Crónica de un certamen en ascenso, convertido ya en un indispensable de nuestras letras actuales. Celebrado entre los días 9 y 15 de noviembre.
Si en lugar de celebrarse el Certamen de Novela Histórica de Úbeda en España se realizase en cualquier país de la vieja Europa, el reconocimiento del certamen sería mundial. Desgraciadamente, nos toca torear con unas instituciones públicas que parecen no estar preocupadas por la cultura. Parece milagroso que un certamen como éste sobreviva gracias sólo a la voluntad de tres asociaciones totalmente particulares de una ciudad como Úbeda. Las ayudas institucionales casi son irrisorias, aunque fundamentales para la pervivencia del mejor certamen mundial de novela histórica.
La singularidad del certamen ubetense es que mezcla con acierto y sabiduría las presentaciones literarias con las recreaciones históricas. Es como si hubiésemos viajado en una máquina del tiempo para encontrarnos por las calles a tropas de la Primera Guerra Mundial o a las valientes y heroicas sufragistas que se enfrentaron al poder político británico para conseguir el voto de las mujeres.
Este año, es el primero que no ha asistido ningún escritor internacional. No hacía falta. Los escritores españoles de novela histórica están en la Champions League del género. Un ramillete de esos escritores se dio cita durante una semana en Úbeda, solo faltó Santiago Posteguillo, reciente ganador del Premio Planeta. Es curioso que este año, los dos premios de mayor dotación económica, el Planeta y el Fernando Lara recayesen en dos novelas históricas. Si la editorial planetaria apuesta por el género por algo será. Ya que Posteguillo, de promoción por medio país, no asistió, el que no faltó fue Jorge Molist, el ganador del premio Fernando Lara.
El equipo de novelistas que asistieron podría estar en una hipotética selección española de novelistas históricos y ganar sin ninguna duda el mundial. Abrieron el fuego los escritores Fernando Martínez Laínez y Álvaro Arbina en la librería ‘Libros Prohibidos’, la más señera de la ciudad de Úbeda. Experiencia y juventud se dieron la mano en una velada llena de descubrimientos. Las hazañas de los tercios fueron de la mano de la magia de las andanzas desconcertantes de una periodista vasca en la Gran Bretaña victoriana.
La jornada siguiente dio comienzo con la inauguración oficial del certamen, no se pudo entregar el premio ‘Los Cerros de Úbeda’ porque el ganador de este año José Calvo Poyato tenía unos compromisos anteriores, se le dará el premio en una fecha posterior. La jornada matutina continúo con una interesantísima mesa redonda moderada por el periodista y escritor David Yagüe sobre novela histórica japonesa escrita por españoles. Sergio Vega y David B. Gil, finalista en el premio de los cerros de este año con ‘El guerrero a la sombra del cerezo’, dejaron a la audiencia sobrecogida con sus conocimientos sobre el Imperio Celeste. La jornada continuó con la presentación de ‘Laín. El bastardo’, del escritor lucense Francisco Narla, que hizo una presentación bastante insólita intercomunicando con los asistentes al acto. Con dicha novela se alzó con el Premio de Novela Histórica de la Editorial Edhasa.
La sesión vespertina comenzó con la presentación de la novela gráfica ‘Stalingrado. La historia gráfica’ de Daniel Ortega y Antonio Gil, una novela sorprendente para conocer los entresijos de la mayor batalla de la Segunda Guerra Mundial. Al mismo tiempo se producía la recreación sobre la batalla del Somme, una de las más largas de la Gran Guerra. Después viajaríamos a la Grecia clásica de la mano de Sebastián Roa que con su obra ‘Enemigos de Esparta’ nos da a conocer el lado oculto de la historia de los espartanos que nos hurtó Hollywood, aunque al autor aragonés le guste la película ‘300’. En esta intervención surgió la polémica, siempre presente, de lo que entendemos por novela histórica. ‘Todos los personajes de estas novelas son ficticios’, diría el escritor aragonés no falto de razón. Continuo Jorge Molist que con ‘Canción de sangre y oro’ se hizo con el premio de novela Fernando Lara. El autor barcelonés relata en su novela la epopeya de Pedro III de Aragón. ‘Un personaje que la historia ha olvidado y yo he querido rescatar’, nos diría. Ambos libros contaron con la presentación del que esto escribe y que hizo un doblete histórico. Por eso de la novela de tal género. La noche terminó con un sentido homenaje al armisticio de la Primera Guerra Mundial acaecido el 11 de noviembre de 1818, un siglo después se recordó con el encendido de mil velas que se pusieron en la plaza Vázquez de Molina y en la fachada del ayuntamiento ebdetense. Las palabras emocionadas de Pablo Lozano, director del certamen y factótum del mismo: ‘para que no vuelva a ocurrir’, resonaron en una plaza que mantuvo un silencio sepulcral después de visionar un video de los acontecimientos que celebraban el centenario.
La jornada dominical se abrió con el acto de entrega del Premio de Novela Histórica Ciudad de Úbeda, contó con la presencia de Elena Rodríguez, Concejala de Cultura del Ayuntamiento de la ciudad y del editor de Pàmies, Carlos Alonso, que serán los encargados de publicar la obra ‘In Civitate Regia’ de Marcelino Santiago Yustres. Continúo la jornada con la presentación de la novela ‘Hispania. El sueño de un rebelde’ de Agustín Tejada que fue presentado por el propio Carlos Alonso. Concluyó la jornada con Isabel San Sebastián y su novela ‘La peregrina’, la periodista y escritora fue acompañada Emilio Lara, que ganó el año pasado el premio Cerros de Úbeda con su celebérrima ‘El relojero de la Puerta del Sol’.
Durante la semana siguiente presentaron sus obras Jesús Maeso de la Torre, que fue distinguido con el premio ‘Ivanhoe’, que destaca los valores de personas señeras del género. Nadie mejor que el bueno de Jesús Maeso para ser galardonado, que hace tanto por la novela histórica de este país, la presentación de su nueva novela ‘Comanche’ es un hito en nuestra literatura al descubrirnos la influencia de nuestro país en los Estados Unidos antes de que se hiciesen con ella los británicos. ‘Tres cuartas partes del país fueron españolas y parece que no lo sabe nadie’, diría un emocionado escritor, que por más señas es de Úbeda y se implica cada año en un certamen que cada años mejor.
La semana concluyó con las presentaciones de ‘El taller de libros prohibidos’ de Olalla García y ‘De brujas, curanderas, sanadores y otras yerbas’ de Manuel Martínez, dos novelas sorprendentes que ningún amante del género debe perderse.
El balance del certamen no puede ser más favorable. La familia de amantes del género que cada año nos citamos en Úbeda sigue creciendo. Quien va, repite. Y todos los escritores participantes manifestaron su intención de volver a Úbeda cada vez que se les requiera. A mí, mientras me dejen, estaré presente en dicho certamen haciendo lo que me digan. Además, me falta por contar la historia de las sufragistas británicas, pero eso es otra historia. Aunque creo que alguien antes que yo lo dijo. Un certamen con nuevos retos nos espera el año que viene. Espero que pase rápido este año para asistir a la cita literaria más emocionante de nuestro país.