Benito Pérez Galdós (1843-1920) es uno de los más insignes escritores que ha dado nuestro país, cronista del siglo XIX con los Episodios Nacionales y con otras muchas novelas de carácter social, resultó además ser un factor fundamental para la entrada en las Cortes de Pablo Iglesias en 1910 como primer diputado socialista gracias a la coalición republicano-socialista. Esta legislatura de 1910 duró tres años y además estrenó una ley electoral en un período donde se discutía permanentemente fórmulas para hacer más representativos los procesos electorales sin poner en cuestión el régimen, que era esencialmente caciquil.
El compromiso de Pérez Galdós con la política se hizo básicamente en el mundo del republicanismo, más en la línea de la influencia social como intelectual, que en la actividad política. Inició sus pasos como diputado cunero en 1886 en las filas de los liberales, por su amistad con Sagasta, por el distrito de Puerto Rico (entonces territorio español), territorio que no pisó siquiera, pasando la legislatura como un observador interesado de la vida parlamentaria. Pero su incursión más sonada resultó ser en 1910 encabezando por Madrid las listas de la conjunción republicano socialista, en dicha lista, Pablo Iglesias salió diputado por primera vez. La situación de la época era extremadamente tensa por la guerra de Marruecos, donde el ejército estaba siendo comandado por unos mandos corruptos, y las levas de soldados eran ampliamente contestadas por la población en el puerto de Barcelona, al ser una significativa parte de los mozos en edad militar excluidos mediante un pago.
El resultado electoral en Madrid fue de una amplia victoria, ganando la mayoría por un número superior a los cuarenta mil votos. La presión social para la inclusión de Iglesias en las listas hizo exclamar a José Ortega y Gasset, en las páginas de Europa, un rotundo “Votad a Iglesias” y terminar glosando en el Imparcial la figura de Iglesias diciendo que él y Francisco Giner de los Ríos eran los europeos máximos de España.
Las elecciones se realizaron el 8 de mayo en medio de una fuerte tensión social, superando el número de huelguistas el de los tres años anteriores juntos. Analizando los procesos laborales, se pueden considerar ganadas por los obreros 23 de las 33 huelgas que se producen en Madrid. Era un momento donde la UGT estaba creciendo de una manera significativa con 45 secciones y 24.882 obreros afiliados en Madrid.
La nueva ley electoral partía de un nuevo censo y del voto obligatorio, con penalización en caso de no hacerlo, dificultando la falsificación del resultado por los presidentes de mesa, habitual en los procesos de la época. Esta Ley se había aplicado en las elecciones municipales de 1908 dando como resultado la victoria de los republicanos en Madrid con 12 concejales por 10 del resto, incluyendo en este último grupo uno liberal.
La composición de la candidatura a Cortes en Madrid fue la siguiente: la encabeza Galdós, novelista, propuesto por Unión Republicana; Rodrigo Soriano, procedente de Valencia, rival de Blasco Ibáñez, propuesto por los radicales, afín a Lerroux; Esquerdo, doctor frenólogo por los progresistas; Salillas especialista en criminología, por los radical lerrouxistas; Pí y Arsuaga, historiador, propuesto por los federalistas; Iglesias, tipógrafo, propuesto por los socialistas. La candidatura monárquica está formada por cuatro liberales (Conde de Santa Engracia, Zaldo, Chavarri y Padrós) y dos conservadores (Guirao y Prast), en cuanto a las profesiones: Prast un industrial de la industria del caramelo, Guirao, uno de los mayores contribuyentes (rico) y Zaldo banquero. Las críticas en la campaña de los monárquicos eran del tipo “Galdós es un canario que no canta y un parlamentario que no parla” y que a diferencia Prast tenía tradición en la defensa de los intereses madrileños. Como se puede comprobar por el tipo de actividad que realizaban profesionalmente la candidatura republicana era de marcado carácter regenerador de la vida pública en esa época.
En una segunda parte analizaremos el resultado por distritos, esto nos dará un reflejo de la composición sociológica de la población de Madrid, indicando aquellas zonas donde el voto obrero era más importante. Hay que recordar que la presencia del republicanismo en las zonas obreras era también muy significativa ya que el sindicalismo tenía una presencia minoritaria, pero además tenía la concurrencia de los anarquistas que eran reacios a la presencia en la política, a la que menospreciaban, pero esto era más importante entre los dirigentes que entre los afiliados, que se dejaban llevar en un sentido o en otro dependiendo de la peculiaridad de los candidatos y de su prestigio personal, la prensa además ejercía una considerable influencia, porque era un instrumento de debate muy importante.