diciembre de 2024 - VIII Año

‘Sobre el paciente que más me preocupa’, de Emilio González Martínez

Sobre el paciente que más me preocupa
Emilio González Martínez
Visión Libros, 2023
‎146 páginas

“Que las palabras lleguen a ser lo que son.
Que nos abran las puertas a la vida.
Y que alienten siempre los latidos”.

Emilio escribe porque canta a la vida: a su vida y a la nuestra. Habla con nosotros para fundirse con el mundo de aquellos lectores y amigos, que le acompañamos.

Emilio camina: evocando a D. Antonio Machado: “Converso con el hombre que siempre va conmigo”. Y así nos lo evidencia desde el título del libro. La persona/el sujeto/el paciente que más le preocupa es él.

“Conócete a ti mismo”. Conócete: humano, social, psicoanalista demasiado humano.

En sus palabras se funden y fluyen aguas poéticas y narrativas vestidas de cuento o de diario sin un hilo temporal coherente, sino más bien unidas al azar, al capricho, al simple revivir de los recuerdos.

En la primera parte —“Embrionario”— identifica nuestro autor la identidad personal con la social y vincula a la especie humana de todo tiempo: crisol de identidades; canto a la empatía y a la identificación con los otros. Más allá de los relojes.

“Ayer sólo acabará mañana / y mañana ha comenzado hace diez mil años”; “Uno es de donde vive, sí, pero también de donde son sus conciudadanos”

Un tiempo considerado nuestro, si es radicalmente el tiempo con los demás y con la máxima implicación: “Nadie está exento de la muerte del otro”.

Destaca en el inicio “Hoy hace cuarenta años”. El autor rememora la llegada de la dictadura militar a Argentina. La que tanto marcó su biografía y ante la que clama y repite: “¡Nunca más!, ¡Nunca más!, ¡Nunca más!”

En la parte titulada “El silencio y sus líneas de fuerza” recoge escritos publicados en la revista Grupo Cero: El psicoanálisis, como interpretación y lectura de la vida. Como posibilidad de torcer el destino que no es posible cambiar: aceptar además la verdad más inmutable: “Una calavera nos susurra: Lo que eres fui, lo que soy, serás”.

“Juegos preliminares y otros” se abre con la certera cita de Einstein: “Tus problemas no se pueden resolver en el mismo nivel mental que tenías cuando los creaste”.

Y en este apartado nos sorprende el diario secreto de un paciente freudiano y algunos juegos eróticos resueltos con humor, fluidez y descaro, a la luz de un tragaluz en un convento: El arte de mirar, tocar y descubrir: ¡Ahí queda eso!

Van apareciendo intercalados, lúdicos cuentos que expresan la necesidad de calor, que como personas necesitamos, para arrancarnos el invierno del alma.

Y leemos entrevistas, sesiones de trabajo que nos regalan variedad de perlas expresivas: aforismos de autor. Como ejemplos: “Más que buscar la respuesta correcta (si la hubiera) ventilemos nuestra alcoba”; “El sacrificio tiene más que ver con el poder que con el amor” o “Menos pautas y más criterio”.

Aquí, evidencia Emilio que, aunque no podamos ser libres, gracias a nuestras palabras, podemos intentarlo: A través de las palabras respiramos o quizás dibujemos un ramo de viento y de belleza requiriendo, a cada instante, un abrazo necesario.

Es necesaria la sed de cultura: la capacidad crítica.

Para romper con la esclavitud a la que nos condena un capitalismo salvaje y asesino.

“Leer para no crear sólo consumidores, sino nuevos productores”.

A través de su mirada, nuestro escritor mantiene un intenso pulso narrativo. Y, de fondo, siempre los cuentos. Él sabe lo que ya dijo el gran León Felipe:

“Que la cuna del hombre la mecen con cuentos (…) / Que los gritos de angustia los ahogan con cuentos (…) / Y el miedo del hombre/ ha inventado todos los cuentos”

Cuenta y canta, a sus setenta y tantos años, mirándose al espejo honradamente. Y rinde un homenaje a Lidia, compañera de vida. Bellísimo. —Cuentos de terror, de admiración—.

Mi consejo: no dejen de leer “Mi apartado en la oficina de correos”. Sencillamente extraordinario.

El libro incluye una entrevista del periodista y poeta Francisco Castañón a nuestro autor al que le deja la respuesta más concluyente y sincera: “No sé”. Pero ¡qué importa!”

Y cita aquí los nombres de aquellos referentes de su obra y de su vida. Entre otros Lorca, Neruda, Faulkner, Cervantes, Lope, Garcilaso y siempre Freud. Y define el proyecto del libro que hoy es realidad y que ahora toman nuestras manos: “He reunido poemas, narraciones y escritos ideológicos que, por alguna razón, no entraron en la composición de los poemarios y ensayos ya publicados”.

Y dice de él que es “apenas clasificable”.

Y la vida, y los libros dejan para el final su epílogo. Un epílogo nacido en cuarentena.

Y aquí se nos previene contra la vuelta a la normalidad: “Mejor afrontar el futuro”.

Y denuncia el robo de los de siempre. Y declara el amor a su hogar verdadero:

“Somos, antes que nada, terráqueos, provincianos de la única patria de la que me siento patriota: este magnífico planeta”.

La vida, querido lector,

Querido Emilio,

Sigue siendo

                Una herida abierta…

…y desde hoy…

Un nuevo libro por leer.

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