Voces del Nervión: Una antología
de poetas bilbaínos actuales
Selección y prólogo de Alberto Infante
Ediciones Vitruvio, 2018
Por Alberto Infante
http://www.albertoinfante.es/
Hace diecisiete años, el Ayuntamiento de Bilbao editó Bilbao verso a verso, una antología de veintiún poetas bilbaínos cuya selección y prólogo corrieron a cargo de Pablo González de Langarica.
Siete años después del final de una violencia terrorista empeñada durante décadas en quebrar la convivencia y amargar la vida a quienes no comulgaban con sus postulados, a ediciones Vitruvio y a mí nos pareció que podía tener sentido resumir lo que parece ser una nueva etapa poética que busca dejar atrás «aquello» para mirar, sin olvido y sin rabia, hacia delante.
Cinco de aquellos veintiún poetas repiten en esta antología. Los otros nueve no figuraban en ella. En parte porque algunos, como el propio Pablo, ya no están con nosotros. Y en parte porque, como es natural, nuevas voces reclaman un lugar al sol. Mucha más gente escribe y publica poesía hoy que hace diecisiete años.
Un cierto repliegue sentimental e intimista y una reflexión crítica y protestataria marcan los extremos entre los que discurre el actual discurso poético, construido en su mayor parte con materiales de la vida cotidiana. El poeta y la poeta escriben porque necesitan hacerlo. Y al hacerlo inevitablemente se interrogan sobre por qué lo hacen. Probablemente, las respuestas variarán a lo largo de la vida, pero la pregunta permanecerá. Buena parte de la poesía bilbaína actual incorpora, de forma implícita o explícita, esa pregunta, y las respuestas a la misma, a los textos poéticos.
Hasta el más lego sabe que la poesía es, hoy por hoy, una actividad marginal. Se venden pocos libros de poesía, nadie puede aspirar no ya a hacerse rico sino tan siquiera a vivir de ella. Si hay un arte inútil en el sentido literal del término, es la poesía. Salvo rarísimas excepciones, la poesía está fuera del mercado, de la industria del entretenimiento. En el fondo, declararse poeta es un acto de rebeldía contra el sistema imperante y su tendencia a mercantilizarlo y a cosificarlo todo.
Lo cual no impide que mucha gente acuda a recitales poéticos. En mi opinión acuden con la esperanza de escuchar una voz genuina capaz de ponerles en comunión, es decir, en común-unión con un yo interior -el del o la poeta- que es, a la vez, el de otros muchos. En ese sentido, el poeta o la poeta serían meros oficiantes, chamanes de una ceremonia que sitúa a los asistentes en contacto íntimo e intenso con quienes les precedieron y, también, con aquellos coetáneos con quienes comparten, o creen compartir, recuerdos, aspiraciones, sentimientos, ideas. En suma, alguien capaz de ayudarles a trascender sus límites espaciales y temporales, y a reflexionar sobre el sentido último de sus vidas. Wallace Stevens lo explicó así: After one has abandoned a belief in god, poetry is that essence which takes its place as life´s redemption.
No se precisan largas parrafadas o aburridos poemas-río para lograrlo. Unos cuantos versos y unos pocos y significativos silencios pueden bastar. En la poesía, sobre todo si se recita, al igual que en la música, el ritmo suele ser tan determinante o más que la melodía. Es probable que el poeta no logre mantener a todo el mundo en ese estado especial durante todo el tiempo. No importa. Bastará con que cada oyente o lector obtenga uno o dos momentos significativos. Keats supo comprenderlo bien: A thing of beuty is a joy forever, escribió. En resumen, la buena poesía acaba siendo un antídoto contra el sentimiento de banalidad e irrelevancia, de sujetos-objetos de usar y tirar que la sociedad de consumo globalizado tiende a fomentar en cada uno de nosotros. Y, en consecuencia, a menudo funciona como un potente antidepresivo.
Como casi todas las de su género, esta antología es arbitraria. Creo que todos los que están son; pero no estoy seguro de que todos los que son estén. Probablemente no. Eso tienen las antologías: suelen excluir más autores y autoras de los que incluyen. Ir de antólogo es un procedimiento seguro para granjearse enemigos.
En este caso el primer criterio de inclusión era haber nacido o estar afincado/a en cualquier población de la ría de Bilbao, Es decir, desde Galdakao al sur a Santurtzi y Guetxo en la costa. En puridad, debería de haberse titulado Voces de la Ría, pero en el mundo como hay muchas rías, preferí llamarla Voces del Nervión para evitar dudas.
El segundo, era estar vivo/a en el momento de organizar el texto. Por desgracia, ni Pablo González de Langarica ni Eduardo Apodaca ni Gonztal Díaz lo cumplen.
El tercer criterio, y el más fácil, era haber publicado al menos dos libros de poesía. Me hubiera gustado incluir más poemas en euskera, el editor insistía en ello. Mis intentos han sido vanos, probablemente porque el castellano sigue siendo el idioma dominante en la ría. Y. también. porque durante los veintidós años largos que llevo frecuentándola, mis relaciones sociales y literarias se han desarrollado, en lo fundamental, en ese idioma. Ojalá otros antólogos más hábiles o más afortunados remedien pronto esa carencia.
El cuarto criterio, y el más subjetivo, es que los poemas me parecieran buenos. No solo auténticos, también buenos. Lo mencioné en el prólogo a 12+1: una antología de poet@s madrileñ@s actuales (1): al final, el único criterio válido para distinguir un poema bueno de uno malo es que el primero te da rabia no haberlo escrito tú.
En quinto lugar, y no por ello menos importante, me planteé incluir poetas jóvenes y menos jóvenes, lo que creo haber conseguido; así como asegurar la paridad entre hombres y mujeres, lo que casi creo haber conseguido.
A modo de presentación, cada autor lleva una página con una reseña sobre su obra y un breve comentario de mi parte. Le siguen nueve páginas de poemas que, en todos los casos excepto uno, fueron seleccionados por ellos mismos.
Espero que les guste.
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Nota (1): 12+1 una antología de poet@s madrileñ@s actuales. Prologo y selección de Alberto Infante. Endymion, Madrid, 2010