Editorial TusQuets, 2000
Annie Ernaux es una veterana y comprometida escritora francesa. Su literatura se característica por reivindicar en sus libros la dimensión política de su intimidad. Recientemente crítica en una entrevista que las élites de Francia se han escorado claramente hacia un mundo mas conservador.
En este relato que constituye un pasaje del diario de su propia vida, la autora se zambulle a través de sus propios recuerdos en el análisis de ciertos acontecimientos vitales. Corren los años sesenta, cuando la protagonista tiene 23 años, los mejores de su juventud. Se ha separado de los padres y vive como estudiante en Ruen, mientras éstos han quedado relegados para ella a algunos fines de semana. Solos los visita para lavar la ropa, reponer recursos para la semana siguiente y mantener los lazos afectivos.
En su vida de estudiante universitario relata sus encuentros con jóvenes de su época, con algunos de los cuales tiene relaciones. En uno de esos encuentros percibe que ha quedado embarazada, lo que le sume en el desasosiego y la inquietud por la nueva situación sobrevenida.
Son años en que el aborto estaba prohibido penalmente con condenas de prisión y multa, tanto para la persona que abortaba, como para todos aquellos que intervinieran en el proceso. El aborto en Francia se despenalizó cuando Simone Veil fue ministra de sanidad en 1975, momento histórico en el que se aprobó una ley de interrupción voluntaria del embarazo, que complementó la ley Neuwirth, de 1972, sobre despenalización de métodos anticonceptivos. Hasta ese momento las mujeres francesas para abortar legalmente tenían que cruzar el Canal de Mancha, y dirigirse hacia UK, donde a partir de 1967 se despenalizó el aborto. Aun recordaban en Francia, en esos años, las condenas a muerte por estos hechos en los años cuarenta dictadas por el gobierno de Vichy. La última ejecución de una mujer fue en 1942.
Simone Veil es recordada en Francia por estar presa en los campos de exterminio, y por comprometerse en recuperar la dignidad de la mujer en los años difíciles. Llegó a comprometerse con la participación en las instituciones del Estado. Fue la primera mujer que llegaba a ministra en su país, ostentando la cartera de salud en un gobierno liberal. Desde esa atalaya supo proponer y hacer aprobar en la Asamblea Nacional francesa la despenalización del aborto y regular la interrupción voluntaria del embarazo. Sus pasos le llevaron años después a presidir el Parlamento Europeo y la Fundación de la Memoria sobre el Holocausto.
El relato de Annie Ernaux nos sitúa en un escenario real y angustioso para muchas mujeres. Nada de eso se había producido aún en su país. Las mujeres, singularmente, las de escasos recursos económicos se veían obligadas a tantear soluciones muy arriesgadas para poder salir del trance en que se encontraban.
La narración recoge sus primeras impresiones, las relaciones con las personas de su entorno universitario y sus primeros contactos con médicos para abordar esa nueva situación sobrevenida. Nadie le prestaba ayuda en los primeros instantes y pocos la orientaban.
Primero contacta con la pareja con la que tuvo relaciones, que se desentiende de los hechos. Su decepción en considerable. Luego indaga y sondea, sin sucumbir a la desesperación, a aquellas personas que han podido tener experiencias similares. Todo en vano. Se observa el comportamiento de los varones, sus propios compañeros, sin que nadie le aporte soluciones. Anota el rechazo de los médicos que visita a los que pide asesoramiento. Acaba recabando el contacto con una persona que hubo de pasar por ese trance de abortar. A través de ella localiza una abortista clandestina en Paris. Sus padres permanecen ajenos por decisión de la interesada.
Pasados los primeros momentos de dudas, decide no tener ese bebe. Visita la abortista y previo pago, ésta le somete a un tratamiento con una sonda lo que le provoca al cabo de unos días el aborto. El relato se extiende recogiendo la angustia, la desesperación, y las diversas sensaciones. Las vivencias a las que se ve sometida quedan recogidas como un punto en el que la propia autora no ha sido capaz de resistirse sin anotarlo y después someterlo al escrutinio del lector muchos años después.
Ella misma recoge su vuelta al pasado, su visita a Ruen, donde residía cuando era estudiante, a pasear por sus calles y sus cafés. También hay una retrospectiva del Paris del distrito XVII, buscando la casa donde residía la persona que le provocó el aborto. Recordaba una mujer de edad mediana de origen español, emigrante republicana. Dio de nuevo con el café donde se detuvo a rumiar sus miedos y recordar los momentos sombríos alrededor de un té. El refugió último antes de tomar la decisión.
El relato es muy representativo de un momento muy importante para cualquier mujer, máxime en las circunstancias en que su decisión le podía acarrear no solo del rechazo social sino al final tener que afrontar una pena de prisión. Un oprobio y una exclusión social para ella y para su entorno. El riesgo de morir, al realizarlo sin garantías sanitarias, era el último y perverso destino al que se podría ver sometida.
En estos momentos en que las decisiones de la mujer sobre el destino de su propio cuerpo tienen tanta trascendencia, que el vértigo es enorme. La decisión involucra no solo a su propia salud, sino a un ser nuevo no nacido. Se amontonan en su interior todas las variables del evento, la dimensión ética del hecho, el futuro de su vida, la soledad del acto y sus consecuencias, lo que supone el aborto como vía contraceptiva. Recoge el texto la constelación de pensamientos que se agolpaban en la cabeza de Annie Ernaux antes de la decisión más íntima, quizá la de mayor calado de su vida.
Todo sigue estando sobre la mesa, el relato no puede ser más oportuno. El asunto de nuevo fluye, no solo en USA donde el integrismo religioso y las presiones políticas están cada día mas vinculadas a los acontecimientos que vivimos hace 50 o más años. También en Europa, y en España el asunto sigue pendiente, por lo que el relato no puede ser más significativo. Es preciso recordar que, aunque nuestro país fue pionero con la aprobación de la ley de interrupción del embarazo. La iniciativa se perdió en el tiempo. La ley fue aprobada por iniciativa de la Ministra de Sanidad, Federica Montseny, durante el gobierno republicano de Francisco Largo Caballero. La influencia eclesiástica, el desenlace de la guerra civil, y la llegada de la Dictadura, condujo a que la iniciativa quedara frustrada.
Fue, posteriormente, con la llegada de la democracia, cuando el Gobierno de Felipe González se plantea de nuevo esa propuesta. Acabó aprobándose en el Parlamento español la despenalización del aborto bajo la figura de tres supuestos. Posteriormente, con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, se amplió el concepto, mediante la aprobación de un nuevo proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo, denominada ley de plazos, regulándose el evento con las debidas garantías.
Esta norma que actualmente está vigente, fue recurrida al TC por el Partido Popular. Dicha sentencia está pendiente de ser dictada después de más de 10 años, estando la sociedad española a la espera del pronunciamiento definitivo del máximo órgano jurisdiccional.
La autora de esta narración señala al final del texto:
He acabado de poner en palabras lo que se me revela como una experiencia humana total de la vida y de la muerte, del tiempo, de la moral y de lo prohibido, de la ley, una experiencia vivida desde el principio al final a través del cuerpo.
Es por todo ello, el diario de esta autora es un testimonio interesante, reflexivo y valiente, de una escritora comprometida con sus ideales.