La guerra: Teoría para los conflictos del siglo XXI
Federico Aznar Fernández-Montesinos
El Viejo Topo, 1ª edición. Barcelona, 2024.
570 páginas.
Federico Aznar Fernández-Montesinos, oficial de alto rango de la armada española, doctor en ciencias políticas, profesor universitario y Analista Principal del Instituto Español de Estudios Estratégicos, es uno de los mayores expertos mundiales, sino el que más, en terrorismo yihadista y en teoría de la guerra. Con este, su nuevo libro, titulado, La guerra: Teoría para comprender los conflictos del siglo XXI, nos brinda una obra fundamental para entender la guerra contemporánea.
Puede entenderse este, en cierto modo, como una continuación de algunos de sus celebrados trabajos anteriores, aunque, particularmente, de su Entender la guerra en el siglo XXI (2011). Con todo, el autor, ha dedicado más de una década a investigar las dinámicas de la guerra, lo que le ha proporcionado una aun mayor y asombrosa maduración y profundidad de sus ideas, proporcionando, verbigracia, claves estratégicas recientes, que, desde una perspectiva altamente interdisciplinar (filosofía, historia, sociología, geopolítica y tecnología), al alcance de muy pocos, pero del todo necesaria y crucial para proporcionar al lector con una visión poliédrica, multifacética, amplia y detallada de la naturaleza de los conflictos modernos, por lo que desde ya convierte esta obra en absolutamente esencial para entender la guerra contemporánea, desde una más que bienvenida perspectiva histórica, y de lectura obligada no solo para académicos y estudiantes de las más diversas disciplinas, sino también para profesionales en seguridad, políticos, periodistas y, en realidad, cualquier persona interesada en comprender mejor la guerra y de su impacto en la sociedad contemporánea.
El libro se estructura en diez capítulos, además de una introducción y un prefacio. A grandes rasgos, puede decirse que los objetivos que Aznar Fernández-Montesinos persigue, y consigue de sobras, con su libro pueden concretarse en proporcionar un marco teórico robusto y comprensivo para entender la guerra como un proceso ligado a factores sociales, políticos y tecnológicos. Para ello, lleva a cabo un análisis riguroso de fuentes históricas, teorías clásicas y contemporáneas, a la vez que estudios de caso para ilustrar la aplicación de estos conceptos en situaciones reales.
El prefacio, escrito por la eurodiputada y escritora Maite Pagazaurtundúa Ruiz, quien destaca la complejidad de la guerra en la era de la posverdad y la pospolítica, donde la manipulación de la información es tan poderosa como las armas militares per se. Pagazaurtundúa resalta la capacidad de Aznar Fernández-Montesinos para conectar fenómenos actuales con las tradiciones de los grandes pensadores de la guerra (sirvan de ejemplo, Sun Tzu y Clausewitz) y el poder, aplicando y adaptando teorías clásicas a los desafíos del siglo XXI. En este sentido, en este prefacio se subraya la importancia del enfoque multidisciplinario al que antes me he referido y que lleva a cabo el autor, a la vez que introduce los temas principales del libro, no sin dejar de subrayar la importancia de conectar teorías clásicas con fenómenos actuales, preparando al lector para un análisis profundo de la guerra, guiado por el pensamiento crítico del autor.
El prólogo, por su parte, corre a cargo de Rafael Fraguas de Pablo, sociólogo, escritor, periodista y miembro fundador de El País. Este prólogo complementa el prefacio subrayando el profundo análisis de Fraguas de Pablo y su enfoque holístico. Más concretamente, Fraguas de Pablo destaca la metodología innovadora del autor, lo que le sirve para explicar aspectos cruciales de la guerra, integrando disciplinas y ofreciendo un análisis comprensivo de las causas y consecuencias de los conflictos. Aún más, Fraguas de Pablo elogia la capacidad de Aznar Fernández-Montesinos para formular hipótesis sobre la politicidad de la guerra, adaptando teorías clásicas a contextos contemporáneos y añadiendo nuevas variables y herramientas metodológicas. Del mismo modo, señala como el autor aborda la dimensión ética de la guerra, discutiendo su legalidad, legitimidad y moralidad –aspectos del todo cruciales para entender tanto los elementos tácticos como las implicaciones éticas de las decisiones militares. Fraguas de Pablo cierra esta pieza reforzando la importancia de la obra, destacando como esta proporciona al lector una base sólida para entender la guerra moderna, guiado por un análisis riguroso y una profunda reflexión ética.
