Hacia la luz
Antonio Capilla Loma
Ediciones Vitruvio, 2020
Hacia la luz, así se titula el nuevo libro de poemas de Antonio de Capilla, obra que contiene sesenta y dos poemas distribuidos en una Dedicatoria, un Proemio y seis secciones o capítulos. Una estructura que, sin duda, facilita la lectura y comprensión del contenido de los poemas que encierran las páginas de este poemario.
Huelga comentar que cada poema puede abordarse de manera autónoma, por decir así. Cada capítulo tiene entidad propia y puede leerse de forma independiente. Pero, como manifiesta el propio autor en relación con la configuración del libro, es aconsejable realizar una lectura hilvanada de los poemas, siguiendo el orden o itinerario poético que nos propone Capilla, a través del cual iremos descubriendo y conociendo todo el sentido literario de este espléndido poemario.
Los poemas de este libro están precedidos de una acertada introducción de la que es autor Ángel García Galiano, donde se nos proporciona diversas claves sobre la poesía que hallará el público lector en Hacia la luz.
De este modo, sabremos que para Capilla luz y poesía están ligadas en la búsqueda de lo sublime. La poesía es aquí el camino para comprender todo aquello a lo que la razón no alcanza.
La luz es pues un don, la luz que en palabras de Galiano ‘fulge y vibra ya en la palabra’. Palabra con la que el autor construye su discurso poético y también su silencio, por paradójico que esto pueda parecer. Un silencio que imprime una necesaria solemnidad a la creación literaria. No debemos olvidar, como nos dice Galiano, que estamos ante un poeta que ‘a veces calla lo que dice y otras grita lo que silencia’.
Nuestra existencia se nutre de la luz y viaja hacía la luz. Pero la luz para nuestro poeta, no solo es energía vital, también es conocimiento, sabiduría,… Asimismo, la luz y el camino que nos conduce hasta ella es evolución, indagación y búsqueda. Prospección poética, para intentar encontrar el sentido a nuestro paso por ese gran teatro que es el mundo, como ya apuntó Calderón de la Barca. Y tras todo ello, surge en la poesía de Antonio Capilla una visión profundamente humanística de la existencia.
Asimismo, el tema del amor es otro de los ejes fundamentales sobre el que gira este poemario. Porque atendiendo una vez más a Galiano, ‘Amor es el corazón iluminado’, ese corazón que escribe el primer poema del libro dedicado a Raquel. Un poema de amor y sobre el misterio de vivir. ‘Hoy me miro, mujer, en tu mirada’ nos dice el poeta, empleando ese juego de imágenes tan del gusto de los clásicos a los que Capilla conoce bien. Un poema de amor, donde el amor es en definitiva la ‘certeza de estar vivo’.
El impulso de la luz y el influjo del amor van tejiendo este poemario, conjugándose como una corriente subterránea que mueve los resortes de la creación poética.
Por otro lado, la poesía de Capilla posee un acento didascálico, didáctico, que atisbamos al inicio del libro en el poema ‘Alto, firme y cristalino’.
Observamos también que Capilla es, en algún aspecto, un autor a contracorriente. Un poeta que no ha querido renunciar a la métrica en tiempos de verso libre. De alguna manera, en su poesía hay una reivindicación de la rima. Aunque también vemos aquí poemas escritos en verso blanco.
Pero en cualquier caso, hay un aspecto esencial en la poesía de Hacia la luz, me refiero a esa musicalidad que el poeta imprime a sus versos. Una cadencia y un ritmo que obtiene de la métrica o del propio empleo de la palabra para conferir armonía a sus poemas.
La palabra, sobre la que se cimenta la creación literaria, se transmuta en palabra poética por medio de la palabra misma. Para Capilla, las palabras parecen estar imantadas y como los polos magnéticos se rechazan o se acercan, se rehúsan o se ensamblan hasta componer la forma final del poema.
Con un acento marcadamente existencialista el libro da comienza su andadura con el ‘Tríptico preliminar’, compuesto por tres poemas hondos y graves, para continuar con el capítulo que da título al libro, ‘Hacia la luz’.
El poema Amor con el que se inicia esta parte del libro es, en mi opinión, la declaración de una convicción firme: ‘Que amor que nos engendra y nos sostiene / es la estrella polar que nos orienta / como principio y fin que nos afirma /como goce y razón de cuanto somos’.
