Sin tiempo de mañana
María José Pérez Grange
Ediciones Vitruvio, Colección “Baños del Carmen”, nº 773
Madrid, 2019
66 páginas
Desde el año 2002, en que salió de imprenta el primero de sus libros, titulado –de forma indicadísima- Para empezar, la profesora y escritora madrileña María José Pérez Grange ha venido construyendo una reconocible y genuina obra poética, llena de notables hallazgos; de esos que saben encontrar en el lector una simpatía inmediata, sin tener por ello que rebajar las exigencias estilísticas de una voz ya muy bien armada, pues ha sabido dotarse de mayores recursos a cada poemario aparecido. Silencio… se vive, de 2006; Palabra dormida, de 2009; Al aire, de 2012; Contándole al silencio, de 2014; Imagina, de 2016, y Acaso primavera, de 2017, lo fueron demostrando, como también pusieron de relieve la fecunda sensibilidad de la autora, su gusto por los procedimientos dialécticos para acotar y, al mismo tiempo –y sin que ello suponga contradicción alguna-, expandir el espectro temático de sus obras, su preferencia por ciertos campos semánticos a la hora de fundar y refundar la imaginería, y esa búsqueda constante de redención de las miserias cotidianas que otorga a su lirismo una especie de trasfondo moral, sin permitirse caer jamás en moralinas o soluciones fáciles no relacionadas directamente con el mero trabajo poético.
Dos años después de la publicación de Acaso primavera, María José Pérez Grange nos presenta ahora Sin tiempo de mañana; circunstancia por la que hemos de felicitarnos, sin duda, pues en este nuevo libro volvemos a encontrar todas las virtudes de la poesía de la autora, incluida esa particular musicalidad que nunca supedita la naturalidad expresiva a una visión estrecha de la prosodia, del ritmo o el golpe de voz. Y en lo que respecta a lo temático, aquí la tensión dialéctica se establece, a lo largo de todo el libro, entre melancolía y esperanza, y para apreciarlo bien a las claras, nada mejor que el breve poema titulado “Ave Fénix”: “Sin prisa declina el sol entre jazmines. / Mil pájaros son las palabras / que en silencio conjuro / y miles las lágrimas muertas en el olvido. / En otro lugar arden las cosas / que ya no recuerdo, / tan sólo sus cenizas frías / son los testigos. / Soy ave fénix / que hace un ahora del futuro, / en el gozo imperecedero / de la ilusión que nada puede borrar.”
Melancolía y esperanza: dos estados de ánimo bien conocidos por la poética de Pérez Grange, y en los que aquí, en su nueva obra, se explaya con todo sentido. Y eso que el título, Sin tiempo de mañana, parece apuntar directamente –directa e irrevocablemente- a la tristeza y la derrota. No será así; en virtud del universo de sutilezas que sólo la poesía sabe desplegar en torno a la palabra, no será así, por fortuna. No en vano, en la página titulada precisamente “Palabra”, podemos leer: “Palabra, luz, intangible tesoro, / que vences la agonía y el frío de la muerte. / No te reconocía en la noche / y estabas sin embargo embriagando mi ser, sin darme cuenta”. Una embriaguez bajo cuyo influjo se despliegan verdaderos hallazgos de imaginería, que, de nuevo en un libro de María José Pérez Grange –y como especialmente ocurriese en su anterior Acaso primavera-, vuelven a mostrar predilección por el campo semántico de la Naturaleza: “Algo rotundo cubre el paisaje: / es el gavilán avaricioso de la aurora”. Y también una embriaguez bajo cuyo influjo se desatan el sueño y el amor, que parecen ir de la mano a lo largo de las cuarenta y cinco piezas del poemario, lo mismo que la entrega y la íntima satisfacción por esa entrega. Las diversas y afortunadas exploraciones líricas de la autora le llevarán a concluir que “un charco de agua oscura / refleja (…) también el cielo”; que aunque sea su rastro “el sudor y la fatiga”, las rosas de su jardín “siguen fragantes”; y que “no es tarde para inquirir en lo más hondo, / en lo más humilde, / la razón tanto tiempo perseguida. / La prueba de que también tú / albergas sin saberlo / algo del inmenso tesoro / de la existencia”.
Si finalmente el duelo dialéctico de Sin tiempo de mañana se resuelve en una síntesis más próxima a la esperanza, o sin embargo más proclive a la melancolía, es algo que a los lectores les corresponde descubrir. A fe que lo harán con sumo gusto, e iluminados por una tierna hoguera, porque, como la autora ha dejado escrito, con belleza grande, en el poema titulado “Antes de la noche”, “deseo preparar la madera de la lumbre / con sarmientos jóvenes de vid”.