Los capítulos del libro se abren con uno titulado “Filosofía de la guerra”. A través de sus páginas, Aznar Fernández-Montesinos explora la naturaleza violenta del alma humana utilizando referencias clásicas. Comienza con la Ilíada, que le sirve para proporcionar una reflexión filosófica sobre la naturaleza de la guerra, destacando cómo Homero presenta a los héroes como figuras complejas motivadas por honor, gloria, venganza y dolor; del mismo modo se acerca, además, a la mitología griega, para destacar cómo varias de sus figuras representan la realidad atemporal de la guerra y emociones humanas fundamentales, tal es el caso de Aquiles, con la búsqueda de gloria y la tragedia de la guerra. A su vez, se adentra en otros mitos como el de los dientes del dragón, que simboliza la naturaleza belicosa de la humanidad, y resalta cómo la inteligencia y astucia, personificadas por Medea, pueden superar la violencia instintiva. Otro mito al que atiende es el de la Casa de Atreo, que refleja la hybris (ὕϐρις), o desmesura, crucial en la filosofía de la guerra por representar el exceso y la arrogancia que llevan a los conflictos. Por si este fuera poco, Aznar Fernández-Montesinos incorpora análisis de autores contemporáneos como Robert Kagan, quien utiliza a los dioses Marte y Venus para escenificar modelos de abordaje de conflictos, reflejando diferencias culturales y estratégicas. Adicionalmente, el capítulo aborda el desarrollo de la filosofía de la guerra como disciplina académica, explicando que entender la guerra requiere un análisis de tácticas y estrategias militares, así como una comprensión de los aspectos éticos y morales, sugiriendo así un examen crítico de las motivaciones y justificaciones para el conflicto y las consecuencias éticas de las acciones militares.
En “Crisis y conflicto”, el segundo capítulo, Aznar Fernández-Montesinos analiza cómo las crisis pueden desencadenar conflictos y cómo se pueden gestionar para evitar la escalada. Para ello, define una crisis en relaciones internacionales como una situación de inestabilidad o peligro inminente por tensiones políticas, económicas, sociales o militares, argumentando que las crisis preceden a los conflictos al exacerbar tensiones y provocar decisiones precipitadas. Destaca la importancia de la diplomacia preventiva para desescalar tensiones y encontrar soluciones pacíficas, subrayando la necesaria intervención temprana y el diálogo. Es por ello que se refiere a técnicas como la mediación, la facilitación del diálogo y el uso de organizaciones internacionales como las Naciones Unidas, la Unión Europea y la Organización de Estados Americanos, destacando la cooperación internacional y la construcción de confianza para prevenir la mencionada escalada, proporcionando herramientas conceptuales de análisis de estrategias de prevención de conflictos, subrayando la importancia de abordar las causas subyacentes de las crisis y argumentando que una gestión efectiva debe centrarse en resolver problemas estructurales que conducen a la inestabilidad y, por consiguiente, de fomentar una cultura de la paz. Del mismo modo, el autor explora cómo las crisis representan peligros y oportunidades estratégicas, permitiendo influir en eventos y redefinir relaciones de poder. Para ilustrar la explicación se sirve de ejemplos históricos como la crisis de los misiles en Cuba (1962), la crisis de Sarajevo (1914) y la crisis financiera asiática (1997). Aznar Fernández-Montesinos también analiza estrategias de prevención de conflictos, subrayando la importancia de abordar las causas subyacentes de las crisis y argumentando que una gestión efectiva debe centrarse en resolver problemas estructurales que conducen a la inestabilidad.
Prosigue con “Algunas aproximaciones a la guerra”, el tercer capítulo, en el que Aznar Fernández-Montesinos ofrece una visión exhaustiva de diversos enfoques teóricos sobre la guerra, desde las teorías clásicas de Carl von Clausewitz hasta las contemporáneas. Revisa así cómo el pensamiento estratégico se ha transformado y cómo ha impactado en la práctica de la guerra. En este sentido, nota como Clausewitz, quien conceptualiza la guerra como una extensión de la política, ha influido profundamente en el pensamiento estratégico con su “trinidad” de gobierno, ejército y pueblo. También destaca a Antoine-Henri Jomini, quien enfatizó la importancia de las líneas de operación y la concentración de fuerzas, y a Sun Tzu, influyente en el pensamiento militar por su enfoque en estrategia e inteligencia. Aznar Fernández-Montesinos explora también el concepto de guerra total, que implica la movilización completa de recursos y la implicación de toda la población, ejemplificado en las dos guerras mundiales, y analiza cómo ha influido en la doctrina militar y la política de defensa. Contrapone esto con la guerra limitada, caracterizada por objetivos restringidos y uso limitado de recursos, ejemplificada en las guerras de Corea y Vietnam, y cómo se ha preferido en conflictos contemporáneos para evitar escaladas nucleares. Del mismo modo, dedica una parte considerable a la guerra asimétrica, que se refiere a conflictos entre partes con capacidades militares desiguales, como actores no estatales que usan tácticas irregulares, desafiando doctrinas tradicionales y forzando a los estados a adaptar sus estrategias, con ejemplos como Afganistán e Irak. A su vez, también examina teorías contemporáneas como la guerra de redes, que utiliza tecnología avanzada y sistemas de información para mejorar la efectividad militar, y la guerra híbrida, que combina tácticas convencionales y no convencionales, incluyendo operaciones militares, guerra cibernética y desinformación, explotando vulnerabilidades del adversario sin desencadenar una guerra convencional. En resumen, en este capítulo el autor subraya cómo estas teorías han influido en la formulación de doctrinas militares y la adaptación de las fuerzas armadas a nuevas realidades, argumentando que su comprensión es esencial para desarrollar estrategias efectivas y adaptarse a un entorno de seguridad cambiante.
