40 huellas & 1 denuncia
Alberto Ávila Morales
Editorial Visión Libros, 2024
82 páginas
40 huellas & 1 denuncia es el poemario más reciente de Alberto Ávila Morales publicado bajo el sello editorial Visión Libros, una obra que a tenor del título contiene cuarenta poemas más una denuncia, que también, no podría ser de otra forma, es un poema. Poeta, fotógrafo, cantautor y compositor, Alberto Ávila Morales tiene en su haber poético cinco poemarios anteriores y sus poemas han sido incluidos en diversas antologías y libros colectivos de poesía.
40 huellas & 1 denuncia, el libro que nos ocupa, se estructura en tres secciones delimitadas por los temas que aborda el poeta en cada una de ellas, así como por el trasfondo reflexivo, intimista o provocador de las huellas impresas en estos versos de Ávila Morales.
El poemario ha sido prologado por José Luis Morante, autor de amplia y relevante trayectoria, una introducción que debemos tener muy en cuenta por las acertadas consideraciones que atesora en relación con el poeta y su obra. De esta forma, apunta Morante que en este libro “el aliento de voz toma la palabra para enfrentarse a un tiempo impredecible, a una transición de madurez que despierta el afán de mantenerse en vela frente a erosiones y carencias.”
En el primer capítulo del poemario, ‘Sobre la tierra’, hallamos poemas relacionados con el sentido del ser, el propósito final de la existencia, y las luces y sombras de la condición humana. Así, en el poema ‘Entre dos aguas’ el poeta enuncia:
perdida aquella plasticidad del rostro
de cobre y sol acompañada;
siendo el mismo que eras
temes la complicidad de las horas
sabiendo que ya no tienes lo perdido
porque has gastado aquello que tuviste.
Digo: ¡Si estás vivo, vive!
Nos habla aquí el poeta del juego de la vida en su poema ‘El despertar del agua’ y de su adicción a esa enfermedad, / créase terminal, llamada Poesía. en el poema ‘Con algún tinte de humor’, quizás porque como escribió René Char “ser poeta es tener ganas de un malestar”. No debemos olvidar tampoco que el humor y la ironía son una seña de identidad presente en la obra poética de Ávila Morales. En buena lógica, estos rasgos no podían faltar en estos versos que parecen adquirir en ocasiones un tono quevedesco.
Poemas como ‘En el camino (buscando la respuesta)’, ‘Hacia adelante’ o ‘De la imperfecta creación’, donde leemos versos con cierto matiz existencialista: Prefiero la tardía y sucia evolución / al menos evita moldear / ídolos de barro / y eliminar al prójimo / en nombre de la frágil debilidad / de nuestro propio miedo., son ejemplo de lo comentado hasta el momento. En sus versos el poeta plasma, con cierta nostalgia, diversos elementos de su experiencia vital en un intento de indagar en ese enigma que es simplemente vivir. Un empeño por ver más allá. Por retirar el velo que encubre el inescrutable misterio de existir en un anhelo de hallar respuestas. Y, al mismo tiempo, trascender a través de la poesía.
De este modo, en el poema ‘En alguna parte del Edén’ escribe el poeta:
Cada paso dado en el camino
un latido sobre las piedras,
una huella sobre la hierba,
un diminuto acuerdo con la vida
y la búsqueda insondable
de lo etéreo.
Sustancia nacida de su sustancia.
La sincronicidad de un todo.
/…/
y nosotros erguidos
sobre la raya del horizonte.
Construidos de agua y barro.
En la segunda parte del libro, ‘Sobre el papel’, el autor centra el discurso poético en lo que podríamos denominar el poder o la fuerza de la palabra, ya sea …impresa / la voz en el surco / o las ondas en el invisible éter, como escribe en el poema ‘Huellas sobre un desierto’.
No abandona por ello algunos de los temas ya planteados con anterioridad. De hecho, ahonda aún más en la cuestión del vivir, que como bien ha señalado el poeta Rafael Soler “es un asunto personal”. En este sentido, hay añoranza de las edades y épocas vividas. Es el caso del poema ‘Al hijo de un dios menor’, ‘Al filo de aquel tiempo’ o ‘Si miro hacia atrás’. También toma de conciencia, como sucede en el poema ‘Sin remedio’, de ese transitar por el mundo con fecha de caducidad desconocida. O bien, según atisbamos en los versos del poema ‘Locutivo’, pensar que vivir puede ser … ese diálogo cotidiano / que nos acerca a la eternidad, o ejercer sin más el oficio de poeta, pues Es persistente oficio / de sabiduría. / Llegar con nombre propio / al valle de los verbos / desde la cumbre pánica / de la palabra, en defensa propia; tal y como el autor propone en el poema ‘El oficio de vivir’.
El segundo capítulo concluye con un poema titulado ‘Estilo’ que nos invita a regresar al prólogo de José Luis Morante, para conocer el alcance del mismo. “Las palabras conforma un largo soliloquio —explica Morante— en el que predomina la reflexión, el buceo en una atmósfera inmersiva, en una zona de penumbra. La inercia de lo cotidiano acumula incertidumbres y contradicciones. De ese material verbal está hecho el clarificador poema ‘Estilo’.” Clarificador, a mi juicio, porque en este poema están algunas de las claves que justifican el sentido del libro: …nunca pretendí alcanzar el cielo —escribe el poeta—; Preferí pisar el suelo aunque / a veces me engañé, en otras ocasiones Prendí algunas llamas de lo humano y … confieso que fui herido / por el rayo del amor, para concluir sincerándose…
Y aun así te confieso, amigo,
creo mereció la pena
albergar alguna condena
de las mentes biempensantes.
La tercera parte del poemario responde al título que el autor ha querido darle, ‘En el éter’. Al igual que una sustancia sutil e invisible que llena el espacio o las ondas que viajan por él, los poemas de esta sección tienen un carácter abstracto, ‘etéreo’, que los distingue de los anteriores. Apócrifo narrador tal vez quisiera ser, nos dice el autor en su poema ‘De lo que importa’. Poemas intrínsecos que descienden a las profundidades emocionales del poeta, rememoran lo vivido y afrontan la caducidad que conlleva el hecho de existir. Poemas que parecen querer ajustar cuentas con el pasado, es el caso de ‘La muerte de un poeta’ o ‘Los regresados’, con un acento social que los conecta al último poema del libro, ‘La denuncia. Porque suene el grito’.
Como a don Miguel de Unamuno, a Alberto Ávila Morales le duele España y en su denuncia proclama:
¡Qué triste esencia
la de esta España
estéril de amor y ciencia!
/…/
¡Qué triste esencia
la de mi patria
siempre a tientas
alumbrando!
En definitiva, 40 huellas & 1 denuncia es el fruto de una voz poética muy personal e inconfundible, con denominación de origen Alberto Ávila Morales. En estas páginas escucharán su voz, aunque la lean. Una poesía, a pesar de los sinsabores y la fugacidad de la existencia, colmada de fervor y entusiasmo por la vida. Al fin y al cabo, como asevera el poeta en su poema ‘Si nos amanece’:
Que sea el destino quien decida
nuestro encuentro
al otro lado de lo cierto.