Las inquietudes de Ezequiel
José María Ortega Sanz
Editorial Exit-Narrativa, Madrid, 2023
Siempre he pensado que el lector con buen paladar es quien completa la lectura de cualquier libro, establece una complicidad con el autor y dialoga con el texto opinando, sorprendiéndose e incluso completándolo con sus propias aportaciones.
“Las inquietudes de Ezequiel” es la tercera obra que publica José María Ortega Sanz. Este licenciado en Bellas Artes y profesor, en ella sigue la estela de “Proyectos matritenses. Ideas para el Madrid del siglo XXI” y “Siete ciudades para el siglo XXI, un camino hacia la fraternidad”.
El libro sobre el que quisiera realizar unas reflexiones, se articula en dos partes perfectamente diferenciadas. Una novela corta “Las inquietudes de Ezequiel” y cinco relatos de no poco interés.
Había que comenzar señalando que tanto la novela como los relatos presentan matices sugerentes, abiertos, en ocasiones desasosegantes y donde caben opiniones artísticas, especialmente pictóricas, personajes atormentados que dejan caer algunos de los problemas de mayor envergadura de este siglo XXI. Abundan las referencias a canciones, ya se trate de Mari Trini o de los Beatles, que tienen la singularidad de estar relacionadas con el estado de ánimo de los personajes y que expresan lo que sienten, lo que anhelan… o las causas de su desánimo.
Las andanzas o vicisitudes de Ezequiel, periodista cultural, son una excusa perfecta para analizar obras pictóricas y para detenernos en algunas de las características de este presente nuestro en que la vaciedad o la insatisfacción juegan un papel nada desdeñable. Una cita de Vincent Vangogh “la verdad es que sólo podemos hacer que sean nuestros cuadros lo que hablen”. Son magníficas las páginas en las que José María Ortega ’hace hablar’ a los cuadros del pintor Tadeo Colomba, dándole al mismo tiempo al relato un aire desasosegante de misterio que se abre a lo que podríamos denominar universos paralelos.
Sugiere más que expresa lo que siempre es un logro. Hay sombras, quizás procedentes del exterior, quizás proyecciones del interior, que exigen que el lector medite sobre ellas y que se decida a adoptar algunas de las interpretaciones posibles.
Hay ambientes y situaciones manifiestamente extrañas, que a veces requieren una ordenación de lo disperso para poder seguir la lectura. Otro de los atractivos es que van apareciendo ciudades, sobre todo Salamanca y Santiago de Compostela, que el narrador aprovecha para detenerse en comentarios artísticos, arquitectónicos…
Mucho de lo que sucede es inquietante. ¿Qué significado tiene la música de Schubert?, ¿qué ideas pictóricas se dejan caer en la entrevista a Tadeo Colomba?, ¿qué claves contiene el cuadro “El quinto jinete”?
En ese contexto cobra pleno sentido lo que John Lennon expresa en una de las cintas que Ezequiel escucha, una y otra vez, en su automóvil, “Las palabras fluyen como una lluvia interminable en un vaso de papel / se deslizan salvajemente, mientras se escabullen a través del universo”.
En este complejo puzle, donde descubrimos las preocupaciones y la personalidad de los personajes a través de sus gustos y preferencias personales, también hay un espacio para el cine, por ejemplo el de Jean-Luc Godard, asimismo no faltan referencias a la utopía “La humanidad no es una mercancía, ni la tierra una caja de embalar. Un mundo para todos”, en referencia a las movilizaciones de Golden Hills.
Podríamos ahondar en estos y otros mecanismos que envuelven en una atmósfera cultural el relato, donde el arte y sus manifestaciones son un medio para expresar sentimientos, vacilaciones y angustias de los personajes en un mundo vacio.
En cuanto a los cinco relatos su interés es ostensible. El espacio y el tiempo pueden ser convenciones epistemológicas, en ellos el misterio y la variedad de interpretaciones son una constante. El enigmático portador del ‘Santo Grial’ no es sino una prueba más de lo que hemos apuntado.
Una y otra vez aparecen personajes melancólicos, tímidos, retraídos, angustiados… que encuentran un momento de calma observando las aguas azules de un lago. Una fotografía encontrada en un cajón puede poner en marcha una serie de mecanismos interiores que envuelven en una atmósfera extraña y más virtual que real, el relato.
Vuelven a aparecer letras de canciones de Mari Trini o de Serrat, cantando a Antonio Machado, o referencias al novelista e intelectual Stefan Zweig, que interpretó como nadie un mundo que se desmoronaba. Las reflexiones surgen del hilo de la tesis de un extraño profesor alemán.
Uno de los relatos más emotivos, es el que lleva por título “Un juguete roto”. Aquí el desgarro, el dolor y una existencia sin horizonte pueden conducir al suicidio. Sin embargo, incluso en situaciones límites, donde los personajes –aquí una adolescente- está rota por dentro, destrozada como un juguete roto. Incluso en estos casos, es posible encontrar un rayo de esperanza en el que la generosidad de una mujer mayor es capaz de despertar las ganas de vivir.
El último relato es, probablemente, el más conseguido y el más abierto a interpretaciones, incluso psicoanalíticas. ¿Qué significa el castillo?, ¿cuál es la clave de dos realidades superpuestas, una diurna y otra nocturna? Por si fuera poco un anillo añade misterio al relato. Los sueños se pueden convertir en pesadillas y las pesadillas en interpretaciones de un mundo muerto. La inscripción “Siempre ama” no hace sino añadir complejidad. Está por descifrar el significado de esos grillos y el canto de la lechuza.
La reseña de un libro ha de ser breve, más pueden encontrarse en su interior no pocos hilos que conducen a un ovillo complejo. No es posible atrapar el mundo en un libro, mas sí resaltar momentos clave y decisivos, que posibilitan una interpretación de unos hechos que se presentan fragmentarios y poco ordenados para que la labor de síntesis la realice el lector.
Como formuló Ana María Matute, un relato puede convertirse en un documento para indicar, sugerir los problemas y angustias del hombre actual. Es meritorio herir la conciencia del lector para despertar el deseo de contribuir a la mejora de cuanto le rodea.
En definitiva, como formuló con agudeza John Irving, una novela auténtica no puede consistir sólo en distraer, sino que ha de incomodar y crear malestar cuestionando y poniendo en solfa lo que la sociedad da por hecho.
Estos comentarios un tanto dispersos, creo que ponen al lector en la pista de lo que puede encontrar, que no son tanto respuestas como interrogantes y sugerencias, en este original y complejo texto de José María Ortega Sanz.