Florida Verba. Poesía ilustrada.
Poemas: Rosario Guarino Ortega
Ilustraciones: Mª Carmen García López Guillén
Ediciones Dokusou, 2017
Por María Ángeles Lonardi
Florida Verba es un libro diferente. Un regalo para los sentidos. Estoy ante un trabajo estético y muy bien cuidado.
De pronto, los ojos se han vuelto locos y deambulan afanosos por las páginas como saltimbanquis que no encuentran sujeción alguna ante tanto color y belleza.
Páginas arropadas por bellas ilustraciones que adornan veintidós composiciones poéticas dispuestas en dos bloques. El inicio está en la propia creación poética, la Metapoética: la poesía como fruto de la inspiración. Y seguidamente, a manera de ofrenda floral, como si estuvieras a los pies de una diosa, las Ofrendas verbales. Ofrendas al amor maternal, al amor de pareja, a la amistad, a las mismas flores, a la naturaleza, al fruto, a los juncos o a la música de una guitarra…
Los poemas y las ilustraciones están dispuestos de manera tal que la contemplación y la lectura de este pequeño libro consiguen transmitir sensaciones placenteras que te transportan a un jardín de ensueño, donde se puede flotar y sonreír y puedes sentirte alegre, valorando la profunda sencillez de las cosas que te rodean y que de verdad importan. Esas que suelen pasar desapercibidas en nuestro trajín cotidiano pero que, gracias a libros como este, podemos disfrutar plenamente. Al fin y al cabo, las pequeñas cosas forman la parte más genuina y esencial del ser humano y son dulcemente tratadas por las autoras.
Santiago Delgado, a modo de presentación, con gran acierto habla de San Francisco de Asís, cuando celebra las florecillas del campo con palabras, preguntándose si las palabras y las flores están unidas desde siempre y destaca que las autoras han sabido resaltar, con su franciscanismo elemental, la unidad de flores y palabras que, al amparo de un título muy bien escogido, ‘Florida Verba’, son generadoras de gozo y embargan los sentidos.
Hablamos de florecillas, de bailarinas, de mujeres, de poesía en pintura, de imagen y palabra, de conjunción y armonía, de primavera, de placer, de gozo, de belleza…
Desde los momentos de gloria del primer verso hasta el viaje a Ithaca, sin descenso a los infiernos, en viaje sinuoso como venas de un río, se va extendiendo el intenso recorrido vital que atraviesa todo el libro. Y puedes reconocer la poeta, en su lucha contra el desaliento, amando cada palabra y sintiendo intensamente para volcarlo en el papel. Una poeta que es mujer, que es hija, madre, amiga, compañera. Y la sensibilidad impregna estos versos de un delicado perfume y se hacen delicia con evocaciones a los Clásicos: Virgilio, Horacio, Ovidio, con alusiones a personajes de la Mitología, agradeciendo la vital importancia de la Literatura, que ha llenado los vacíos tediosos de la autora y la ha salvado en ocasiones y la salva.
Las imágenes hablan por sí solas, los pinceles ruedan abatidos y alcanzan a desnudar una traviesa lucidez poética, que se prolonga en vestidos de colores vivos, enriqueciendo la palabra y extasiando los sentidos. La fusión es perfecta.
No todos logran esa fusión perfecta, la armonía deseada, pero estas mujeres lo han intentado poniendo lo mejor de sí mismas. Este libro respira feminidad por los cuatro costados, desprende elixir, perfuma a sándalo y ambas recrean lo que parecía imposible.
Ellas lo han conseguido, nos han regalado generosamente, un ramillete de flores- poemas o de palabras florecidas, que despiertan los sentidos, que te envuelven en gozosa travesía y te transportan a un mundo mágico, a un jardín azul de belleza y armonía. Mujeres bellas que generan belleza espléndida, necesaria y rotunda. Un libro esencial para el deleite de los sentidos.