noviembre de 2024 - VIII Año

‘Las casas de los poetas muertos’, de Ángeles Caso

Editorial Planeta,  2012

Ángeles Caso es una periodista, traductora y escritora asturiana nacida en Gijón, autora de varias obras comprometidas con su ideología progresista y su perfil feminista. Siempre se ha comprometido con la defensa de los humildes y los desfavorecidos.

Este libro cumple el objetivo pedagógico trazado por la autora de divulgar las huellas de algunos de los escritores que admira. Para ello la autora nos visita a recorrer los rincones de varias ciudades y pueblos de España, deteniéndose en los escenarios más significativos relacionados con sus orígenes, o con su vida. Ha visitado sus casas y los restos de su pasado. Algunas de las casas son actualmente museos de cada personaje. A veces como en el caso de Antonio Machado, la pensión donde vivía en Segovia fue comprada en la postguerra, y acomodada por sus convecinos con la ayuda de una asociación ciudadana. En el caso de Lorca con las aportaciones de los muebles de la Huerta de San Vicente después de haber sido repartidos sus despojos. En otras sus habitáculos fueron transformados y modificados con adaptaciones constructivas poco respetuosas con el original. Señala en el relato la autora, las modificaciones más significativas.

En este viaje iniciático para admirar la literatura a través de los espacios habitados de sus autores. Están recogidas en la obra las casas de Cervantes en Alcalá de Henares, la de Lope de Vega en Madrid, la de Jovellanos en Gijón, la de Rosalía de Castro en Padrón, la de Emilia Pardo Bazán, en La Coruña, la de Antonio Machado en Segovia y las de Federico García Lorca en Fuente Vaqueros, Valderrubio y Granada.

Es también un viaje en el tiempo, porque a través de este periplo puede seguirse la historia de España. Es un recorrido por buena parte de la historia —desde 1547, año en que nace Cervantes, hasta 1939, cuando muere Machado. La autora anota la historia de los grandes acontecimientos y de los pequeños detalles cotidianos, y, cómo no, una historia propia de nuestra literatura.

Ninguno de los protagonistas de estas páginas tuvo una existencia fácil o serena. En algunos casos como en el caso de Antonio Machado, los cambios de asentamiento son los de un poeta en continuo peregrinaje, en pensiones, o casa ajena, o prestadas, dada la pobreza del autor y los escasos posibles para disponer de un hogar estable. Tan solo lo encontró a ratos en la casa de su madre, en Madrid, cuando desde su destino en Segovia, los fines de semana, la visitaba, o de manera más frecuente, después, cuando un traslado le llevó al Instituto Calderón de la Barca de la capital.

Otros, como Cervantes estuvieron sujetos a multitud de cambios y tribulaciones en su destino que más parece la propia vida de uno de los personajes de sus novelas. Cervantes coetáneo de Lope de Vega, a diferencia de éste, pasó innumerables penurias a lo largo de su vida. Algunas acabaron por afectarle físicamente cuando en acto de guerra fue herido en uno de sus miembros Conoció la prisión en Argel y siempre estuvo agobiado por denuncias, acreedores y deudas.

Su casa en Alcalá de Henares es una muestra de sus orígenes y aunque modificada arquitectónicamente, puede visitarse como lugar de referencia y peregrinaje del mejor de nuestros escritores. La propia Ángeles Caso se detiene en ella con el respeto y afecto que tan solo es comparable con la morada de Machado en Segovia, o la de Lorca en Granada, en la Huerta de S. Vicente, que provocan en ella una especial devoción. En todas ellas alcanza a sentir en su descripción, el respeto y el amor que les profesa.

En el caso de Lope de Vega, por el contrario, aun con las trágicas vicisitudes en su entorno familiar y con la muerte de alguno de sus seres queridos, fue en vida, todo un triunfador. Un personaje de fama acreditada y con los recursos necesarios para disponer de una casa propia, dotada de ciertas comodidades para la época y con la ubicación idónea para deambular en los mejores círculos madrileños. Sus devaneos amoros abundantes y variados, no fueron obstáculo al final de su vida para intentar retirarse y para profesar los hábitos. Aún se pude encontrar una placa con reconocimiento a su arte, a sus versos y a la facilidad para componerlos, un recuerdo en una de las calles céntricas del Madrid castizo, no lejos de la sede del actual parlamento español.

No es menos agitado el devenir de Jovellanos, que de formar parte de la nómina de los ilustrados y notables anteriores a la guerra de la Independencia paso por ciertas penalidades. Durante su larga vida, tuvo que hacer frente a innumerables conflictos que le llevaron a que el Rey le mandara a prisión. Desde el castillo de Bellver, en Mallorca, aún fue capaz de ganarse el favor de los habitantes locales y su admiración, llegando a modificar su habitáculo donde estuvo recluído para adquirir ciertas comodidades y atesorar una buena biblioteca para ilustrarse y escribir algunos libros.