A continuación, en “Aproximación histórica a la guerra. Tipología de los conflictos”, Aznar Fernández-Montesinos analiza la evolución de la guerra y su impacto en las estrategias militares, presentando una tipología de conflictos que incluye guerras convencionales, de guerrillas, asimétricas e híbridas. A través de un recorrido histórico que va desde conflictos antiguos hasta guerras modernas, muestra cómo la guerra se institucionalizó como herramienta estatal, destacando las cruzadas y conflictos feudales de la Edad Media y la organización de ejércitos permanentes con nuevas tecnologías militares en la Edad Moderna. Mientras que en las guerras convencionales, como las Guerras Napoleónicas y las Guerras Mundiales, se utilizaron fuerzas armadas regulares con objetivos políticos claros, en las guerras de guerrillas, en cambio, como la Guerra de Independencia de España y las guerras de liberación en América Latina, implican tácticas de emboscadas y sabotajes. Los conflictos asimétricos, ejemplificados por la Guerra de Vietnam y los conflictos en Irak y Afganistán, utilizan tácticas no convencionales como terrorismo e insurgencia. Las guerras híbridas, como el conflicto en Ucrania y la intervención rusa en Siria, combinan elementos de guerra convencional y no convencional, usando tácticas cibernéticas y de desinformación. De esta forma, por tanto, Aznar Fernández-Montesinos ofrece en este capítulo un análisis profundo de la evolución de los conflictos y cómo las estrategias militares han cambiado en respuesta, proporcionando una tipología clara de los conflictos y ejemplos históricos que ayudan a entender cómo las lecciones del pasado pueden aplicarse a los conflictos contemporáneos.
En “Las ‘nuevas guerras’ y las guerras de cuarta generación”, el autor explora las formas emergentes de guerra en el siglo XXI, destacando sus diferencias con los conflictos tradicionales en términos de tácticas, estrategias y objetivos. Para ello, define estas nuevas guerras como más complejas, involucrando a estados, organizaciones no estatales, grupos insurgentes y cibernéticos con objetivos variados. De esta forma, la guerra de cuarta generación se caracteriza por la desaparición de líneas claras entre combatientes y no combatientes, el uso de tácticas no convencionales y tecnología avanzada, donde el control de la información y la percepción pública es crucial. Además, Aznar Fernández-Montesinos discute la guerra híbrida, que combina tácticas militares, cibernéticas, informativas y económicas, operando en múltiples dominios y creando confusión. Un ejemplo claro es el conflicto en Ucrania, donde Rusia utiliza fuerzas regulares e irregulares, guerra cibernética y desinformación. La guerra cibernética incluye ataques digitales para dañar o influir en sistemas de información, con ejemplos como los ataques a redes eléctricas de Ucrania y el ciberataque a Sony Pictures en 2014. La guerra informativa, por su parte, manipula la percepción pública, con ejemplos como la desinformación en las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2016. Así, el autor destaca los desafíos que estas nuevas dimensiones de la guerra plantean para la seguridad global, como la dificultad en la identificación y atribución de ataques, complicando la respuesta de estados y organizaciones internacionales, subrayando la importancia de la ciberseguridad, la cooperación internacional y el intercambio de información, y la necesidad de estrategias efectivas contra la desinformación.
