Desde las últimas lluvias, las horas escriben atentamente la transmutación oscura de su geografía de segundos, se proyecta la multitud sobre el ángulo inverso de mi escritorio, cuerpo quieto en la danza sinuosa de un tic-tac sombrío. Tú me dices desde las sombras: “Entre la vida y yo hay un cristal tenue. Por más claramente que vea y comprenda la vida, no puedo tocarla”. Me reclino entonces en la confusión vacía de este abismo creado en la resonancia de este silencio dolorosamente imperfecto. Me he extraviado de mí, de la anamnesis desvirtuada que me oprime y me repite ¿Quién es yo? ¿Qué es este intervalo que hay entre yo y yo?
Fernando Pessoa nace en Lisboa en el año 1888, pasó su infancia y juventud en la República de Sudáfrica; cursó estudios de derecho en la Universidad de El Cabo y regresó a Lisboa en 1905. Inició su obra literaria en inglés, aunque a partir de 1908 creció su interés por la lengua portuguesa.
De Pessoa, podemos decir, que es un caso único dentro del mundo literario. Su obra es una de las más originales de la literatura portuguesa y fue, junto con Mário de Sá Carneiro, uno de los introductores en su país de los movimientos de vanguardia. A partir de 1914 proyectó su obra sobre cuatro heterónimos: Ricardo Reis, Álvaro de Campos, Alberto Caeiro y Bernardo Soares para quienes inventó personalidades divergentes y estilos literarios distintos. Frente a la espontaneidad expresiva y sensual de Alberto Caeiro, Ricardo Reis trabaja minuciosamente la sintaxis y el léxico, inspirándose en los arcadistas del siglo XVIII, mientras que Álvaro de Campos evoluciona desde una estética próxima a la de Walt Whitman hasta unas preocupaciones metafísicas en la tarea de explicar la vida desde una perspectiva racional. Pero también fue Bernardo Soares, el oscuro oficinista creador de la prosa suntuosa de El libro del desasosiego.
Sobre estos desdoblamientos del poeta en varias personalidades reflejó Pessoa sus distintos yos conflictivos, a la vez que elaboraba su propia obra poética, a veces experimental, una de las más importantes del siglo XX y que en su mayor parte permaneció inédita hasta su muerte. Su poesía, que supone un intento por superar la dualidad entre razón y vida, fue recogida en los volúmenes Obras completas: I. Poesías, 1942, de Fernando Pessoa; II. Poesías, 1944, de Álvaro de Campos; III. Poemas, 1946, de Alberto Caeiro; IV. Odas, 1946, de Ricardo Reis; V. Mensagem, 1945; VI. Poemas dramáticos; VII. y VIII. Poesías inéditas, 1955-1956.
Su obra ensayística ha sido recogida en Páginas íntimas de autointerpretación (1966), Páginas de estética y de teoría y crítica literarias (1967) y Textos filosóficos (1968). En 1982 apareció el Libro del desasosiego, compendio de apuntes, aforismos, divagaciones y fragmentos del diario que Fernando Pessoa dejó al morir en 1935.
Cinco poemas de Fernando Pessoa
Como si cada beso
Como si cada beso
Fuera de despedida,
Cloé mía, besémonos, amando.
Tal vez ya nos toque
En el hombro la mano que llama
A la barca que no viene sino vacía;
Y que en el mismo haz
Ata lo que fuimos mutuamente
Y la ajena suma universal de la vida.
Traducción de F. Gutiérrez
Cuando ella pasa
Sentado junto a la ventana,
A través de los cristales, empañados por la nieve,
Veo su adorable imagen, la de ella, mientras
Pasa… pasa… pasa de largo…
Sobre mí, la aflicción ha arrojado su velo:-
Una criatura menos en este mundo
Y un ángel más en el cielo.
Sentado junto a la Ventana,
A través de los cristales, empañados por la nieve,
Pienso que Veo su imagen, la de ella,
Que no pasa ahora que no pasa de largo
Traducción de Rafael Díaz Borbón
El viento, el viento alto
El viento, alto en su elemento
Me hace más solo -no me estoy
Lamentando, él se tiene que lamentar.
Es un sonido abstracto, insondable
venido del elusivo fin del mundo.
Profundo es su significado.
Me habla el todo inexistente en él,
Cómo la virtud no es un escudo, y
Cómo la mejor es estar en silencio.
Traducción de Rafael Díaz Borbón
Esto
Dicen que pretendo o miento
En cuanto escribo. No hay tal cosa.
Simplemente
Siento imaginando.
No uso las cuerdas del corazón.
Todo cuanto sueño o pierdo,
Que pronto cae o muere en mí,
Es como una terraza que mira
Hacia otra cosa más allá.
Esa cosa me arrastra.
Y así escribo en medio
De las cosas no junto a mis pies,
Libre de mi propia confusión,
preocupado por cuanto no es.
Sentir? Dejemos al lector sentir!
Traducción de Rafael Díaz Borbón
No quiero rosas, con tal que haya rosas
No quiero rosas, con tal que haya rosas.
Las quiero sólo cuando no las pueda haber.
¿Qué voy a hacer con las cosas
que cualquier mano puede coger?
No quiero la noche sino cuando la aurora
la hizo diluirse en oro y azul.
Lo que mi alma ignora
eso es lo que quiero poseer.
¿Para qué?… Si lo supiese, no haría
versos para decir que aún no lo sé.
Tengo el alma pobre y fría
Ah, ¿con qué limosna la calentaré?
Traducción de F. Gutiérrez