En el caso de Rosalía de Castro y de Emilia Pardo Bazán, las cosas fueron contrapuestas, muy modestas. Para la primera, las condiciones no ayudaron. De salud precaria y físico, murió muy joven, con 48 años, después de un matrimonio poco afortunado. La autora de la obra describe la casa de Padrón, uno de los lugares que habitó, de una cierta modestia, cuando no configurada con notables estrecheces. En éste espacio se condensa aún la admiración de sus aportaciones a la lengua y la cultura gallegas desde todas las partes del mundo.

En cambio, la hacienda y patrimonio de Emilia Pardo Bazán siempre fue numerosa y llena de comodidades. La escritora atesoró y detentó la propiedad de varias viviendas. El Pazo que actuamente aún se encuentra en litigio respecto a los bienes que lo contenían es un edificio potente, de piedra, que actualmente ha sido reconocido como expoliado y dotado en cuanto al espacio necesario, como un refugio para albergar su obra y sus recuerdos. La recuperación para el Patrimonio del Estado es reciente.

Los cambios en la propiedad fueron auspiciados por la familia Franco al adquirirlo por suscripción popular en los años de postguerra. En realidad, fue el resultado de una adquisición un tanto irregular a sus descendientes, lo que ha obligado al Estado a ejercer el derecho para su recuperación patrimonial, hecho que se ha producido recientemente. Algunos de los contenidos han sufrido notables cambios.

Un grave quebranto ha sido la pérdida de las cartas escritas por Galdós a la escritora Emilia Pardo Bazán en ese amor eterno y comprometido que les consumió durante un tiempo. Las cartas hoy se consideran desaparecidas. Probablemente apunta la autora fueron quemadas o hechas desaparecer por Carmen Polo de Franco durante el usufructo del Pazo. Emilia Pardo Bazán llegó a disponer de un patrimonio importante, muy diversificado entre Galicia y Madrid, y con posibles para hacer viajes por Francia teniendo en cuenta las limitadas posibilidades que se ofrecían en su entorno.

Quizá las más trágicas vicisitudes, dentro de sus propias biografías, fueron casos de Machado y Lorca, el primero por acabar en el exilio francés en Colliure, localidad ubicada al otro lado de la frontera francesa. Actualmente es lugar de peregrinaje para muchos admiradores de su obra y de su vida, y de lo que representó como figura emblemática de la II República. Se puede visitar en Valencia, también, uno de sus destinos en su largo peregrinar. Durante la retirada de Madrid por el Gobierno de la República en Valencia, Machado se alojó en “Villa Amparo”, una hacienda en la localidad de Rocafort. Su casa ha sido recuperada recientemente como casa del poeta y se celebran actualmente en ella visitas guiadas y certámenes literarios.

El caso de Federico García Lorca su trágico e injusto final al ser fusilado por las tropas franquistas en su admirada Granada. Su figura ha quedado desde 1936, como el icono de la inmolación de un poeta para la Historia.

La visita de Ángeles Caso se centra en dos de los tres inmuebles que recuerdan su imagen, el de Fuente Vaqueros, donde nació y donde vivió hasta la adolescencia de la mano de su madre. Fue el lugar donde le enseñó a leer y le introdujo en la música y la Huerta de S. Vicente, que fue el lugar de referencia de su familia, y a donde volvía cada vez que recalaba en Granada. En ambos casos la mirada de la visitante es muy detallista, fruto de lo delicado y del amor que destila. Federico y su madre estaban muy unidos y eso se nota en el cuidado de los objetos, de los muebles, y sobre todo, del piano, instrumento de suma importancia en la vida del poeta.

Sin embargo, todos los autores descritos resistieron los ataques sufridos, superaron una y otra vez su propia inseguridad, hicieron frente a vivencias muy amargas y se comprometieron incesantemente con el ser humano, que, al fin y al cabo, es lo que hacen los escritores que perduran en el tiempo.

Es conveniente conocer otros no recogidos, no menos interesantes y representativos que no cita la autora, como la Casa Museo de Vicente Blasco Ibáñez en la Malvarrosa (Valencia) o la hacienda de Mentón en la costa Azul francesa (Fontana Rosa) donde pasó los últimos años de su vida antes de reposar definitivamente en su tierra. Otro lugar también emblemático que conviene conocer es la casa de Miguel Delibes en Sedano (Burgos). Lugar de reposo, donde el autor dedicaba algún tiempo para cazar y escribir. Allí quedaron el asueto de sus veranos, y las páginas originales de algunas de sus mejores obras.

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Archivo Entreletras

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