La tinaja
Ismael Istambul Fernández
Sonámbulos Ediciones
126 págs.
TINAJAS: EL FONDO DE LA MEMORIA
Antes del principio ya estaba todo escrito, pero en aquel no-tiempo en el que nada sucedía y sin embargo se habían gestado definitivamente los mares, las selvas, las montañas, los ríos, la calle Puentezuelas de Granada y las manos y el barro del alfarero replicados en incontables manos e infatigables alfareros, Ismael Istambul soñaba su condición de poeta.
Y era tan intenso el sueño suyo que, saliendo de sí y rompiendo los muros del no-ser, se hizo carne en el empeño de saberse y comenzó a buscarse con el tesón del explorador que ansía descubrir las fuentes de la vida, de la suya, de todas las vidas, de las innumerables vidas que laten sin descanso en los infinitos universos que desde nunca nos contemplan.
Y sucedió que un día, en la región del sueño, y en medio del arduo camino que él estaba recorriendo, fue a toparse de frente con una palabra que también a él lo estaba buscando. Fue la primera de tantas con las que iría hilvanando verso a verso y poema tras poema, en un anhelo sin medida que lo ha traído hasta aquí, hasta el fondo de este libro en el que se debaten preguntas sin respuesta, respuestas al sinsentido de una existencia anclada en la rutina y en la paradoja y el absurdo también de nuestra inconsistencia y nuestra cobardía (“el pensamiento único / la felicidad como artificio”); un libro que no es queja ni lamento sino grito proyectado contra la inanidad de las dudas (“En la rotonda de la duda: / ¿Te atreves a cambiar de sentido?”) y los miedos transformados en verdades eternas, en certidumbres de barro, en la imagen distorsionada del que huye, del infame asesino que mata y se mata a cada paso que da… hacia… la Nada. Entonces… ¿hay salida?
Sí, la salida consiste en hacerse mar y volver al origen. Hallaremos la salida cuando enterremos el cadáver de la conciencia en el fondo del olvido. Eso nos dice también Ismael. A Alcalá la Real o a Ítaca, que el camino te sea grato, lector. Feliz viaje.