Arriesgando un poco más. Amor, como en los textos clásicos, adquiere en Hacia la luz la personalidad de un personaje que parece colarse entre los versos de los poemas de Capilla. Algo que no sucede con la Luz, cuya entidad pertenece más al mundo de los conceptos.
En el capítulo ‘Hacia la luz’, encontraremos poemas como ‘Legado’, donde el autor expresa su deseo de dar sentido a la existencia, o el poema ‘Oscuridad’, donde el poeta nos habla de esa oscuridad como sinónimo de laberinto y ausencia, de aliento vital, frente al ineludible designio de la luz y la poesía para componer excelentes poemas. Es el caso de ‘La herida del tiempo’. Aunque quien se adentre en las páginas de Hacia la luz tendrá un amplio elenco donde elegir.
Siguiendo con nuestra lectura atenta del libro llegamos al capítulo En tu vuelo de luz, donde tropezaremos con poemas deliciosos. Por ejemplo el titulado ‘El beso’, donde, con tono elegiaco, el poeta rememora la figura de su madre. Lumínicos son igualmente poemas como ‘La sombra enamorada’, ‘Liberación’ o el extenso poema ‘Alucinación’.
En este sentido, Hacia la luz es un libro inteligente, hondo y conmovedor a un tiempo. Antonio Capilla nos ofrece aquí una poesía de madurez, elaborada por quien posee una amplia experiencia vital y tiene oficio literario suficiente para trasladarla con maestría al poema. A todo lo cual suma atinadas reflexiones sobre la sociedad.
La poesía de Capilla ha sido creada con habilidad e ingenio, con un lenguaje trabajado, como el artesano de la palabra que es nuestro autor, y con un léxico preciso, para configurar un discurso poético sólido y honesto.
La fuerza de las imágenes que contienen los poemas de Capilla, añaden intensidad expresiva a unos versos que llegan al lector con soltura, pero también solicitan nuestra atención si se quiere ahondar en la substancia que contienen sus poemas.
‘Y es la luz y es el cáliz y es el grito’, siguiente apartado del poemario, es un magnífico collage donde el poeta describe un mundo que es ‘abismo apocalíptico / con árboles sangrando en las praderas’; nos conduce a la Luna, esa luna lorquiana de la ‘noche más triste’ en la que el ‘pelotón’ aguardaba al poeta Federico, poeta con mayúscula; en el que Capilla eleva su canto para decirnos que es ‘tiempo para la resistencia’ mirando a la luz del fondo tenebroso y de la cima, hasta concluir que es ‘es la luz y es el cáliz y es el grito / quien denuncia el dolor del ser humano /quien señala y condena el fratricidio.’
Acercándonos al final de estas páginas, en el capítulo ‘Como ángel luminoso’, el poeta, sabedor de que ‘la sima ha de tragar / esta luz que me alienta’, es su propósito ‘transmitir en el pulso del poema / mi sentir como un canto sideral’. Quizá es en este capítulo del libro donde está el Capilla más filosófico y más comprometido. Es en estos poemas donde nos revela su búsqueda: ‘…el poema / con palabras desnudas / para lavar los ojos / a los indiferentes’, aquí donde clama ‘cuánta amargura / cuántas llagas abiertas,’, donde quiere escalar hasta la cima del ser.
Numerosas son las preguntas de difícil respuesta o arduas cavilaciones las que plantea aquí el poeta en poemas como ‘En medio de un deseo’ o ‘Y ahora me pregunto’.
Pone colofón al libro el capítulo ‘Epítome’, con poemas donde el poeta agudiza el ingenio para ofrecernos poemas breves con algunos versos que siendo versos bien pudieran ser aforismos. Dos ejemplos: ‘Ay cuanto pesan / las palabras livianas / cuando no alivian’ o ‘La libertad / es la piedra que bota / sobre la charca’.
Por todo lo dicho, la poesía que contiene Hacia la luz de Antonio Capilla merece ser leída y leída con atención. Poesía que va Hacia la luz, porque como escribe el autor en los últimos versos de este poemario: ‘… es la luz / la fuerza que nos guía / y nos aguarda’. Leamos ahora lo que tiene que decir el poeta.