diciembre de 2024 - VIII Año

María Moliner: una vida dedicada al conocimiento real y cotidiano del español

María Moliner nació el 30 de marzo de 1900 en Paniza (Zaragoza). Desde temprana edad, demostró el gran interés por el conocimiento y las letras que definiría su trayectoria vital y profesional.

La infancia de María estuvo marcada por un elevado amor a la lectura y al estudio. Su familia, consciente de su talento y curiosidad intelectual, la alentó a estudiar y a cultivar su pasión por las palabras. Hizo el bachillerato por libre, aunque vinculado a la Institución Libre de Enseñanza (ILE). La pasión por las palabras se afianzó entonces en ella siguiendo a su maestro Américo Castro. Obtuvo en 1921 la licenciatura en Filosofía y Letras en la sección de Historia por la Universidad Central de Madrid (hoy Universidad Complutense) con premio extraordinario.

María Moliner destacó desde sus años universitarios por su aguda inteligencia y por su constancia intelectual. Se especializó en Filología Románica y se interesó especialmente por la lexicografía y la lingüística. Sus investigaciones y trabajos académicos resaltaron ante algunos profesores y compañeros, quienes reconocieron su potencial y su compromiso con la disciplina.

Profesionalmente, en esa época, los empleos a los que podía acceder una mujer de su preparación eran muy escasos. Ejerció primero como archivera en el Archivo General de Simancas desde 1922 al sacar las oposiciones del Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos del Estado, más tarde en el de Hacienda en Murcia y, por último, en 1931 en el de Hacienda de Valencia.

Durante la República participó en la fundación de la Escuela Cossío en Valencia vinculada a la ILE, al Instituto Escuela y a las Misiones Pedagógicas (creadas en mayo de 1931). Impulsó la implantación de bibliotecas populares en zonas rurales, llevadas por maestros. En 1934 consiguió establecer en la Escuela de Artes y Oficios de Valencia la biblioteca popular y en 1936 dirigió la Biblioteca de la Universidad de Valencia. Dirigió, al año siguiente, la Junta de Adquisición y Cambio Internacional de Publicaciones y fue vocal del Consejo Central de Archivos y Bibliotecas y Tesoro Artístico de la República. Publicó, también en 1937, Instrucciones para el servicio de pequeñas bibliotecas, texto dirigido a los bibliotecarios de zonas rurales. Además, en 1939, diseñó un proyecto para la organización general de las bibliotecas del Estado.

Durante el franquismo fue depurada en el escalafón, y rehabilitada en 1956; se incorpora entonces a la Biblioteca de la Escuela Superior de Ingenieros Industriales hasta su jubilación en 1970. Su trayectoria refleja el exilio interior de tantos profesionales que habían apoyado a la República.

El mayor logro de María Moliner es su monumental obra, Diccionario de uso del español, un proyecto que le llevaría décadas de arduo trabajo individual y que la consagraría como una de las principales lexicógrafas de habla hispana.

En 1952, comenzó a trabajar en este ambicioso plan, concebido como una herramienta que fuera más allá de un diccionario tradicional. El objetivo de Moliner, a través de la más exhaustiva anotación lexicográfica, era reflejar el uso real y cotidiano del idioma español, incluyendo regionalismos y palabras coloquiales que otros diccionarios no tomaban en consideración.

La elaboración del diccionario no estuvo exenta de dificultades. María Moliner afrontó múltiples obstáculos, incluyendo la falta de apoyo financiero para su publicación, y la difícil conciliación con sus responsabilidades familiares por su condición femenina. A pesar de todos los pesares, su perseverancia y dedicación la llevaron a completar en 1966 esta magna obra personal que en buena lógica habría requerido del concurso de todo un equipo de especialistas.

El Diccionario de uso del español de María Moliner se convirtió en un referente indispensable para estudiantes, profesionales y amantes de la lengua española. Además, su enfoque innovador y el minucioso trabajo de investigación y documentación desplegado en su elaboración lo convirtieron en una obra única en su género.

Gabriel García Márquez declaró en 1981 que el María Moliner, como es conocido, era el más útil, acucioso (propio de las personas diligentes) y divertido diccionario de la lengua castellana. Su autora le dedicó quince años de su vida trabajando sola en casa, elaborando a máquina las miles y miles de fichas, corregidas con posterioridad por ella misma, en las que se interrelacionan todas las acepciones de las palabras. La obra, editada por Gredos, consta de dos tomos de casi 3.000 páginas en total y cerca de 80.000 entradas.

Además de su faceta como lexicógrafa, María Moliner impartió clases en diversas instituciones académicas y continuó sus investigaciones en el campo de la lexicografía y la lingüística. Su contribución al estudio y difusión del idioma español le valió reconocimientos y distinciones a lo largo de su vida; pero la Real Academia Española, a uno de cuyos sillones había sido presentada en 1972 por Rafael Lapesa y Pedro Laín Entralgo, le negó la entrada. Hubiera sido la primera mujer académica de número en dicha institución. Sin duda alguna, era merecedora de ello y la Academia debería reconocérselo, aunque sólo fuera ya, por desgracia, a título póstumo.

María Moliner falleció el 22 de enero de 1981 en Madrid, dejando un legado imborrable en el mundo de la lengua española y de la lexicografía en general. Su diccionario sigue siendo ampliamente utilizado y consultado en la actualidad, y su influencia perdura en el trabajo de tantos lingüistas y académicos.

Tras su muerte, Inmaculada de la Fuente publica en 2011 su biografía El exilio interior: la vida de María Moliner, que fue presentada en la Biblioteca Nacional. Manuel Calzada Pérez, en 2014, escribió la obra de teatro sobre su vida titulada Diccionario, que obtuvo el Premio Nacional de Literatura Dramática de ese año y recorrió varios países de habla hispana. En ella no sólo se recrea la elaboración misma del diccionario, sino también el dramatismo con que una arterioesclerosis cerebral le fue haciendo perder la memoria hasta dejar sin palabras a quien había dedicado la vida entera a su estudio y recopilación. En 2017 Vicky Calavia realizó el documental sobre su vida y obra titulado María Moliner. Tendiendo Palabras con el que obtuvo el premio del público en el Festival de Calanda. En él se recogen entrevistas de aquellos que la conocieron y la estudiaron.

Además de su obra impresa, María Moliner dejó un ejemplo personal de pasión, dedicación y tenacidad que ha inspirado e inspirará a tantas generaciones posteriores de hombres y mujeres. Su vida es el mejor testimonio de cómo el amor por el conocimiento y las letras puede transformarse para beneficio de la sociedad en una contribución cultural imperecedera.

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