En “El terrorismo”, Aznar Fernández-Montesinos analiza el terrorismo como una forma de guerra no convencional que utiliza el miedo y la violencia para alcanzar objetivos políticos, destacando sus motivaciones, tácticas y su impacto global. En este sentido, define el terrorismo como el uso sistemático del miedo y la violencia para coaccionar a gobiernos o sociedades con fines políticos, religiosos o ideológicos, diferenciándose de la guerra convencional por evitar la confrontación directa y usar actos calculados para sembrar pánico e incertidumbre. Examina diversas tácticas terroristas, como atentados suicidas, secuestros, toma de rehenes, ataques con explosivos y ciberterrorismo, que maximizan el impacto psicológico y el número de víctimas, utilizando la tecnología y la información para coordinar y amplificar sus acciones. Advierte, además, cómo el terrorismo se ha ido transformando, adaptándose así al contexto global y tecnológico, desde los anarquistas del siglo XIX hasta los modernos grupos yihadistas, pasando por el terrorismo nacionalista, anticolonial, ideológico y religioso. Añade que su impacto es significativo, al desestabilizar gobiernos, cambiando políticas de seguridad y alterando la vida cotidiana, resultando en medidas de seguridad más estrictas, erosión de libertades civiles y aumento en la percepción de amenaza. Con fines ilustrativos, el autor analiza casos emblemáticos, como los ataques del 11 de septiembre de 2001, que reconfiguraron las políticas de seguridad global, llevaron a la invasión de Afganistán e Irak e implementaron medidas de vigilancia masiva. Del mismo modo, examina respuestas al terrorismo, desde medidas de seguridad hasta estrategias de contrainsurgencia, destacando la importancia de la cooperación internacional y medidas legales y políticas. Para resumir, este capítulo ofrece un análisis detallado del terrorismo como forma de guerra no convencional, fundamental para entender y enfrentar esta amenaza en el siglo XXI.
En el siguiente capítulo, titulado “Geopolítica y guerra”, Aznar Fernández-Montesinos examina cómo los intereses estratégicos y geográficos de los estados influyen en los conflictos, destacando el papel de las potencias mundiales y regionales en la configuración del orden global. Define la geopolítica como el estudio de los efectos de la geografía en la política y las relaciones internacionales, centrándose en factores como ubicación, recursos y rutas comerciales que determinan la política exterior y la propensión al conflicto. Además, analiza cómo potencias como Estados Unidos, Rusia y China buscan expandir su influencia a través de la fuerza militar y la diplomacia, mostrando cómo la política exterior estadounidense, con intervenciones militares y la doctrina de la contención, ha moldeado su política militar, y cómo Rusia, con su vasta extensión territorial y recursos, ha buscado recuperar su influencia en el espacio post-soviético, usando el conflicto en Ucrania como ejemplo clave. Asimismo, discute la iniciativa de la Franja y la Ruta de China para conectar Asia, Europa y África a través de infraestructura y comercio. Para ello, utiliza ejemplos contemporáneos como los conflictos en Ucrania y Gaza para ilustrar cómo la geopolítica influye en la guerra moderna, mostrando cómo las preocupaciones geopolíticas pueden llevar a la guerra y cómo la lucha por control territorial, recursos y seguridad perpetúa el conflicto entre Israel y las facciones palestinas. El autor destaca que la redistribución del poder global, el ascenso de nuevas potencias y la competencia por recursos escasos pueden desestabilizar el orden internacional y desencadenar conflictos, señalando que la globalización, el cambio climático y la revolución tecnológica están reconfigurando el panorama geopolítico, creando nuevas oportunidades y riesgos para la paz y la seguridad global.
En “Las nuevas dimensiones de la guerra”, Aznar Fernández-Montesinos examina cómo la tecnología y la globalización han transformado los conflictos, abordando la guerra cibernética, informativa e híbrida. Comienza con la guerra cibernética, que usa ataques digitales para dañar sistemas enemigos, desde piratería hasta ataques a infraestructuras críticas, como los ataques a las redes eléctricas de Ucrania y a Sony Pictures en 2014. La guerra informativa manipula información para influir en la opinión pública y desestabilizar al adversario. Analiza, además, cómo las redes sociales amplifican la desinformación, con ejemplos de las elecciones presidenciales de EE. UU. en 2016 y el referéndum del Brexit, mostrando cómo la propaganda y la desinformación crean confusión y desconfianza. La guerra híbrida, por su parte, combina tácticas convencionales y no convencionales, integrando ciberataques e informativas con operaciones militares, como en el conflicto en Ucrania, donde Rusia usó fuerzas irregulares, ciberataques y desinformación para avanzar sus objetivos. Lo anterior le sirve para destacar los desafíos de estas nuevas formas de guerra para la seguridad global, subrayando la importancia de la ciberseguridad y la cooperación internacional para proteger infraestructuras críticas y desarrollar estrategias contra la desinformación. Concluye que estas nuevas formas de guerra requieren adaptaciones significativas en las estrategias de seguridad para enfrentar los desafíos de la tecnología y la globalización en el campo de batalla moderno.
