Todavía el asombro
Javier Gilabert
Editorial El gallo de oro, 2023
El asombro de vivir en Javier Gilabert
Llega el premio Blas de Otero 2023 para este libro Todavía el asombro, editado por El Gallo de Oro, a Javier Gilabert, gran poeta y docente, con una trayectoria muy consolidada en las letras.
Este libro reivindica el placer de la vida, la capacidad de asombrarse todavía, la belleza del mundo. Con un prólogo de Julen A. Carreño, Gilabert dedica el libro al maestro Rafael Guillén, poeta de voz transparente que ilumina con su cristalina mirada el mundo:
“Amorosamente dedicado a otro maestro del asombro como Rafael Guillén, abre el poemario una cita de Catulo y la cierra otra de Marcial”.
Y es el libro una revelación, una búsqueda de la belleza del universo, en la mano de un hombre que sabe ver el esplendor de la Naturaleza. En el poema “Gramática del asombro” nos dice:
“El poema es el centro del lenguaje / y en su giro hay esquirlas de palabras / que se arrojan al tiempo por la fuerza / generada en la voz de la que brota”.
Y es el lenguaje mismo centro y cénit de la vida, palabras que contienen música, que florecen en el propio acto de escribir. Como una rosa que crece, el poema destella y nos alumbra en sus versos hermosos.
Dirá en otro poema, algo que es fundamental en el libro, la diferencia entre ver y mirar, cómo debemos pararnos ante las cosas y contemplarlas de verdad:
“Se trata de mirar, es el secreto, / pues no basta con ver: / mirar requiere esfuerzo e intención. / Es cuestión de paciencia: / siempre la claridad viene del cielo”.
No necesita Gilabert un poema extenso para decirlo todo, es en los poemas breves donde anida la verdad del mundo. Esa claridad que es el propio pensamiento hecho ya poema, convertido en página de nieve, como esos pasos en la nieve que nos recordaba Jaime Siles al contemplar la página en blanco.
Pero también la niñez, la vuelta a lo que fuimos, a ese tiempo de descubrimiento late en el libro, somos de nuevo savia que crece, como en el instante en que nos reveló la vida su significado. Inocentes a todo, hay un tiempo que descubrimos que vivir es derrota, pero también dicha, esplendor:
“Sucumbir al asombro en el detalle, / volver a ser el niño / dispuesto a descubrir / lo bello que se esconde / tras las pequeñas cosas”.
En un mundo de tecnología, de prisas, no miramos el mundo, no lo contemplamos, como nos diría Juan Gil-Albert, sino que vamos solo pasando imágenes, instantes que nos suceden sin que los valoremos en su hondura.
Y el milagro de vivir, de sentirse entero por dentro, contemplar los perfiles del mundo y sentir el regocijo de estar aquí:
“Yo creo en los milagros cotidianos: / la luz, la claridad, la amanecida / se siguen sucediendo ante mis ojos; / los brotes vuelven a ser fronda; / las nubes nunca son iguales. / La vida transcurre / se apoya en su bastón”.
Viaje por la vida, tránsito que nos pertenece y en cada alborada sentir la belleza de los creado, el milagro de estar presente en este renacer del mundo. Gilabert escribe un libro que es una ventana a la felicidad, al goce de vivir, como nos diría el maestro Jorge Guillén: “El mundo está bien hecho”.
Y la vuelta a Darío y a “Lo fatal”, pero invirtiendo el significado del poema del gran poeta nicaragüense, ahora la muerte cobra sentido, se revela a nosotros no como algo malo e inevitable, sino como nuestra propia sustancia, nuestra carne que se apega al mundo al nacer y que ha de morir para elevarse de nuevo hacia otro universo:
“Qué honda la certeza de la muerte, / cuan profunda raíz / ha dispuesto entre nosotros, / pero qué hermoso el árbol que sostiene”.
Y ese árbol es el libro de la vida, que crece, que crea ramas que son nuestros caminos, nuestros pasos ante la existencia.
Estamos ante un libro luminoso, hermoso, que reivindica la vida y la importancia de las pequeñas cosas. Merecido premio a un poeta iluminado y que ilumina, el gran Javier Gilabert.