¡Agua va!
José María Prieto
Colección Poesía Tatoo
Ediciones Vitruvio, 2019
En el panorama literario actual es difícil encontrar una voz poética tan singular y heterodoxa como la de José María Prieto. Autor de títulos como No están ciegos los poetas: el sijo coreano, Nuestra señora es un caballero, Los cuernos de la cigüeña, Adiós a las cartas, homenaje póstumo, etc., la originalidad de su poesía es incontestable. Escritos con un estilo personalísimo, sus poemarios no dejan indiferente al público lector. ¡Agua va!, último libro de poemas del autor publicado bajo el sello Ediciones Vitruvio, no es una excepción.
En las páginas de este poemario, el agua se transfigura en sustancia poética. De esta forma, el agua, como tema principal de todos y cada uno de los poemas de este libro, recorre su curso a lo largo de nueve apartados, diferentes ángulos desde los que Prieto aborda el contenido de estos versos: ‘Agua a secas’, Agua animada’, Agua fuerte’, ‘Agua oxigenada’, ‘Agua estancada’, Agua marina’, ‘Agua bendita’, ‘Agua en la boca’ y ‘Agua in fraganti’. El agua como materia literaria que el poeta moldea para suscitar asombro, perplejidad o emoción, pero también como pretexto para discurrir sobre diversas cuestiones.
Los poemas de este libro vienen precedidos de un espléndido prólogo escrito por el poeta Rafael Talavera, donde se desvelan claves muy interesantes sobre el contenido de sus páginas y del estilo inclasificable y provocador de José María Prieto. ‘Me atrevería a decir –escribe Talavera sobre ¡Agua va!– que este es su libro más límpido, más personal, más coherente con el modo que convoca, más logrado, más divertido, más locamente serio.’
Sorpresivo y transgresor a un tiempo, el humor y la ironía son dos recursos que emplea Prieto para configurar su discurso poético. Un humor ingenioso y perspicaz, a veces socarrón, y una ironía sutil que no se entienden por separado, conjugándose para captar la atención del lector sobre estos versos. Estos dos ingredientes que hallamos en la poesía de ¡Agua va! ofrecen instantes amenos y ocurrentes por la manera que tiene el poeta de jugar con el lenguaje. Un ejemplo: ‘Saltarinas las gotas al darse una vuelta, / ninguna trae tacones de punta,’ (del poema Llovizna callejera) o ‘De repente una ola golpea / con brío / brincan las aguas y las burbujas / brinca la paloma y vuela / dándose aires de gaviota’ (del poema Alas para soñar).
Pero tras esta jovialidad, por decir así, que observamos en sus poemas se esconden imágenes cargadas de gravedad. Las pinceladas de humor que contienen estos versos suelen esconder un trasfondo crítico e incisivo que invita a la reflexión. ‘Un hombre indefenso / con la lava de un suspiro / y diluyéndose’, leemos en el poema Una noche en blanco, y en el poema Una reacción en cadena marítima escribe: ‘Anda que no andan en ayunas / los secretos militares, / ascendió en estampida a los cielos / el agua salada / envolvió al avión, le iluminó, le hidrogenó un relámpago.’ El poema Fukushima es otra magnífica muestra de cómo el autor encara asuntos muy serios en su poesía con un tono divertido y satírico a la vez. Veamos, ‘Casi nunca tiene el mar / su día / ni donde caerse muerto / de noche / pero sigue ahí’. Lo mismo sucede en el poema Lista para zarpar: ‘por el calentamiento global / cada vez más cerca de las olas / en la arena en la playa se despelleja / asediada por las fotocopias / una barca en duermevela’.
Un rasgo característico de la poesía de José María Prieto es, como ya se ha mencionado, su forma de jugar con el lenguaje. La palabra se pone al servicio del poeta, sobre todo para construir imágenes de una gran fuerza expresiva. Déjese llevar el lector por ellas, como si de la corriente de un río, con no pocos rápidos, se tratara. Y no se empeñen en comprender ni en buscar dobles significados. Mejor centren su atención en lo que a cada cual puedan sugerirle las figuraciones, metáforas, alegorías o representaciones de ese paisaje extraordinario e ignoto que es la poesía de Prieto.
Así, en el poema Caída del cielo, encabezado por una cita de Ramón Gómez de la Serna, nos dice el poeta: ‘En las patas de una hormiga / advenediza una gota de lluvia, / una nube de paso, una charca / de alterne, de andar por casa / se pone cómoda / y consigue sintonizar / las antenas,’. En otro poema, Lejos está la tortuga, escribe: ‘De tanto otear el horizonte / quiso aletear la tortuga / y tanto empeño puso / que empezó a nadar y llegó / allí donde las nubes / tratan de tú a las olas’.
De algún modo, este poeta se nos revela como un prestidigitador del lenguaje. El poeta, a través sus versos, parece querer transformar la realidad para alzar otra a su medida. Pero no se trata de crear un mundo imaginario, más bien parece querer conducirnos hasta un universo inédito por medio de la palabra poética.
Asimismo, podría decirse que los poemas de ¡Agua va! se presentan ante nosotros como un collage, elaborados con fragmentos, con recortes de aquello que nos rodea y que el poeta utiliza para componer una visión más atractiva y más afable del mundo real. En cualquier caso, diferente. Los versos ‘dos remos flemáticos que fondean / en esa laguna sin honra que es / el fregadero / y persiguen el rumbo del agua saliente’, del poema Dos remos en el comedor, o ‘Guardan silencio las luciérnagas / cuando insisten en posarse / sobre el vello púbico’, del poema Noche transfigurada, son prueba de lo mencionado.
Anotar una peculiaridad. Todos los poemas del libro están encabezados por una cita bibliográfica de un autor o autora escogidos por el poeta. Gloria Fuertes, Li Bai, Arthur Rimbaud, Vicente Aleixandre, Jaime Siles, Pura López Colomé, Violeta Parra, Alfonsina Storni, Wang Wei,…casi noventa nombres, tantos como poemas. Varias citas hacen referencia al pensamiento oriental, pues el poeta atesora señalados vínculos con esta tradición. Huellas en definitiva del bagaje cultural y de las lecturas que han forjado el quehacer poético de Prieto.
Esta recensión estaría incompleta si no se mencionara al reconocido diseñador gráfico Junco, autor del dibujo de la cubierta del poemario. Detalle a tener en cuenta, ya que proporciona un valor añadido al libro. En la ilustración de Junco observamos a dos lavanderas, ¿están enjabonando la ropa en el río o en la carretera? Quién sabe.
¡Agua va!, se gritaba desde los balcones en épocas pasadas antes (o después) de arrojar a la calle aguas que mejor no le salpicaran a uno. Aquí, por el contrario, el agua hecha palabra que vierte Prieto en estos versos es purificadora, como es siempre la poesía escrita con honestidad. ¡Poesía va! en este ¡Agua va! Un poemario distinto, nada común, escrito quizás ‘en el idioma de las / luciérnagas’ (del poema Zambúllete y relámete), donde encontramos sin duda la poesía más conseguida de José María Prieto. Si lo desean, sumérjanse en estas aguas propicias.