Nacido en El Escorial en 1909, Luis Felipe Vivanco es uno de los poetas más interesantes de los integrantes en la Generación del 36. Poeta que tuvo un enorme protagonismo al terminar la guerra y que firmó libros de gran valía, como Los caminos, Los ojos de Toledo, El descampado o Continuación de la vida y que hizo un estupendo dúo literario con Luis Rosales, del que era muy amigo. Vivanco era sobrino de José Bergamín y arquitecto de profesión, discípulo de Rafael Bergamín, hermano del poeta.
Su vinculación con Falange, entidad de la que se desentendió con rabia a principios de los cincuenta le hizo vivir siempre en una condición extraña, renegado y muy crítico para los afines al régimen y con un fatal pasado para los que estaban en la lucha clandestina. Para colmo de males falleció el mismísimo día que el dictador Franco, el 20 de noviembre de 1975, dejando la noticia de su muerte en un plano ni siquiera anecdótico.
Sin embargo escribió una notable obra poética, llena de aciertos, de momentos estelares, y de una sensibilidad y comunión con la naturaleza no solo reveladora e intensísima también muy poco frecuente en la poesía española del siglo anterior. Como tantas voces, Luis Felipe Vivanco debe ser buscado, leído de una manera o de otra, reivindicado… sabiendo que algún día volverá a ser una referencia entre los nuevos y antiguos lectores de poesía.