Editorial Anagrama, 2002
Rafael Chirbés es un escritor valenciano, nacido en Tavernes de la Valldigna en 1945 y muerto en 2015. Lo que se conoce de su perfil biográfico parece marcado por la infancia en una familia de perdedores republicanos. Ambiente de represión que el autor confiesa marcó su propia vida y que impregna su literatura. Su narrativa es un magnífico referente de la ciénaga franquista que tuvieron que sufrir los españoles durante muchas décadas.
Sus páginas destilan un hondo poso escéptico, un grito de injusticia en medio de un auditorio autista. Algo de estas estampas se perciben también en el Max Aub de “La gallina ciega”, cuando el autor volvió a España al final de las años 60 y retornó despavorido al exilio mexicano al observar el ensimismamiento y el olvido instalado como método de supervivencia entre los españoles.
En este caso, Chirbés abunda inmisericorde en esa honda preocupación aliñada con una literatura despiadada, no exenta de un punto de amargura. En muchos casos, como en el de esta corta novela, ese sabor invade al lector a través del monólogo de una mujer hablando a su hijo, cuando relata como instalada en un reclinatorio su cantata vital. Son imágenes en las que va desgranando las inquietantes imágenes de su propio contexto.
El autor recoge en este relato estampas en blanco y negro que en breve se llevarán a la pantalla y que son un retrato íntimo, una triste referencia sufrida por los perdedores de la guerra civil española. Sus esfuerzos evocadores han dejado un rictus de dolor que impregna toda su literatura a medida que esta crece. Un relato en que el autor trasmite sin piedad, página a página. Son esas sombras que le han acompañado desde la infancia y que desfilan en el texto de esta insólita y dolorosa narración conocida en el seno de muchas familias. Son un rosario de traiciones y venganzas, en medio de un ambiente marcado por la superviviencia. Los perdedores son unos seres que solo se sostienen en pié animados por el calor de compartir sus vidas como único salvavidas en medio de un puñado de miserias.
Chirbés no relata la gran historia del país, se conforma tan solo, con recoger los detalles infinitesimales, los retratos íntimos de las personas próximas tomando como referencia los de su propia infancia y la descripción del entorno que le ha tocado vivir. No lo necesita. Tan solo le basta describir el medio en el que chapotearon las familias republicanas en el interior de una España franquista inmisericorde.
En ésta y en otras novelas el autor va desgranando el alma de los poderosos y la miseria de los perdedores. Relata la rapiña de los bienes, la depredación practicada, el afán de poder de los que, según las crónicas oficiales, fueron los vencedores. Chirbés describe su hipocresía, denuncia sus ambiciones, su afán de represión, y su único objetivo: conservar el botín para seguir viviendo de la gabelas y de la rapiña de la guerra, con el inveterado propósito no solo de disfrutarlos, sino de trasmitirlos a las generaciones sucesivas con el fin de perpetuarse.
En medio de la esa ciénaga, el autor detalla la especulación, la corrupción y los métodos utilizados para acaparar bienes y recursos sin ningún respeto a los congéneres o a la propia naturaleza. Este relato puede verse en “Crematorio” o en “En la orilla”, dos de sus obras más emblemáticas sobre la corrupción, que relatan tiempos diferentes, ya sea en dictadura, o en democracia. Los fines en ambos, los propósitos son idénticos, el enriquecimiento desmesurado, el abuso de poder, el acaparamiento de los recursos sin sometimiento ni respeto a ningún parámetro Eso sí, es una depredación envuelta en los valores sublimes de la patria. Esas señas de identidad que son la coartada, el celofán donde esconderse para perpetrar todo tipo d maldades impropias de esos valores.
Todas esas contradicciones se encuentran en el retrato íntimo del autor, en sus desesperanzas y en su tortura interior. Su literatura viene marcada por su búsqueda de un ignoto mundo mejor, desde un contexto crítico, incluso atormentado en el que vive, en una permanente búsqueda de su propia identidad o del ejercicio de su sexualidad. Ese afán crítico sin concesiones los consumió en una honda amargura. Sus últimos años los marcó mucho su precaria salud. Su retiro es hoy lugar de peregrinaje para escritores y admiradores de una literatura de culto, fruto de un momento histórico que el autor analizó como pocos, en dictadura y en democracia. La democracia restaurada que cristalizó en la Constitución de 1978 fue también objeto de sus críticas y motivo de denuncia de sus indudables carencias.
Chirbes en ésta obra nos deja una mirada inmisericorde de su infancia, un apunte de las miserias físicas y morales, de la supervivencia, y de cómo los seres humanos son capaces de sostener sentimientos sublimes en medio de entornos hostiles, pero también de perpetrar actos indefendibles para salir adelante sin respeto alguno incluso por los mas afines. Un apartado singular queda reflejado en estas pocas lineas evocadoras, el papel de la mujer en ese mundo sórdido del franquismo. Si la represión de los vencidos durante esos años fue feroz, en el caso de la mujer, el nivel alcanzó niveles inimaginables a los ojos de hoy. Siempre ha confesado el autor la enorme tristeza que le produjeron aquellos momentos. Todo indica que perduraron en el tiempo y que le han acompañado en su existencia.