En “La paz y el fin de la violencia”, Aznar Fernández-Montesinos reflexiona sobre cómo alcanzar la paz mediante esfuerzos diplomáticos, cooperación internacional y el fortalecimiento de instituciones globales. Comienza cuestionando si una paz duradera es posible, reconociendo los conflictos recurrentes en la historia y afirmando que la paz es alcanzable, aunque desafiante. Destaca la diplomacia preventiva y las negociaciones diplomáticas como herramientas clave para desescalar tensiones, citando los Acuerdos de Paz de Oslo de 1993 entre Israel y la OLP como ejemplo. Subraya, además, la importancia de la cooperación internacional y el rol de organizaciones como las Naciones Unidas, la Unión Europea y la OSCE en la mediación de conflictos y el mantenimiento de la paz. Argumenta que fortalecer las instituciones globales es esencial, ya que pueden proporcionar mecanismos para resolver disputas y aplicar acuerdos de paz, abordando también causas subyacentes de los conflictos como la pobreza, la desigualdad y la injusticia. Reconoce que existen obstáculos significativos para una paz duradera, como las dinámicas de poder, intereses económicos y cuestiones culturales, pero propone estrategias para superarlos, incluyendo la educación para la paz, el desarrollo sostenible y las iniciativas de reconciliación.
Finalmente, en “Reflexiones finales”, Aznar sintetiza las ideas del libro y ofrece una visión sobre la guerra y la paz en el siglo XXI. Para ello, destaca la necesidad de un enfoque multidisciplinario que integre filosofía, historia, sociología, ciencia política, tecnología y economía para entender los conflictos modernos y desarrollar estrategias efectivas de prevención y resolución. Argumenta que la guerra no puede ser comprendida solo desde una perspectiva militar, ya que factores económicos, sociales, políticos y culturales son cruciales en su génesis y evolución, requiriendo colaboración entre expertos de diferentes campos. Subraya la importancia de invertir en educación e investigación, abogando por una educación que promueva la comprensión crítica de los conflictos y la paz, e incluye formación en resolución de conflictos, diplomacia, estudios de paz, derechos humanos y justicia social. Advierte así como la investigación interdisciplinaria es clave para identificar y analizar las causas subyacentes de los conflictos, y los gobiernos e instituciones internacionales deben apoyar la investigación en áreas como ciberseguridad, geopolítica, economía del desarrollo y psicología de los conflictos. Aznar Fernández-Montesinos analiza también los nuevos tipos de guerra, como la cibernética, informativa e híbrida, señalando que presentan desafíos únicos para la seguridad global y requieren nuevas estrategias de defensa y prevención. Propone vías para la prevención y resolución de conflictos en el futuro, como la diplomacia preventiva, el fortalecimiento de instituciones internacionales, el desarrollo sostenible y la justicia y reconciliación. Concluye que la paz en el siglo XXI es alcanzable, aunque requiere un esfuerzo concertado y sostenido de la comunidad internacional. La comprensión de la guerra y la paz debe evolucionar para adaptarse a los cambios en el entorno global, subrayando la importancia de la educación, la investigación, la cooperación internacional y el compromiso con los valores de justicia y derechos humanos como pilares para construir un mundo más pacífico. De esta forma, Federico Aznar Fernández-Montesinos deja a los lectores con una visión esperanzadora, pero realista, de un futuro donde la paz es posible a través de la acción colectiva y la dedicación a los principios universales de humanidad, llamando a la acción a gobiernos, organizaciones internacionales e individuos para trabajar juntos y superar los desafíos de la guerra, construyendo una paz duradera en el siglo XXI.
En resumen, La guerra: Teoría para comprender los conflictos del siglo XXI de Federico Aznar Fernández-Montesinos es una contribución significativa al estudio de la guerra y la paz. Su enfoque multidisciplinario, su análisis detallado de las nuevas formas de guerra y su énfasis en la diplomacia y la educación hacen de este libro una obra imprescindible para comprender los complejos conflictos del siglo XXI. Aznar Fernández-Montesinos proporciona a los lectores las herramientas necesarias para analizar y abordar los desafíos de la guerra moderna, ofreciendo al mismo tiempo una visión esperanzadora de un futuro en el que la paz es posible a través de la acción colectiva y el compromiso con los principios universales de humanidad. Como corolario, debemos congratularnos de contar entre nosotros con esta extraordinaria contribución que, desde ya mismo, auguro que se convertirá en un clásico del pensamiento estratégico contemporáneo.