al poder salvífico de la palabra se encuentra el psicoanálisis: “No somos libres, pero nuestras palabras pueden serlo. La poesía y el psicoanálisis, apuntan a esa posibilidad”. Y el inconsciente se cuela en muchos de los relatos, que pueden calificarse de “surrealistas” como “Mi apartado en la oficina de correos”. Y junto a la presencia del inconsciente, aquello que, según Freud, lo alimenta y lo sostiene: la sexualidad y sus secretos, en palabras del autor “esas papeleras de la humanidad que Freud se dedicó a revisar”.
No podía faltar en este recordatorio “a tumba abierta” la herida no cauterizada de la dictadura argentina, que lo condujo al exilio de su patria hace ya más de 40 años, ni un bello poema dedicado a su amiga y compañera de vida, Lidia.