marzo de 2025

‘Cine y educación’, de Fernando Molero Campos

Cine y educación. Treinta miradas del cine sobre la escuela
Fernando Molero Campos
Editorial Berenice, 2024
416 págs.

 

LA IMPORTANCIA DE LA EDUCACIÓN EN EL CINE

Fernando Molero ha escrito un libro necesario sobre la educación en el cine. Sin darnos cuenta, hemos visto muchas películas que tratan el mundo de las aulas desde una de las pioneras que fue Esta tierra es mía, donde Charles Laughton hablaba a sus alumnos de la libertad, del pensamiento verdadero, en una época donde triunfó el nazismo. La interpretación de este genial actor es prodigiosa y demostró lo grande que era.

Pero no hay que olvidar el tema de la violencia, como pudimos ver en Semilla de maldad, donde un atribulado Glenn Ford se enfrenta a la pandilla de alumnos peligrosos, que ponen en riesgo su vida y la de su mujer. En esta película, ya aparecían dos actores muy brillantes, Vic Morrow y el estupendo Sidney Poitier. Nos es casualidad que este último sea el maravilloso profesor de Rebelión en las aulas, película que marca la rampa de salida de ese profesor que logra cambiar el destino de sus alumnos y que Fernando Molero, con buen tino, recoge en su libro:

“El interés primordial de este filme se centra en el aspecto metodológico, en las estrategias que el profesor Tackeray emplea para revertir la situación inicial de desprecio y enfrentamiento del alumnado a un nuevo escenario en el que este entienda que el punto de partida para la configuración personal propia pasa por el respeto a sí mismo y a los demás”.

Fernando Molero, como profesor que ha sido, logra en el libro estructurar cada película elegida, y son muchas, con una organización ejemplar, por su mirada pasan títulos como: El profe, Hoy empieza todo, La pizarra, El profesor de violín, El club de los poetas muertos, Ser y tener, La ola, etc.

Logra el investigador de la presencia del aula en el cine que nos sintamos más cerca de esa labor del docente, donde se plasma todo un mundo, no hay que olvidar al profesor Keating en El club de los poetas muertos, que rompe todos los esquemas y abre un espacio de libertad a sus alumnos. Y, además, como señala muy bien Fernando Molero, la importancia de la poesía, como elemento liberador a unos jóvenes que viven encorsetados en un mundo rígido de una educación muy austera. También señala Molero que todo es simple en ella, porque si analizamos la cinta, siempre vemos tópicos que prevalecen en el personaje y en los chicos que admiran al docente.

Tampoco se olvida Fernando Molero en las actividades que se pueden proponer en el aula al ver la película con los alumnos. Destaco, entre muchas, la de La ola, película que me impresionó por la realidad del mundo totalitario que impera en la actualidad:

“A la manera de un director de orquesta, consigue poco a poco que un alumno disperso, distraído y desinteresado comience a funcionar como un verdadero conjunto, afinado, que hace sonar sus instrumentos al unísono”.

Y en estas líneas y muchas otras radica la capacidad literaria del libro, que sabe encontrar comparaciones, que tiene inventiva e imaginación para proponerlas. Fernando Molero es un buen cinéfilo y se percibe en su forma de contemplar el cine que trata. La idea de la participación del alumno, tras el visionado, en una sociedad autocrática, y el uso de la pizarra, para exponer ideas, hace más rico el libro, porque no es solo buen material para docentes, sino para toda la sociedad.

Nos hallamos en un libro que logra adentrarnos en las películas, que consigue ordenarlas en nuestro interior y que plantea muchas posibilidades para enriquecer el universo del aula.

La idea de organizar el libro con el planteamiento: sinopsis, tema principal, centro educativo, análisis fílmico y actividades, me parece muy acertado. Fernando Molero no olvida su pasado docente, pero consigue que amemos más el cine, a través de la elección de todas las películas que estudia.

Vuelvo a recordar, con emoción, aunque no la cite en su análisis, a Laughton saliendo del aula, mientras sabemos que los alumnos nunca lo olvidarán. Así me paso con un profesor de tercero de EGB, que todos los días nos hacía copiar poemas en la pizarra, fui el único que los copió durante todo el curso y ya me unió definitivamente y hasta el final de mis días, a la literatura y a la poesía. El docente puede ser una pieza fundamental, no siempre valorada y apreciada, más veces criticada sin saber cuál es su esfuerzo y su labor, en la base de una persona. Magnífico libro de Fernando Molero y muy necesario.

 

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