Sumario de la Historia Natural de las Indias
Gonzalo Fernández de Oviedo.
Cátedra, 2016
Por Ricardo Martínez
http://www.ricardomartinez-conde.es/
¿Por qué pensar que las crónicas de los lugares, las narraciones que dan cuenta de la singularidad de una tierra o un paisaje nuevos hayan de ser de guerras y dominio como tantas veces se ha hecho?
¿Por qué no pensar, tal como la lógica humanista debiera merecer, que la verdadera y justa crónica será aquella que se ocupa e interesa por la vida del hombre y su entorno: por el paisaje, por sus cualidades y problemas, por los seres vivos que la pueblan, por su distinción respecto de otras tierras conocidas o por aquello que le hace merecer la atención del viajero que quiere conocer y descubrir.
Este libro-crónica que nos ocupa (corría el siglo XVI cuando su escritura) es un ejemplo tan hermoso como lleno de interés por cuanto aquí sí tienen lugar y protagonismo esos que podríamos definir como elementos complementarios: ‘En muchas partes de la Tierra Firme, así como pasan los cristianos o los indios por los campos, así como hay muchas aguas, siempre andan con zaragüelles (calzones) arremangados o sueltos, y de las hierbas se les pegan tantas garrapatas que la sal molida es poco más menuda, y se cuajan o hinchen las piernas de ellas, y por ninguna manera se las pueden quitar ni despegar de las carnes, sino de una forma, que es untándose con aceite; y después de un rato (…) ráenlas con un cuchillo, y así las quitan. Y los indios que no tienen aceite chamúscanlas con fuego y sufren mucha pena en se las quitar’.
Diríase que cualquiera de las alusiones a lo cotidiano del vivir –amparado en un lenguaje tan hermosamente descriptivo- dan veracidad a lo narrado, de ahí que parezca útil y conveniente el criterio de un uso tan rico de la lengua, a fin de interesar, que de eso se trata, al lector.
‘La excelente memoria de Oviedo –se nos dice atinadamente en la presentación- le permite construir un ameno muestrario de lo que son las tierras, la fauna, la flora y las costumbres y peculiaridades de los indígenas, pensando en su narratario’ el rey de España.
El libro tienen pasaje de una lectura realmente encantadora, como cuando en el cap. XLVI se refiere a ‘Ruiseñores y otros pájaros que cantan’. Leamos: ‘Hay muchos ruiseñores y otras muchas aves pequeñas que cantan maravillosamente y con mucha melodía y diferentes maneras de cantar, y son muy diversos en colores los unos de otros. Algunos hay que son todos amarillos y otros que todos son colorados, de una color tan fina y excelente que no se puede creer…’
Una maravilla no solo como información precisa, sino como invitación a la imaginación, al propio viaje. Qué pena que las llamadas guías de viaje actuales no hayan copiado siquiera un poco de esta sutiliza de lenguaje, de esta poesía viajera, tan humana y distinguida.
Muy pulcra y cuidada, es de señalar, la edición preparada por los profesores Rodríguez López.